Se puede decir más alto, pero no más claro: 11.000 millones para
empresas, pymes y trabajadores autónomos que se suman al resto de ayudas del
plan Marshall europeo para salir de la crisis generada por la pandemia. Ese era
el mensaje que las pymes necesitaban, lo que no terminaban de oír y que ahora
queda claro, porque las empresas y con ellas sus trabajadores, necesitan saber
cuál será el horizonte. Hablamos de pintar el futuro inmediato y de qué manera
podrán reengancharse al ritmo de trabajo que este año ha ido entre parones y
acelerones. Y ese es el mensaje que necesitaban escuchar, y lo sé porque en las
últimas semanas he tenido la oportunidad de hablar con representantes de
diferentes colectivos, desde la Cámara de Comercio a Asempal y, sobre todo, con
alcaldesas y alcaldes de pueblos que necesitan saber cómo saldrán adelante las
microempresas de su entorno, en qué medida podrán optar a las ayudas del plan
de resiliencia.
Precisamente de las reuniones telemáticas con Cámara y Asempal me
llevé el mensaje, claro e inequívoco, que independientemente de los grandes
proyectos, de las inversiones que deben cambiar nuestro modelo económico y en
el que invertiremos más de 140.000 millones de euros, era necesario aportar una
ayuda más tangible e inmediata para el pequeño empresario, comerciante,
hostelero y todo aquel que forma parte de la verdadera masa que genera empleo y
riqueza en el país. Y la respuesta ha sido clara: 11.000 millones.
Sorprende que algunas reacciones sean las de “es poco” ¿serán a
fondo perdido? ¿serán créditos? Y todo para intentar minimizar el efecto de la
respuesta, que es sencillamente única e inequívoca: 11.000 millones.
Podrán ponerla en duda, pero obviamente el empresariado prefiere
esta ayuda que les permite cubrir necesidades, pagar impuestos atrasados y
contar con caja para reiniciar la actividad, a las medidas a medias tintas
lanzadas por aquellos que se creen que la cuota de autónomo o el recibo de la luz
se puede pagar con botes de fritadilla o garrafas de aceite. Y no le voy a
quitar nada de romanticismo a iniciativas de ese tipo, pero lo que necesita la
gente que emplea a otra gente es liquidez y no gestos marketinianos como el de
la Diputación de Almería.
En los próximos tres años el Gobierno de España va a liberar 80.000 millones de euros en transferencias directas de los fondos Next Generation. El propósito es crecer de otra forma, crecer transformando, y lo que se pide en estos momentos es que las administraciones intermedias hagan su papel y colaboren, y no que hagan papelones derivando a los ayuntamientos las ayudas directas a comercios locales o sencillamente poniéndose de perfil.
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