En
momentos de coyuntura, desafección política por ineficacia y descontento ante
problemas complejos caracterizados por una dificultad considerable para
alcanzar soluciones definitivas y de cooperación, duraderas en el tiempo y de
gran alcance, a lo que sumar el conglomerado de intereses de distinta índole…
Es fácil dinamitar la voluntad general.
En
esos momentos en los que la voluntad general, que debe primar bajo cualquier
fórmula representativa junto con una sociedad civil consciente y reflexiva, se
desvanece para dar paso a un cinismo imprudente, impertinente o que busca
únicamente crispar albergando un populismo carroñero y demagogia barata dañando
la calidad democrática y la deliberación, la palabra y los argumentos fundados,
por medio de interpretaciones falaces o simplistas y opiniones prejuiciosas
para allanar el camino a la retórica propagandística de unos pocos; repleta de
emociones y miedos sobre incertidumbre o informaciones a medias que en su
propia divulgación se tergiversa fácilmente y se entremezcla una voluntad
confusa e irracional.
Los
falsos discursos sobre lo que se quiere a veces se alejan de lo que realmente
se necesita; estos se proyectan en criterios técnicos para abordar realidades y
situaciones, aquellos se basan en el sentir, el impulso, la comparación sin
mayor detenimiento analítico ni técnico y la impostura no de proponer sino
establecer únicas soluciones.
Así
se ejerce la manipulación mientras se construye una imagen adulando al pueblo
y, a la par, se arremete con cualquier medio y en cualquier momento contra las
propias instituciones o cargos, y más aún, cuando ante estas se carece de
legitimidad por hechos, perspectivas sesgadas sostenidas, acusaciones o no aceptar
la propia deliberación. ¿De verdad se consigue avanzar así en algo desde el
presente?
La
desafección política está relacionada con la propia insatisfacción, la falta de
conocimiento, la falta de militancia o en su defecto de la falta de una cultura
social participativa comprometida y arraigada en el asociacionismo y activismo
efectivos de la vida pública en general no meramente sectorial o de actividades
concretas.
La
crítica y la acción son válidas siempre y cuando superen todo aquello que aleja
a la soberanía (inalienable e indivisible) del pueblo respecto al proceso
político y, además, se consiga presionar la agenda política. Sin embargo, no lo
es cuando no se cumple esto y se repiten en las prácticas los propios vicios
que llevan a la desafección política.
Tanto
la voluntad general como esa voluntad “de todos” parten de pluralidades; pero
mientras en la voluntad general predomina el bien común y los intereses
particulares diversos son consensuados para construir los vínculos sociales y
posibilitar la convivencia en torno a una soberanía constante y sin
ambigüedades, en la voluntad “de todos” se parte de intereses particulares
previos agrupados en torno a la búsqueda de un mismo objetivo que puede, o no,
coincidir con el interés común, y si coincide no es el bien común el impulsor
en esencia de esa voluntad “de todos” pues hay algo más particular; unos
intereses individuales más que colectivos.
LAS
ASOCIACIONES PARCIALES Y LAS FACCIONES
Cuando
Rousseau en “El contrato Social” (L: II-C: III) discernía sobre si la voluntad
general puede errar, ya advertía que:
“La
voluntad general es siempre recta y tiende constantemente a la utilidad
pública; pero no se deduce de ello que las deliberaciones del pueblo tengan
siempre la misma rectitud. (…) Si, cuando el pueblo, suficientemente informado,
delibera, los ciudadanos pudiesen permanecer completamente incomunicados, del
gran número de pequeñas diferencias resultaría siempre la voluntad general y la
deliberación sería buena. Pero cuando se forman intrigas y asociaciones
parciales a expensas de la comunidad, la voluntad de cada una de ellas
conviértase en general con relación a sus miembros”.
Las
asociaciones parciales terminan alejándose de una voluntad general cuando con
las intrigas y diferencias se levantan muros, se pretenden imponer líneas
discursivas subjetivas, se excluye de la participación otros planteamientos o
razonamientos aun a pesar de formar parte de la comunidad, se recurre al
escarnio…
Pero
lo peor tiene lugar “cuando una de estas asociaciones es tan grande que
predomina sobre todas las otras, el resultado no será una suma de pequeñas
diferencias, sino una diferencia única: desaparece la voluntad general y la
opinión que impera es una opinión particular”.
Es entonces cuando la facción está servida, una degeneración del concepto e ideal democrático irrumpe e incluso las perspectivas liberales se ven amenazadas por la presencia de elementos iliberales (que sólo favorecen a sombras autoritarias cuando menos) pues cabe recordar que el propio liberalismo defiende la existencia de la pluralidad y la protección de las minorías.
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