Pregunta elemental: Señores, ¿qué hacen en Almería?

Antonio Torres
Periodista

El domingo habrá flores para las tres víctimas del Caso Almería, uno de los episodios mas tristes del terrorismo. El desconsuelo de María Morales, la madre de Pechina, continúa.

Interior del vehículo en el que fueron trasladados los jóvenes

Tres jóvenes, Juan Mañas, Luis Cobo y Luis Montero, viajaron desde Santander para asistir a la primera comunión de Francisco Javier en Pechina, localidad natal de Juan Mañas Morales, de 24 años. Fueron detenidos por guardias civiles en Roquetas del Mar el sábado por la tarde del 9 de mayo de 1981. En menos de 12 horas ya estaban muertos. Por el tácito silencio y las mentiras que se pueden comprobar antes y durante la vista oral, puede que al menos uno de los jóvenes ya estuviera muerto a la una de esa madrugada. El hecho real es que el domingo 10 de mayo, los tres jóvenes aparecieron carbonizados, sobre las 6.30 de la mañana, en la carretera de Gérgal.

El silencio oficial, las intoxicaciones, el desarrollo de la vista oral con contradicciones en todas y cada una de las intervenciones de los 11 guardias civiles en cada jornada de la vista oral y la sentencia de 1982 ofrecen datos suficientes para pensar que fue un asesinato. La verdad oficial, la verdad jurídica, está en la sentencia de los tres condenados. Hubo una falta institucionalizada por buscar la verdad.

Los tres jóvenes, tras ser detenidos en la urbanización en Roquetas de Mar, comenzaron un calvario inexplicable. Fueron trasladados a la Comandancia de Almería y de ahí el burdo invento de ir a buscar “bolsas” por los cuarteles y playa de Retamar, Casas Fuertes y Cabo de Gata. La muerte “oficial” se produjo en la madrugada en la carretera de Gérgal cuando supuestamente eran trasladados a Madrid. Pescadores deportivos, del club El Palmeral, viajaban aquella mañana y encontraron el fuego en la maldita curva. El testimonio de los pescadores se consideró muy valioso. Aclararon algunos puntos oscuros, tales como que el coche ardía sin que nadie, en ese momento, se encontrara apagando el fuego, ni con tierra, ni con trapos, ni con extintores, ni con coches de bomberos, ni ambulancias.

Uno de los pescadores ofreció un extintor. “Los heridos han sido evacuados. Ustedes márchense… los heridos (calcinados) no fuero evacuados hasta cuatro horas después, pero al cementerio. Eran las 06.45 de la mañana. A Juan Mañas lo llevaron, en caravana, esa noche a la zona de Casas Fuertes-Torregarcía. El crimen tiende al silencio como nos enseña el manual del corporativismo, mentiroso que está en el cine y en la realidad. 

El fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Almería, José María Contreras Díaz, acusó de mentiroso al condenado teniente coronel Carlos Castillo Quero durante una jornada del juicio. “No creo nada de lo que ha dicho”, afirmó Contreras, “porque ha demostrado que miente descaradamente desde el principio”. Contreras, en la recta final del juicio, dijo: “A los jóvenes muertos no se les hizo una pregunta elementalísima: Señores, ¿qué hacen aquí y a qué han venido?”. Continuó el fiscal Contreras denunciando que los procesados nunca actuaron correctamente “con los muchachos a los que no se les leyeron los derechos constitucionales y el famoso artículo 520 de la ley de Enjuiciamiento de inmediata comunicación del motivo de su detención, asistencia letrada o comunicación a los familiares”.

No obstante, el fiscal Contreras explicó que no se trataba de que la Guardia Civil actuara siempre así. “¿Qué riesgo asumía usted para acribillarles estando dentro del coche, esposados y con las puertas cerradas?”, preguntó el abogado acusador Darío Fernández, con un impagable trabajo, a Castillo Quero. El presidente del Tribunal, el albojense José Jiménez, antes de responder Castillo Quero, le dijo si se hallaba en condiciones de seguir declarando, dado el estado en que se encontraba. El procesado respondió que estaba cansado y prefería seguir por la tarde. 

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