¿Por qué Almería está en cabeza de los contagios en España?

Pedro Manuel de la Cruz
Director de La Voz de Almería

Las cifras venían alertando ya desde hace algunas semanas. Almería era la provincia andaluza con mayor índice de incidencia de Covid por cada 100.000 habitantes. La situación, lejos de mejorar, ha empeorado desde entonces y, desde aquella situación cercana a la alarma, hemos pasado a un territorio en el que lo alarmante ya está aquí. Según el informe oficial de incidencia acumulada del pasado lunes, Almería, con 251,9, solo es superada por Lérida, con 333,8, en todo el territorio español (excepto Ceuta y Melilla, que, por su escasa demografía, aunque haya pocos casos, dispara la Incidencia). Los datos notificados el viernes mejoraban la cifra en nuestra provincia, situándola en 220 – en el distrito de Almeria 196; en el de poniente 292; en el de levante 138-, una bajada alentadora pero cuya movilidad no puede llevarnos a la relajación.  

Ante esta realidad es obligado hacerse la pregunta inevitable: ¿por qué hemos llegado a esta situación cuando, en la primera ola, ocupamos la posición contraria? 

Los expertos comprometidos en la lucha contra la pandemia han imputado las causas de esta situación a la llegada y explosiva propagación de la cepa británica

Los expertos comprometidos en la lucha contra la pandemia han imputado las causas de esta situación a la llegada y explosiva propagación de la cepa británica. Es cierto y así lo demuestran todos los análisis epidemiológicos qué más del 80 por ciento de los casos - exactamente el 83 %,- detectados en la provincia están provocados por esta cepa, mientras que en otras provincias andaluzas, como Córdoba y Huelva, ese porcentaje apenas supera el 10 por ciento. Los datos están ahí y son incuestionables. Lo cuestionable es porqué en Almería la cepa inglesa tiene la propagación y la virulencia que no ha alcanzado en otros territorios. 

La relación de Almería con Inglaterra no está siendo intensa. Desde el inicio de la pandemia los vuelos con el Reino Unido se suspendieron; por otra parte, aunque la colonia inglesa en Almería es importante, no permite valorar en toda su dimensión que esta sea la causa. En Málaga la colonia británica es mucho mayor y, allí, la incidencia acumulada es de 93,4. La diferencia es tan evidente que no precisa comentario alguno. 

Otra circunstancia podría encontrarse en el flujo comercial de hortalizas con Inglaterra. El tráfico diario de entre 75 y 100 camiones con el Reino Unido no favorece la lejanía con el virus. Pero este argumento no está avalado por la detección en los camioneros almerienses de un volumen de casos notable o significativo en ese sector; todo lo contrario. 

Ante esta realidad lo que cabe preguntarse es porqué, entonces, Almería lleva semanas situada en esa posición, liderando un ranking tan incómodo, tan preocupante, tan alarmante. La respuesta que encuentran los expertos que más cerca están de la primera línea en esta lucha contra la pandemia es que la causa fundamental hay que encontrarla en que, una vez llegada la cepa, el autocontrol de la misma por las personas afectadas no está siendo el correcto. 

La relajación en las medidas preventivas facilita la capacidad infecciosa de una mutación que multiplica por tres la capacidad infectiva de la cepa de Wuhan. Mientras que un positivo por esta última infectaba a tres, la variante británica lo hace con ocho. Pero, si además de este aumento exponencial de la capacidad infectiva, las medidas que se imponen, no solo no se cumplen de forma estricta, sino que, muy al contrario, se ignoran, la ola es incontrolable. 

Hace algunos días el alcalde de uno de los municipios más afectados se lamentaba de su incapacidad para controlar las numerosas concentraciones familiares que tenían lugar cada fin de semana en las casas y cortijos de las más de diez pedanías con que cuenta su término municipal. “No tengo policía local para llegar a todas partes. El cansancio psicológico, la alta calidad de vida de la que gozamos y algunos comportamientos de determinados grupos sociales con características de riesgo hacen muy difícil desarrollar las medidas de control. Aquí hemos puesto ya más de dos mil multas, alguna hasta de 60.000 euros. Bueno, pues no hay manera”. La opinión de este alcalde es compartida por la mayoría, si no la totalidad, de quienes le acompañan en esa responsabilidad en los municipios de la provincia. 

Las aglomeraciones en actos sociales como velatorios, bodas o fiestas familiares en viviendas aisladas con la asistencia de decenas de personas están siendo un arma de infección masiva. Para algunos sectores de la sociología provincial el cumplimiento de las medidas restrictivas está tan alejada de lo que han sido tradicionalmente sus comportamientos que no hacen nada por llevarlas a la práctica. 

En las ultimas semanas se ha incrementado el número de multas y la cuantía de las mismas, llegando hasta los 70.000 euros en locales de ocio y restauración. Estas medidas coercitivas tienen efectos, pero con ellas no basta. Es preciso una mayor concienciación y un mayor autocontrol personal y colectivo. 

La cepa inglesa está haciendo estragos y nadie puede predecir cuando comenzará a ser doblegada. Hasta que llegue ese momento nadie debe bajar la guardia. Es mucho lo que hay en juego. Que cada uno cumpla con su obligación.

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