Hoy no ha ido a trabajar. No ha llevado la prensa a los despachos y no atiende el teléfono. Se
ha levantado a la misma hora de siempre y ha desayunado lo de todos los días.
Como si de un día más se tratase, Andrés Soler hace vida corriente pero algo pasa
en el Ayuntamiento de Cuevas.
Sus compañeros le han preparado una bonita sorpresa. El alcalde lo llamará a su
despacho y Andrés Soler
saldrá emocionado de la que ha sido su casa toda la vida. Tranquilos, no se va,
su vida son ellos, todos los que le rodean y le quieren de verdad. Andrés no
pasa inadvertido y Cuevas siente con orgullo la llegada de su jubilación.
Ha llegado la hora de cruzar la meta y afrontar la recta final de la vida tocando lo imprescindible para que esa bondad que ha derramado cada día siga llegando a todos los que le rodean. Esa gente maravillosa que ha estado a su lado no le echará de menos. Andrés firmará los papeles y cobrará del Estado pero seguirá siendo el mismo. Ya lo verán, nunca cambia porque su corazón no cambia, siempre es el mismo, es él, único e inconfundible. Es Andrés Soler.
Un hombre con un corazón enorme, porque puede presumir de tener un corazón tan grande como el cielo. Si lo llamas, ahí está, si le pides un favor, ahí está también por los siglos de los siglos, amén. Así es y así será siempre este cuevano que tiene una legión de amigos en todos los rincones de la provincia de Almería, de su provincia, porque se considera un almeriense de los de verdad, de los que defiende a su Almería, aunque siempre aparece su Cuevas, su pueblo, su gente, su vida.
No te falla porque es de otra
pasta, como si fuera de otros tiempos, pero se ha sabido adaptar a las nuevas
tecnologías e informa puntualmente, vía WhatsApp, de los partidos de sus niños
del Cuevas. Es único, una persona
muy querida y respetada por todos, ya sea en el fútbol o en la vida, esa
vida que tantos amigos le ha dado gracias al fútbol.
No entiende su vida sin ser directivo del Cuevas. Cada
desplazamiento a la provincia con sus niños para un partido es un viaje que le
da vida porque vuelve a ver a sus amigos del fútbol, esos que tanto lo
aprecian. Las puertas de los campos de la provincia se abren de par en par
cuando llega a los campos de la provincia. En todos tiene un amigo, un compañero
del fútbol que lo aprecia y lo adora porque quien no conoce a Andrés Soler no
conoce nuestro fútbol base.
No hay reloj en el mundo que recoja las horas que ha dedicado al fútbol, y así
será mientras no se apague la ilusión de poner en marcha cada curso en el
fútbol.
Sus valores son aquellos que nos dejaron
nuestros padres. La familia del
Cuevas está muy tranquila dejando a sus pequeños en manos de un
hombre bueno, que cuida a los canteranos como si fueran sus niños, aunque para
Andrés siempre serán sus pequeños por muchos años que pasen. Siempre educación
y respeto en una cantera con historia, como la que tiene él.
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