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Que no son rojos, mi coronel, que son Coloraos

José A. Martínez Soler
Periodista

El PP de Almería, que confunde, como hizo Franco, a “Los Coloraos” con los “rojos”, ha encargado este año el homenaje a nuestros Mártires de la Libertad a un coronel que ya los está difamando... ¡Madre mía! ¡Vuelven a las andadas!

Homenaje a Los Coloraos, hace más de 30 años, con mi hijo David a hombros, rodeado de amigos y colegas

Los restos, afortunadamente menguantes, de la España negra se empeñan en asomar otra vez su patita de mil maneras. El Pingurucho les da repelús. La palabra Libertad, manoseada tan hábilmente por la señora Ayuso, produce sarpullido a sus conmilitones del PP de Almería. Me consta que no a todos. 

Ahora le ha llegado el turno a este pobre coronel, Javier Ángel Soriano, ignorante de la historia de Almería. El Ayuntamiento del PP, que mira de reojo a VOX, le ha encargado el discurso de homenaje a los Coloraos, los Mártires de la Libertad, del próximo 24 de agosto. El coronel Soriano, en declaraciones al diario Ideal, ha tachado a estos mártires de “aventureros, insensatos, osados e imprudentes”. 

Digo “pobre” porque estoy casi seguro de que el coronel Soriano aceptó este encargo, tan glorioso para los amantes de la libertad y de la Carta Magna que la ampara, sin haber hecho los mínimos deberes de información, examen de conciencia y contrición a los que obliga su graduación militar y su compromiso con los valores de nuestra Constitución, aún vigente. 

Claro que ya nos avisó el gran Goethe: “No hay nada más terrible que una ignorancia activa”. Búsquelo en Google, mi coronel, y luego dimita del encargo, del que usted no es digno (aún está a tiempo), a menos que se retracte, y devuelva la patata caliente a algunos políticos del PP que embadurnan la historia liberal de nuestra provincia y confunden a los “rojos” con los “coloraos”. Eso mismo fue lo que hizo el general golpista Francisco Franco, tan felón como el detestado Fernando VII, antes de visitar Almería en 1943. 

Menos mal que hay plumas, más moderadas y sabias que la mía, que han salido al paso de las ofensas a nuestra memoria liberal y democrática. Una de ellas es la del investigador Juanfra Colomina (“El coronel no tiene quien le escriba”, en el diario Ideal) y otra es la de Irene Gálvez (“Luces de Los Coloraos”, en Diario de Almería).  

Ahora me toca a mí meterme, otra vez, con los críticos de Los Coloraos (“¿Megino? ¡Ah sí! Aquel enemigo de los Coloraos”, ya lo publiqué en este mismo diario). Hoy me incita a ello, la opinión vertida en estas páginas por mi colega Javier Adolfo Iglesias que sabe mucho de John Lennon y, al parecer, muy poco de historia. Este profesor de Filosofía ha publicado lo siguiente: “…los mismos que critican a EEUU por intentar proteger los derechos humanos en Afganistán o Vietnam son los que celebran los Coloraos al son de La Marsellesa”.  

A esta memez, mi abuela y yo lo llamamos sencillamente “mear fuera del tiesto” o confundir, amigo Sancho, “berzas con capachos” o “el culo con las témporas”. Mi colega se ha metido en un jardín y ha confundido también, como hizo Franco, el dictador felón, a los rojos con los Coloraos. A mí, que duermo con una yanqui desde hace medio siglo, conozco algo de EE.UU. y defiendo, a la vez, los derechos humanos y los ideales de Los Coloraos, que no me meta en ese saco.  

La lucha contra Bin Laden y sus terroristas de Al Qaeda, acogidos por los talibanes, provocó, tras los atentados del 11-S-2001, la invasión de Afganistán por una coalición internacional liderada por EE.UU. y la UE, aprobada por las Naciones Unidas y aplaudida no solo por mí. La victoria de hace 20 años sobre los talibanes de Kabul fue celebrada por todos los demócratas, muy especialmente, y con razón, por las personas sensibles con los derechos de la mujer. Otra cosa muy distinta fue la posterior invasión ilegal de Irak (por Bush, Blair y Aznar, el trío de Las Azores), basada en engaños flagrantes sobre las presuntas armas de destrucción masiva de Sadam Hussein que nunca existieron.   

No armes más follaero, Javier Adolfo, meando fuera del tiesto. “Las opiniones”, como dice The Guardian, “son libres, pero los hechos son sagrados”. Tu puedes escribir libremente lo que quieras. Faltaría más. Y hacer el ridículo, si te place. Pero hay un hecho claro, digno de respeto: quienes celebramos la memoria de los 22 Mártires de la Libertad, asesinados por la espalda por orden del rey felón, el 24 de agosto de 1824, luchamos hoy igualmente por los derechos humanos allí donde sean conculcados y reprimidos. ¡Vivan Los Coloraos!

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