Toda Almería se despertó con el latigazo de la prematura muerte de Diego García Molina, de 54 años, presidente de los hosteleros, Ashal, y pregonero de la Feria de Almería con todo lo que ello representa de merecido reconocimiento a un gran hombre que demandó mejoras de comunicaciones para que Almería deje de ser una isla. El Paseo Marítimo está triste ante la ausencia de una de las personas más atentas y profesionales de la industria gastronómica. La gente le seguirá queriendo y ahí están las decenas de ramos de flores que se amontonaron en su establecimiento.
A Diego la calidad humana y sus miles de virtudes le venían de serie. Representa la génesis del restaurante Building con su madre, la afable María Molina Sánchez, que le guio en el saber estar dentro y fuera de la barra, rodeado por su hermana, María del Mar; Paquito Aguilar, con casi medio siglo de fidelidad a la familia; Fernando Toranzo, Torcuato y otros que él fue incorporando a El Portón de la Bahía.
A Diego lo conocí desde que era un niño. En aquellos domingos, hace unos 40 años, del mejor tapeo que preparó su padre, otro grande que nos dejó de forma prematura y que fue uno de los primeros en asentarse en ese punto de encuentro del Paseo Marítimo. Era una esquinita con una barra chiquitita y su padre, emulando a Bonillo, el de las papas bravas, que se hizo célebre con el “pasen, pasen que la terraza está al fondo”. El padre de Diego García Molina, que sirvió boquerones fritos a Sergio Leone, marcó estilo con tapas genuinas, su dinamismo y capacidad de no ponerse nervioso ante los retos de una barra saturada de clientes.
Esa línea la ha seguido con su esencia gastronómica de elevar los platos de cuchara y las tapas genuinas como hizo su madre que se prestó a dar los primeros pasos en medios de comunicación y mostrar al mundo el prestigio de Almería en el ámbito de la capitalidad gastronómica donde puso toda su dignidad y saber hacer. Ya no tendré al amigo que lo llamaba con dos horas de antelación y preparaba unas gachas para Antonio Pérez Lao y Manuel Gutiérrez, de Cajamar, con nuestras citas anuales con mi socio Hermosilla y su cuñado, el profesor Miguel A. Mañas.
Y ahí están compañeros de los medios a los que he llevado siempre, como Pilar Vergara, Tom Martín Benítez, Relaño, Arroyo, Durán, Inés, Fede, Rocío, Flores, Hermosa, Roldán, Masego y en la agenda estaba para cuando pasara lo del cierre por la pandemia que le tenía muy preocupado un encuentro con Juani, mi paisana de Salud al día, o con tantos y tantos periodistas con los que ha compartido momentos a lo largo del tiempo.
Le gustaba la comunicación, la radio, y puso en marcha su programa de salsa. Desde la radio y en sus tiempos libres ponía canciones para hacernos la vida más alegre. Como dijo Carlos Herrera, para mí, Building y El Portón son como la prolongación del pasillo de mi casa. Diego García siempre en el corazón de miles de personas y en el de mi familia. Era asiduo porque con Diego la vida era mejor.
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