El Katiuska, almacén de Cuartara en Plan Camina

Encarnación
González

Pocos espacios hubo en la ciudad de Almería que le preocuparan tanto al arquitecto municipal Trinidad Cuartara (1847-1912), como lo fue este de la Puerta del Socorro. Si bien el Real Decreto de derribo de murallas es del año 1855, el desmonte fue paulatino y quedaba este trozo de muralla de los más rezagados al estar alejado del ensanche más especulativo, el Paseo. Todavía existían la muralla, el baluarte y la puerta (que daba a la rambla) y ya los propietarios y oportunos parcelistas pugnaban por subastarse esta finca.



Cuartara cuidaba de no dar permisos a todo proyecto sino que velaba por que el lugar de este tramo de muralla no fuese urbanizado invadiendo su espacio original, y casi lo consiguió, porque a día de hoy aún existe el “anchurón” al que dio lugar, y con su mismo nombre, la puerta del Socorro. Si caminamos por el Parque, desde o hacia Málaga, y miramos al norte, allí aparece el Socorro (puerta y calle) y el edificio que mejor visión tuvo, el almacén de D. José Torres Enciso, proyectado en 1904 por el mismo Trinidad Cuartara, y hoy llamado Katiuska, que fue su nombre de cine desde 1936 a 1939 en que cerró al cambiar su nombre a Salón Nacional.

Katiuska era una célebre zarzuela rusa que fue presentada en 1933 en el Teatro Cervantes. En el año en que se levantó el edificio, 1904, con el rey Alfonso XIII en el reino y el alcalde Ramón Matienzo en la alcaldía, esta zona de Pescadería, donde se construía ya el puerto, era un espacio urbanizado en sitios concretos: en la calle del Reducto y la Plaza Pavía, y la intención era urbanizar todo el llano de San Roque, la iglesia del barrio.

El litoral hacia Málaga estaba repleto de fábricas de plomos, esparterías y almacenes portuarios. Por eso la afluencia de población y necesidad de viviendas y locales era urgente. José Torres Enciso, de profesión propietario (que es lo que consta en archivos y casi falta añadir “rico propietario”), necesitaba de almacén para reservar sus barriles de uva. Natural de Berja, residente en la capital y como vocal de la Junta Provincial de Agricultura, Industria y Comercio, miembro de la Junta del Puerto y del Sindicato Uvero, además de propietario de Minas El Puerto en Canjáyar, atesoraba locales y fincas para sus materias de exportación y este espacio del Socorro era lo más cercano al embarque de barriles en los buques de ultramar. No se habían levantado aún los tinglados del Puerto que reservaban los toneles y cada comerciante se hacía de un local.

Pero este espacio liberado de la Puerta y Muralla medieval del Socorro (hoy Calle General Luque y antes Cuartel, Arsenal, Muelle, Malecón…) estaba en el corazón de otros dos grandes almacenistas, D. Antonio Hernández y el gigante de los pleitos, el abogado y senador D. Juan Cassinello y Cassinello.

El plano que proyectó Cuartara, rectángulo alargado de 367 m., se situaba justo en el terreno entre Calle (ya) de Hernández y la Muralla del Socorro. Esto no agradó nada al abogado, que tenía su propia barrilería y almacenes en la parte norte y sur de la calle, junto con su familia, los Cassinello. Esto provocó que denunciara la obra (por la cercanía a su propiedad) y gestó un gran pleito que llegó hasta Gobernación para acabar dando el permiso para el almacén de Torres Enciso.

Existen los planos también en el AMA de su barrilería con 2 patios donde Enrique López Rull levantó un piso en 1919. Se da la paradoja de que los almacenes de ambos fueron prestados a la autoridad municipal (Alcalde Moreno Gallego) para acoger a los reclutas de instrucción ante la inminente guerra africana y la falta de espacio en el Cuartel Misericordia. Cuenta la prensa que la gente iba en masa a verlos desfilar y reírse de los novatos, además de verse acosados por mujeres y mendigos para rogarles su pobre rancho de comida. Miseria, hambruna y riqueza, una vez más iban a la par. De aquello quedó el nombre del “cuartel de los soldaos”. El edificio es de una estructura robusta, con todos los elementos de adorno y necesidad de la época, con sillares de cantería a la vista y cornisas y esquinas moldeadas, además de las ventanas cegadas típicas, de una sola planta y correntías pensadas para la calle hacia levante, ya que la parte de poniente estaba a más desnivel, justo donde pasaba la muralla del Socorro, que bajaba de la misma Alcazaba hacia el mar y cerraba Al Haud.

