Los cambios no siempre son a mejor. El PP y Moreno Bonilla se presentaron en 2018 enarbolando la bandera del cambio y de una nueva era en el Gobierno de la Junta de Andalucía, que ahora presiden con el apoyo de Ciudadanos y el sostenimiento de la ultraderecha de Vox, algo que se empeñan en obviar.
Pasados casi tres años de gobierno, los hechos demuestran lo contrario, especialmente con Almería, una Almería que, decían, iban a cambiar radicalmente cuando ellos entraran a gobernar. Y ha cambiado, sí, pero para mal porque ha dinamitado desde dentro los servicios públicos.
La pandemia nos ha puesto a prueba a todos y afectado especialmente a los más vulnerables. ¿Qué ha hecho la Junta de Andalucía en nuestra ciudad para paliar los efectos en estos colectivos y familias? Desentenderse y privatizar. Lo hemos visto claramente con los problemas que han tenido los servicios sociales andaluces, desbordados en plena crisis sanitaria por falta de recursos humanos y materiales. El personal de la Junta de Andalucía en hospitales, centros educativos y servicios sociales ha dado el máximo en una situación extremadamente difícil, en la que el Gobierno de Moreno Bonilla no les ha dado el respaldo que necesitaban.
Y es que no podemos olvidar algo que los socialistas venimos
denunciando desde que se constituyó el Gobierno de las derechas: que el
desmantelamiento de los servicios públicos y su privatización era una deuda que
el Partido Popular iba a pagar a VOX tarde
o temprano. Y la pandemia ha sido la excusa perfecta.
Hace unos meses denunciamos que el Servicio Andaluz de Salud estaba siendo objeto de abandono por parte de la Junta. Y no es algo que los socialistas digamos, es que los hechos lo constatan. La Atención Primaria estuvo cerrada y sigue sin funcionar como antes de la crisis, no se han reforzado los equipos de salud, ni se ha ampliado el número de rastreadores para reforzar la vigilancia de la COVID, pedir cita médica se ha convertido en una odisea, y el colofón a todo esto ha sido el cierre del hospital de la Cruz Roja en plena pandemia.
No escucharon a la sociedad almeriense y obviaron nuestras propuestas. Cerrar un hospital en mitad de la peor crisis sanitaria que hemos vivido en 100 años era un error que los almerienses íbamos a pagar caro. Y así ha sido. Se cerró el hospital para medicalizar un hotel y una residencia de tiempo libre, la de Aguadulce. Pero este gobierno de las derechas se mueve a base de ocurrencias. Ahora, ni hospital, ni residencia de tiempo libre, ni hotel. La Junta ha decido, en 24 horas, que el Albergue Juvenil de El Zapillo se convierta en un centro sanitario de aislamiento para personas vulnerables contagiadas de COVID, creando incertidumbre en los trabajadores.
Esta residencia, gestionada por la Junta de Andalucía, a través de Inturjoven, daba alojamiento a estudiantes, a empresarios y a profesionales -también sanitarios- y deportistas, que venían a trabajar o a competir a nuestra provincia. Y no solo eso, también distintas asociaciones de personas con discapacidad usaban sus instalaciones como respiro familiar.
Con nocturnidad y alevosía, la Junta avisó, de un día para otro, a los trabajadores y residentes para que abandonasen el centro y entregaran las llaves, sin ni siquiera ofrecerles una alternativa. Los estudiantes se han visto en la calle y los trabajadores se enfrentan a una situación de desamparo, en la que deben optar, bien por irse a otro centro juvenil de la provincia o cambiarse a otra ciudad para mantener su puesto de trabajo.
Lo que está ocurriendo en Almería es sencillamente un disparate. Moreno Bonilla no puede ir improvisando y jugando con la salud de los almerienses y el futuro laboral de los trabajadores de este centro. Y todos nos preguntamos, ¿dónde está el alcalde de Almería cuando sus vecinos lo necesitan?
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