La atalaya de Almería

Manuel Sánchez Villanueva
Escritor

Es muy posible que los lectores estén viviendo algo muy parecido a lo que me ocurre a mí mismo; confieso que tengo que hacer un gran esfuerzo para desviar mi atención hacia otro tema que no sea la terrible situación de la pandemia que nos asola. Sin embargo y no perdiendo de vista la evolución de esta lacra, pienso que es necesario que nos esforcemos en mirar hacia adelante; sin duda un esfuerzo ímprobo, pero quizás necesario.

Isla de Alborán (Almerinatura)

En esta situación, y por motivos que no vienen al caso, recientemente he caído en la cuenta de que Almería forma parte del reducido club de ciudades del mundo que poseen territorios en dos continentes. Son únicamente seis, entre las que se encuentran nombres bien conocidos como Estambul o Suez, y otros que sorprende más como Tokio o alguna otra en Rusia o Kazajistán. Y dentro de este reducido número, destaca nuestra querida Almería. Como seguramente muchos otros, tenía una vaga idea de que la Isla de Alborán formaba parte del término municipal de la capital, pero en ningún momento se me hubiera ocurrido que eso convertía a nuestra ciudad en la única que posee territorio tanto en el continente europeo como en el africano.

La historia nos enseña que los momentos de mayor esplendor de la ciudad de Almería, recordemos que una de las pocas europeas de fundación oficial musulmana, corresponden a la época en la que tenía un papel fundamental en el comercio internacional entre los tres continentes

Y este conocimiento me ha llevado a una nueva reflexión; lo poco conscientes que somos los almerienses de nuestro potencial estratégico dentro de las relaciones entre el continente europeo, el Norte de África y el Mediterráneo Oriental. Por historia y sobre todo por geografía, las posibilidades son grandes. De hecho, la historia nos enseña que los momentos de mayor esplendor de la ciudad de Almería, recordemos que una de las pocas europeas de fundación oficial musulmana, corresponden a la época en la que tenía un papel fundamental en el comercio internacional entre los tres continentes. Y nunca he olvidado el consejo que me dio en una ocasión un profesor en Barcelona en el que me insistía que el hinterland o zona de influencia económica natural de Almería era el Magreb.

Durante siglos hemos renunciado a estas potencialidades; sin embargo, me atrevería a decir que esta situación está cambiando.  A modo de ejemplos, en la pasada década de los noventa, cuando nos reuníamos con empresarios marroquíes en Melilla o alrededores para algún proyecto, estos siempre destacaban a nuestros vecinos franceses como socios prioritarios; a nivel cultural, solo un poco antes, una pionera profesora Pezzi impartía clases de lengua y civilización islámica a un alumnado muy minoritario de lo que actualmente conocemos como Universidad de Almería.

Por el contrario, hoy en día podemos afirmar que el país galo ya no domina del mismo modo que entonces las relaciones comerciales entre Europa y el Magreb e incluso en ciertos sectores y zonas ya les hemos descabezado de la posición de liderazgo. En cuanto a las relaciones culturales, como botón de muestra baste el enorme interés y el gran nivel alcanzado por cursos y actividades sobre la Almería andalusí que se vienen organizando.

Dicen que una consecuencia de la pandemia que estamos padeciendo será la de acelerar cambios en los procesos de globalización, especialmente en las cadenas de producción. En este sentido, quizás deberíamos reflexionar sobre las fortalezas que nos proporcionan tanto nuestra posición geográfica como nuestra historia para servir de puente comercial y cultural entre tres orillas del mediterráneo.

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