La
regresión de la costa es cada vez más
preocupante. Hasta el momento las actuaciones de urgencia con aportes de arena,
construcción de espigones, de escolleras han ido salvando la situación, y
demostrándonos que luchar contra la naturaleza, en este caso contra el mar, es
una tarea perdida, y que las acciones locales, puntuales, los parches, en la
mayoría de los casos, encuentran soluciones parciales pero agravan los
problemas de otros.
Después
de varios años de espera, por fin se ha publicado el estudio encargado por
el Ministerio para la Transición Ecológica y el
Reto Demográfico sobre las Estrategias
para la protección de la costa frente al Cambio Climático. En la actualidad
está abierto el plazo de exposición pública hasta el 31 de mayo.
Entiendo que nuestros ayuntamientos, después de las
reivindicaciones vecinales y la larga espera, se habrán sentido decepcionados
al ver las conclusiones a las que se llega. Estarán trabajando a contra reloj
para presentar las oportunas alegaciones que cambien el grado de riesgo
otorgado a sus playas y les adjudiquen cuanto antes los presupuestos para
solucionar sus problemas. Es normal, muy comprensible, todos quieren respuestas
y soluciones efectivas, y esta vez la cosa no va a ser tan fácil.
Estarán decepcionados porque lo publicado hasta
ahora es el Catalogo de medidas de protección de la costa que se pueden
emplear, las recomendables y el tiempo para ponerlas en marcha, que va a
depender del análisis de riesgos que se ha hecho de cada unidad de gestión. Si
es alto, las medidas son urgentes, si es a medio plazo, el espacio temporal se
alarga diez años, si es a largo plazo más de veinte, y si es secundario es que
ni se lo plantean.
A pesar de las sensaciones personales, de las
imágenes, de las noticias, de las reuniones de vecinos con las diferentes
administraciones locales, autonómicas y estatales, en Almería, de las 75
unidades de gestión, el 9% se han catalogado como prioritarias
en el corto plazo, el 21% medio, el 65% en el largo plazo y el 5% resulta
secundario. Dicho de otro modo, solo en cinco playas se plantearán actuaciones
inmediatas. Probablemente con las presiones políticas consigan modificar el
riesgo de alguna unidad de gestión y las cifras varíen un poco, pero no habrá
muchos cambios.
Para
mí, después de leer el borrador lo que concluyo es que no sabemos qué hacer
ante lo que se nos viene encima. De las 21 medidas propuestas, el 61% van
orientadas a entender y planificar, y el resto a actuar. Algo lógico, pero que
no le viene bien a los ayuntamientos porque los vecinos, y el agua, están
aporreando sus puertas, día sí y día no, para poder poner sus toallas este
verano sobre la arena o evitar que los pulpos no entren al salón de su casa o a
los invernaderos. Eso de esperar más estudios no entra en sus planes.
De
esas medidas, las más recomendadas como necesarias, que vienen a demostrar las
barbaridades que se han permitido, son las de revisar el deslinde y los títulos
de propiedad para comprobar si las ocupaciones de la costa son legales o no, y
a mi juicio, ir preparando el terreno para despejar el litoral, que es lo mejor
que podemos hacer, dar un pasito para atrás.
También
recomienda la coordinación entre las administraciones para hacerle entender a
nuestro políticos que esto no se trata de salvar su rincón del mundo, sino que
el problema es global y si no vamos todos a una, perdemos como hasta ahora,
tiempo, dinero y esfuerzos.
Y
finalmente, destaca la necesidad de realizar estudios para conocer la
disponibilidad de sedimento y cómo gestionarlo, que viene a recordarnos la
escasa inversión científica que se ha hecho en este país.
Lo
que me preocupa de ese borrador es que la comunicación, participación y educación
ambiental, la recomiendan en poquitos casos, pero no le dan ningún valor. Soy
consciente de que los educadores sociales no van a solucionar el problema, para
eso están los ingenieros, pero sí pueden comunicar a la sociedad lo que está
pasando, nuestras limitaciones, lo que se nos viene encima e ir preparándonos
para todos los sacrificios que vamos a tener que hacer para alejarnos de la
costa.
No se
trata de resignarse. Hay que buscar soluciones pero, mientras tanto, aceptemos
la realidad que nos ha tocado vivir y planifiquemos la retirada de forma
organizada e inteligente. El tiempo de las fotos, del pan para hoy, junto a los
espigones y camiones de arena ya ha pasado, ha vuelto el hambre.