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Frío, pandemia y escuela pública

Esther Padua
Profesora de Primaria, delegada del sindicatos DxP y madre de dos alumnas de la escuela pública

Ayer la maestra de mi hija, de 7 años, mandó una nota para pedir que lleváramos una mantita para cubrirse las piernas (porque en clase con todo abierto hay mucha corriente y los niños pasan frío) y un paquete de toallas que se le había acabado. ¿Cómo es posible que normalicemos cosas que no son normales? En serio, ¿como madre... me toca arreglar la incompetencia de la Consejería de Educación de Andalucía?



Pero es que también soy docente, y vuelvo a casa helada, con los labios morados, con los pies entumecidos, con el frío metido en los huesos... Llego para meterme en la ducha con el agua hirviendo y poder recuperar algún grado. Y eso que yo voy rotando de aula en aula. Pobres criaturas, que deben estar 5-6 horas sentadas sin moverse. Pero, ¿cómo se puede mantener la temperatura corporal cuando no tienes movilidad? Desgraciadamente, el poder adquisitivo de todas las familias no es igual. Y no todo el alumnado puede permitirse llevar ni mantitas ni buenos chaquetones.

Soy afortunada porque pertenezco a Docentes por la Pública, el único sindicato que no ve normal lo que no es normal y ha convocado una huelga indefinida para que nos sumemos quienes no entendemos qué está haciendo la Consejería para proteger a sus más de 100.000 docentes. A los vulnerables les remiten una carta estándar para que continúen extremando las medias en su puesto de trabajo. El trabajo organizativo del Covid se lo dejan a los centros apelando a su autonomía pedagógica. Cada vez carga de más atribuciones a los coordinadores Covid, que están 24 horas (sí, sí, 24 horas) desde su voluntad, porque muchos por desconocimiento y otros por empatía con los equipos directivos, no desconectan el teléfono los viernes a las 2-3 de la tarde.

Muchos Ayuntamientos están dotando de filtros Hepa, otros de pantallas, otros ofrecen y han ofrecido edificios públicos para descongestionar las aulas (edificios que en muchos municipios han sido rechazados con una amable carta remitida desde las delegaciones territoriales alegando a que “el cupo” iba bien. ¿Exactamente qué ha hecho la Consejería de Educación? 

Doña Mari Carmen Castillo, célebre por aquellas palabras suyas de “El que haya más menos alumnos por aula, la diferencia entre 15, 20, 25 en las distancias no varían y no te garantizan que no vaya a haber contagios”, tal vez tenga a bien recordarnos de nuevo la buena voluntad de los maestros. Porque seguimos siendo el único colectivo que va a trabajar diariamente en estas infrahumanas condiciones: no existe en idílico metro y medio de distancia, las ratios lejos de bajar aumentan sin que se autoricen desdobles, en un aula de infantil- primaria 28 alumnos más tutor y personas de apoyo... Pero luego no podemos juntarnos más de 6 personas. ¿No es todo un despropósito?

El desamparo de la Consejería de Educación es tema de todos: familias, docentes y no docentes. Tod@s somos sus víctimas. Víctimas de su continua ineptitud.

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