La crisis de la exportación de uva y ruina de parraleros hizo que el edificio quedara más de “corralón” vacío que de nave comercial. El auge del nuevo cinematógrafo y la expectación ante un nuevo mundo animado, desembocó en la necesidad de un cine en este barrio, pues ya había en toda la ciudad. Un operador de cámara del monopolio de los cines en la ciudad (de Isidoro Vertiz, militar e inversor), Baldomero Luque, alquiló y preparó el local para dos funciones diarias de cine.

Se estrenó como cine el 4 de Junio de 1936 con la película “Rayos de Sol”. La Butaca costaba 1 peseta y el General 0,50. Las películas eran las mismas de todos los cines (Tarzán, aventuras, dibujos, romances, cine americano…) pero especialmente quedó en el recuerdo el documental “Solidaridad”, en abril del 37. Almería en plena guerra y en el bando no sublevado, aguantaba como podía y los cines se pasaban a la propaganda de elevación de la moral de la tropa y civiles de la República. Y un solo mitin pero muy importante se dio en el Katiuska, el de la Asociación Amigos de la Unión Soviética, que más que política era una organización filantrópica y de la que fue presidente el poeta Antonio Machado. Además de otro del PCE, JSU y UGT en noviembre del 36.

Ya es sabido que la nueva autoridad vencedora y franquista obligó a “castellanizar” los nombres foráneos, y Versalles y este perdieron los suyos. El nombre de Salón Nacional y la crisis de posguerra dio al cierre con el cine, que estuvo abierto 3 años, los de la guerra. En el año 1940 fue cuando se instaló justo al lado la empresa de Talleres Cabezuelo, de motores marinos, del arquitecto Antonio Góngora y que llegó a alquilar el cine de forma temporal. Más tarde fue almacén de guarda de Talleres Oliveros, y así quedan sus letras hoy día en la fachada. Quizás sea esta la razón del único elemento de variación en la fachada sur con respecto al plano de Cuartara, las tres ventanas en alto con moldura y cornisa que recuerdan a la arquitectura de posguerra y pudiera ser un modificado de Góngora. Así lo sugiere Alfonso Ruiz, el experto docente y Doctor en Historia del Arte. Otros usos temporales se hicieron del Katiuska.

En las obras de reparación de la Iglesia de San Roque (la original también fue de Cuartara), que fue transformada en su cuerpo y torre, se dieron las misas en el local, hasta 1950 en que se inauguró la nueva iglesia. Y con tan solo pasearse alrededor del edificio, en el corazón hoy de un barrio muy poblado (inicio de Pescadería la Chanca y fin de la Almedina en Plaza de Pavía), tenemos testimonios de mujeres de edad que recuerdan tantos almacenes de esparto, o de cajas para la pesca y otras empresas auxiliares que dieron trabajo a una generación y un barrio.

Se ha conocido este edificio como el “cine rojo”, no sabemos si por el nombre ruso o por su ubicación en un barrio humilde y obrero. Pero es algo más, es la única muestra que queda en la ciudad de edificio civil comercial y portuario. Cuando todos los locales propios de cines han desaparecido, el Katiuska sigue en pie, contra viento y marea, desafiando al tiempo, a sus 116 años. Siendo testigo en piedra de un pasado de riqueza industrial y de mimo y rigor en las construcciones, que planta cara y se resiste al derribo y al olvido. Y con mucho mérito pues no ha tenido mantenimiento ni reparación alguna, hasta hoy.

Se ha anunciado al fin su restauración y uso cultural en el proyecto Camina dentro del Plan Estratégico 2030, con fondos europeos y donde participan empresas, asociaciones culturales y particulares. Su fin es tejer una ruta cultural y en círculo que aúne centro administrativo, Almedina y Chanca Pescadería, y que el edificio Katiuska sea el buque insignia en el recorrido. Algo le habrán visto los expertos europeos que le han premiado el proyecto a Almería frente a 226 ciudades, según indica su laboriosa gerente, Mar Plaza.

El barrio, con razones de sobra es incrédulo respecto al futuro, pero mira con buenos ojos su recuperación, por la necesidad de espacios culturales, y también por su estado, que necesita un revisado urgente de muros y cornisas. El edificio Katiuska, levantado por el arquitecto principal de la época y de la ciudad, Trinidad Cuartara, en 1904, no necesita un plan para ser visitado. Caminen desde hoy hasta C/General Luque, 70 y se dan un paseo por la Historia. Por el Parque, son 15 minutos desde la esquina Gran Hotel hasta la Puerta del Socorro. Animamos así a los nuevos historiadores, jóvenes que tienen un mundo que averiguar. De entrada, advertir que los datos del año en el Catastro oficial no siempre son veraces, ya que de este edificio y otras casas de primeros de siglo aparece de 1930. Mucho trabajo queda en los archivos por investigar y cerrar el círculo.

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