Si el
señor Lambán se hubiese quedado en esa frase podríamos pensar que o no tiene la
información necesaria o no ha sabido interpretarla. Pero la falta de
información no es el problema. Por su posición privilegiada, estoy seguro de
que habrá leído numerosos informes y los que no haya podido comprender por sí
solo, sus asesores se los habrán explicado. Estoy convencido que sabe la
diferencia entre el tiempo y el clima, entre Cambio Climático y Cambio Global,
entre equilibrio y despilfarro. No me cabe ninguna duda de que conoce las
consecuencias sanitarias, ambientales, sociales y económicas que va a suponer
para cualquier rincón del planeta el aumento de la temperatura de tres grados.
Y lo sé porque en sus contestaciones,
además de llamar a los grupos conservacionistas «fanáticos creyentes que se
creen en posesión de la verdad absoluta», presume de que el Gobierno Aragonés
tiene entre sus objetivos la lucha contra el Cambio Climático.
Nuestros políticos, ante problemas diferentes, siguen buscando las soluciones en las mismas estrategias que se empleaban hace 30 años
La
explicación que subyace bajo sus palabras es la de siempre, la economía por
encima de la naturaleza. En este caso usa la demagogia, aludiendo al empleo y
el bienestar de la ciudadanía, porque quiere aumentar las pistas de esquí de
Teruel y Huesca, porque no tiene la valentía para hacerle caso a la ciencia,
porque prefiere el voto fácil, el aplauso, la palmadita en la espalda al futuro
de su comarca. Nuestros políticos, ante problemas diferentes, siguen buscando
las soluciones en las mismas estrategias que se empleaban hace 30 años, a pesar
de que esa forma de entender el mundo, la economía, las relaciones sociales,
nos ha llevado a una encrucijada de la que difícilmente vamos a salir ilesos.
Esa
falta de visión, de valentía, de aceptar la realidad, la estamos viendo en
Almería con muchos ejemplos, el más evidente es el empecinamiento de construir
un tercer carril de la autovía para solucionar el problema de los atascos. En
vez de apostar por un tren de cercanías que cambie la movilidad de nuestra
provincia, con los beneficios individuales, sociales, ambientales y económicos
que eso conlleva, apuestan por seguir potenciando el modelo de la
individualidad, la de la venta de coches, la del tú estás por encima de todo
porque lo puedes pagar y además te lo mereces. La lucha contra el Cambio Global
en el que estamos inmersos, pasa por dar un volantazo, por reconstruir nuestra escala
de valores.
Para
entender el negacionismo de algunos dirigentes, su falta de ética, y el juego
sucio que hay detrás del debate científico les recomiendo dos libros. Por un
lado «Mercaderes de la duda», por otro «Perdiendo la Tierra. La década en la que
podíamos haber detenido el cambio climático».
Desde
1979, tras los datos que se obtuvieron de la atmosfera de Venus, conocíamos las
consecuencias del aumento del dióxido de carbono en nuestra atmosfera, y que
este se iba a producir por el abuso de los combustibles fósiles en los que
habíamos puesto toda nuestra confianza. Teníamos la información y sabíamos lo
que se podía hacer, pero diferentes presidentes americanos, Trump es el último
de una larga lista, no solo decidieron ignorar los datos sino que se propusieron
combatirlos con la desinformación, generando dudas. Contrataron científicos
para que preparasen falsos informes y nos dijesen que el tabaco no era tan malo
como decían algunos locos, para que negasen el agujero de la capa de ozono, las
consecuencias de la lluvia acida, el cambio climático.
Son
muchos los nombres y datos que aportan estos libros, pero valgan dos pinceladas
para saber por qué lo hicieron. Se
calcula que entre
el año 2000 y el 2016, la industria invirtió más de 2.000 millones de dólares,
diez veces el presupuesto de los grupos medioambientalistas, para hacer
fracasar la legislación sobre el cambio climático. Se conoce que los amigos de
Bush, subvencionados por la petrolera ExxonMobil, ofrecieron 7.000 millones de
euros para sobornar a los científicos y desacreditar los informes que se
presentaron en la Cumbre la Tierra de París. Y ya sabemos que las inversiones
se hacen para multiplicar los beneficios.
Ya sea por su falta de interés, de información, de conocimiento, de valentía, de ética, de visión de futuro, yo recomendaría, aprovechando que el próximo 26 de enero se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental, que apostásemos por esta herramienta. Es la única manera de formar una ciudadanía crítica, libre, participativa, y con la determinación necesaria para desenmascarar a los mercaderes de la duda.
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