Pero es que
también soy docente, y vuelvo a casa helada, con los labios
morados, con los pies entumecidos, con el frío metido en los huesos... Llego para meterme en la ducha con el agua hirviendo y poder recuperar
algún grado. Y eso que yo voy rotando de aula en aula. Pobres criaturas, que deben estar 5-6 horas sentadas sin moverse. Pero, ¿cómo se puede mantener la temperatura corporal cuando no tienes
movilidad? Desgraciadamente, el poder adquisitivo de todas las familias
no es igual. Y no todo el alumnado puede permitirse llevar ni mantitas
ni buenos chaquetones.
Soy afortunada
porque pertenezco a Docentes por la Pública, el único sindicato
que no ve normal lo que no es normal y ha convocado una huelga
indefinida para que nos sumemos quienes no entendemos qué está haciendo la
Consejería para proteger a sus más de 100.000 docentes. A los
vulnerables les remiten una carta estándar para que continúen extremando
las medias en su puesto de trabajo. El trabajo organizativo del Covid se lo dejan a los centros apelando a su autonomía pedagógica. Cada vez
carga de más atribuciones a los coordinadores Covid, que están 24 horas (sí, sí, 24 horas) desde su voluntad, porque muchos por desconocimiento y otros por
empatía con los equipos directivos, no desconectan el teléfono los viernes a
las 2-3 de la tarde.
Muchos Ayuntamientos están dotando de filtros Hepa, otros de pantallas, otros ofrecen y han ofrecido edificios públicos para descongestionar las aulas (edificios que en muchos municipios han sido rechazados con una amable carta remitida desde las delegaciones territoriales alegando a que “el cupo” iba bien. ¿Exactamente qué ha hecho la Consejería de Educación?
Doña Mari
Carmen Castillo, célebre por aquellas palabras suyas de “El que haya más
menos alumnos por aula, la diferencia entre 15, 20, 25 en las distancias
no varían y no te garantizan que no vaya a haber contagios”, tal vez tenga
a bien recordarnos de nuevo la buena voluntad de los maestros. Porque
seguimos siendo el único colectivo que va a trabajar diariamente en
estas infrahumanas condiciones: no existe en idílico metro y medio de distancia,
las ratios lejos de bajar aumentan sin que se autoricen desdobles, en un
aula de infantil- primaria 28 alumnos más tutor y personas de apoyo... Pero
luego no podemos juntarnos más de 6 personas. ¿No es todo un
despropósito?
El desamparo de la Consejería de Educación es tema de todos: familias, docentes y no docentes. Tod@s somos sus víctimas. Víctimas de su continua ineptitud.
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