Admito que volver a tomar este año la decisión de suspender la Feria de Almería en honor a la Virgen del Mar ha sido una de las más dolorosas de mi mandato. Sin embargo estoy convencido de que es lo mejor que podemos hacer en estos momentos. Siguiendo en todo momento las recomendaciones de la autoridad competente en materia de salud pública, que es la Junta de Andalucía, hemos consensuado con todos los grupos políticos del Ayuntamiento la suspensión de todas aquellas actividades feriales que pudieran suponer eventualmente un riesgo de cara al incremento de contagios y mantener aquellas en las que se pueda ejercer un control sanitario seguro. Por tanto se mantendrán los actos religiosos sin la procesión de la Patrona, la actividad normal de la hostelería -que lleva dando una enorme muestra de responsabilidad en los últimos meses- aunque sin ambigús, el homenaje a Los Coloraos, los conciertos con público sentado y los feriantes, que es un sector especialmente golpeado por la pandemia, podrán montar atracciones hasta las doce de la noche. Se trata de resoluciones que dependerán, siempre, de la evolución de los contagios y que podrán revisarse en función de un eventual repunte de casos. Trataremos de mantener, como siempre, el difícil equilibrio entre la salud y la actividad económica. Son decisiones similares a las que están adoptando la mayoría de localidades que tienen pendiente la celebración de ferias, romerías y fiestas populares multitudinarias. Por desgracia, la negativa evolución de datos de contagio del covid en esta quinta ola aconseja reducir al máximo posible los riesgos de contagio por proximidad física, especialmente entre las personas más jóvenes que aún no han completado su pauta de vacunación. Estamos convencidos de que esta medida, que hemos tomado tras analizar detenidamente la preocupante evolución del número de contagios en Almería y la previsión de su incremento durante las próximas semanas, es la mejor manera de contribuir a que esas cifras no sigan subiendo. Y es que no tiene sentido dar pie a que una semana de Feria pueda acabar convirtiéndose en una amenaza para la salud de nadie y en un incremento de la presión hospitalaria.
No obstante, sé que la ausencia de la Feria por segundo año consecutivo provoca un vacío que es muy difícil de llenar. Comprendo bien la decepción que una medida así provoca entre muchos sectores profesionales y en el conjunto de la sociedad almeriense, que esperaba estos días con ilusión y perspectivas de trabajo. Pero como siempre digo, en Almería la mejor Feria es siempre la del año que viene. Estoy seguro de que entenderán que lo diga ahora con más convicción y esperanza que nunca.
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