Personalidad jurídica para el Mar Menor

Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental y escritor 

Una Iniciativa Legislativa Popular se ha impulsado en Murcia para conseguir dotar al Mar Menor de personalidad jurídica propia. Nueve meses tienen por delante para conseguir las 500.000 firmas que se necesitan para debatir en el Congreso de los Diputados esta propuesta que puede cambiar el derecho ambiental en nuestro país y en Europa, ya que es la primera iniciativa que se hace en este sentido en nuestro continente, pero que ha salido adelante en Colombia, en la India y en Nueva Zelanda.

Esto supone reconocer al Mar Menor como un objeto propio de derecho. Eso significa que no habrá que esperar ninguna ley de protección particular para defender sus derechos, sino que los tiene solo por el mero hecho de existir. Quizás si pensamos en los derechos de la mujer, de los niños, de algunas clases sociales, incluso de las empresas, podamos entenderlo mejor. Hasta hace unas décadas eran tratados como objetos subordinados de los hombres que, dependiendo de las leyes locales, tenían unos derechos u otros. Con el reconocimiento de los Derechos Humanos, todos somos sujetos de derecho y estamos protegidos desde nuestro nacimiento, sin importar género, raza, procedencia o edad.

Hasta ahora el medio ambiente se ha legislado desde una perspectiva antropocéntrica. Nuestra visión ha sido que todo lo que hay en el planeta está a nuestra disposición y podemos consumirlo, apropiárnoslo y hacer con ello lo que queramos

Hasta ahora el medio ambiente se ha legislado desde una perspectiva antropocéntrica. Nuestra visión ha sido que todo lo que hay en el planeta está a nuestra disposición y podemos consumirlo, apropiárnoslo y hacer con ello lo que queramos. En estos momentos tendremos que responder ante la ley, no por la destrucción del medio ambiente, sino porque estaremos afectando los derechos de otros individuos que, ante las leyes locales, de los estados, se estarán sintiendo agravados. Si esta propuesta saliese adelante cualquiera de nosotros podría defender los derechos de un ecosistema sin depender de las administraciones y los intereses políticos y partidistas de determinados colectivos y empresas.

Este proceso es ilusionante por esta nueva visión de relaciones con nuestro entorno, y porque ha sido promovido por la ciudadanía, que cansada de esperar las soluciones políticas han visto como esta laguna salada, uno de los ecosistemas más singulares de Europa, se ha ido deteriorando hasta llegar al colapso. Se han cansado de promesas, de mesas de expertos donde no se escucha a los expertos, de soluciones parciales, de corruptelas y de mirar para otro lado permitiendo el desmadre urbanístico y agrícola con el famoso “agua para todos” que ha roto el equilibrio de la naturaleza.

El Mar Menor es el ejemplo del escenario en el que vivimos. La economía de mercado exprimiendo al máximo los recursos naturales sin contemplar el presente y el futuro de nuestras comarcas, olvidándose del ser humano, haciendo leyes que permiten las inmoralidades de unos pocos y promoviendo el beneficio personal por encima del bien común. Necesitamos cambiar el modelo económico, repensar nuestra forma de relacionarnos entre nosotros, con el medio ambiente. Mientras no  lo hagamos no habrá solución. Por eso es importante que esta ILP salga adelante, porque podría ser el camino para comenzar el cambio.

Para salvar el Mar Menor hay que cortar el crecimiento de la superficie invernada, la sobreexplotación de los acuíferos, el excesivo aporte de nitratos que percolan hasta la laguna

Ante la exigencia de soluciones urgentes de los políticos, tras las dantescas imágenes de millones de peces flotando por la falta de oxigeno, los científicos intentaron explicarles que los procesos naturales son lentos, que no basta con apretar botón o hacer una nueva ley, sino que para salvar el Mar Menor hay que cortar el crecimiento de la superficie invernada, la sobreexplotación de los acuíferos, el excesivo aporte de nitratos que percolan hasta la laguna. Soluciones impensables para los políticos cortoplacistas, acomodados en parchear y salir del paso, prometiendo soluciones que nunca llegan, culpabilizando a los de enfrente cuando ocurren catástrofes previsibles.

Ha sido un proceso largo de los colectivos ambientales, de los estamentos científicos y de personas comprometidas con el bien común para llegar a este punto, donde podemos, con nuestra firma, permitir un debate necesario en nuestra sociedad más allá del Mar Menor.  No estamos ante una nueva ley, estamos ante la ley que puede abrirnos los ojos, bajarnos del pedestal  e igualar al ser humano con la naturaleza en nuestro sistema jurídico, porque si no lo hacemos, porque si no entendemos que nuestra supervivencia depende del medio ambiente, las leyes de la naturaleza nos pondrán en nuestro lugar y los daños serán irreversibles y no habrá juzgado, ni ley, ni estado, ni cuenta bancaria a la que reclamar nuestros derechos.

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