Cada vez que puedo reivindico la importancia de la educación ambiental para construir un modelo social diferente, y es cierto que casi siempre lo hago desde un punto de vista teórico que a muchos le parecerá ambiguo y difícil de llevar a la práctica. Aprovechando la suelta hace unos días de 30 ejemplares de cerceta pardilla en Punta Entinas Sabinar voy a intentar ser más directo.
La imagen que quedará para el recuerdo es la de un grupo de
políticos soltando los ejemplares con los técnicos en segundo plano
indicándoles cómo hacerlo. Para muchos una bonita sesión de fotos más,
organizada por algún gabinete de prensa al que sus jefes habrán felicitado,
porque su objetivo de lustrar y sacar brillo lo ha cumplido con creces. Una jornada mil veces repetida para hacerse
publicidad, sacar pecho y utilizarla en el futuro con intereses partidistas.
Una forma de actuar que da la sensación de compadreo, de amiguismo, de
clasismo. Una puesta en escena usada para lucir el poder, para meter el dedo en
el ojo ajeno. No es cuestión de colores e ideas, es de protocolos establecidos
dentro de los partidos políticos. Todos hacen lo mismo.
Cada vez que veo imágenes parecidas pienso en una oportunidad
pérdida para lanzar un mensaje positivo, colaborativo, educativo, integrador,
participativo, constructivo, a la ciudadanía, porque por desgracia, a pesar de
que el motivo es ilusionante para la conservación de la especie, las fotos nos traen el amargo recuerdo de los
documentales del NO-DO.
Esas imágenes habrían ido acorde con las palabras que pronunciaron
si en ellas hubiesen aparecido representantes de las asociaciones
conservacionistas que llevan décadas defendiendo y poniendo en valor la
biodiversidad de ese espacio protegido, sensibilizando sobre la delicada
situación de la cerceta pardilla, y otras muchas especias, y organizando
actividades de participación ciudadana, de educación ambiental. Invitarlos hubiese
sido un gesto de agradecimiento para reconocerles su esfuerzo, su silenciosa y
constante labor. No podemos olvidar que gracias a la defensa, a la
reivindicación, a la presión, de un grupo ecologista, ese espacio se protegió y
se salvó de la especulación urbanística y agrícola que imperaba en los años
ochenta.
También habría sido interesante que apareciese un represéntate del
Ayuntamiento de El Ejido, porque no podemos olvidar que Punta Entinas Sabinar
está dentro de los dos términos municipales y las cercetas pardillas no
entienden de fronteras. Su presencia indicaría que se tiene intención de
trabajar con el mismo objetivo : hacer políticas comunes para la conservación
de los valores naturales y culturales del espacio protegido. Es una pena comprobar
que el arreglo del sendero que cruza el espacio se vaya hacer hasta la
frontera, o que un destartalado cartel de uno de los ayuntamientos luzca en el
camino, o que con un simple paseo por la playa sepas cuando pasas de un
municipio a otro, o que hayan empezado una carrera veloz para ser los primeros
en construir un centro de visitantes. Para lo único que se han puesto de
acuerdo es para anunciar, justo antes de unas elecciones municipales, el
arreglo de la Torre de Cerrillos, algo que, tres años después, por supuesto no
han cumplido con la excusa de que todo lleva su tiempo y hay que tener
paciencia.
Hubiese sido maravilloso ver a los jóvenes de un instituto
cercano, que podrían haber ido incluso andando, compartir una jornada con sus
representantes políticos, para demostrarles que lo que se hace es por ellos,
por salvaguardar su futuro, y de comunicarles que los necesitamos, porque sin
su participación, sin su compromiso, de nada valdrá el trabajo realizado.
Pero se hizo como siempre, y las palabras sonaron poco creíbles al
darle protagonismo a los que hablan de proteger las especies pero destruyen sus
hábitats para construir hoteles, o los que llevan años empujando los limites
para reducir la zona protegida, o los que en su día quisieron meter jirafas entre
las dunas, o los que permiten que sus familiares construyan invernaderos dentro
de los límites del paraje natural.
Nos dirán que por el COVID no podían invitar a más gente, pero,
después de lo que seguimos viendo, sonarán a excusas. La única verdad que se
transluce de esas imágenes es que no
tienen ninguna intención de construir otro modelo social diferente y que para
los políticos, para los gestores, y por desgracia para muchos científicos, la
educación ambiental es la coletilla final que da puntos para conseguir los
fondos europeos.
Créanme cuando les digo que mi opinión pretende ser constructiva, aunque algunos se sientan señalados. Debería intentar decir las cosas de otra manera, o quizás, y sería más provechoso para mi, debería aprender a callarme.
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