¿Tiene la universidad de Almería solvencia para impartir el grado de medicina? ¿Cuenta Torrecárdenas con profesionales con conocimientos para impartir su docencia? ¿Sería más beneficioso para la provincia becar a sus alumnos para que cursaran sus estudios en otras universidades cercanas? En los últimos años hemos asistido a este debate cuando algún consejero o alguna institución se ha atrevido a reflexionar sobre el tema de forma pública.
La posibilidad de que el Campus
contara con una facultad de medicina es un Guadiana menor que dura ya más de diez años en los que, en
la mayoría del tiempo, ha transitado en silencio y, cuando alguien se ha
atrevido a sacarlo a la superficie, siempre ha encontrado una trinchera en
contra. Doctores tiene Torrecárdenas, académicos la Universidad y
organizaciones corporativas los médicos para reflexionar sobre la capacidad, la
oportunidad, el beneficio o el coste de la implantación de ese grado entre la
oferta de la UAL. Pero, como nunca está demás regresar al pasado, voy a volver
a él con una reflexión sobre la experiencia ya vivida desde que comenzó a
articularse la posibilidad de que Almería contara con una Universidad autónoma,
rompiendo la dependencia que hasta entonces mantenía el viejo colegio
universitario de la de Granada.
Cuando en los últimos 80 la posibilidad de que Almería contase con una Universidad pasó de las musas al teatro con escenario en el campus de la Cañada, la fiel infantería del reaccionarismo almeriense salió en tromba en auxilio del orden y la tradición. ¿Cómo iba la provincia a tener Universidad cuando, de toda la vida, los estudiantes almerienses de clase media habían tenido en Granada su punto de destino y los de clase media alta optaban por Madrid?
La aspiración de contar con una
Universidad en la otra orilla del río Andarax no era más que la quimera de un puñado de
izquierdistas y algunos liberales de derechas inspirados por su
ignorancia, cuando no por oscuros intereses personales. Para los ayatolás del
cañillo la inocencia siempre encontró acomodo en no hacer nada, mientras que
cualquier idea innovadora siempre ha llegado acompañada por la sombra de la
sospecha. Aquella aspiración de entonces, sostenían quienes se oponían, estaba
condenada al fracaso porque el gobierno andaluz nunca la aprobaría o, peor aún,
al descrédito académico si los alumnos de la provincia acababan llenando sus
aulas.
Por si este desdén fuera escaso argumento, para algunos que han mandado mucho (pero nunca han hecho nada), todo lo almeriense siempre ha cotizado a la baja en el Ibex del prestigio propio frente a la excelencia magnificada del ajeno, la dependencia sanitaria y comercial de Granada y Murcia configuraban los otros dos ángulos de un triángulo histórico del que la provincia no debía salir.
La historia ha situado a aquellos apóstoles del derrotismo en el arca anticuada del error y la Universidad de Almería es señalada en los diferentes rankings que miden el prestigio por encima de lo que podía esperarse de un campus en menos de treinta años. Y aunque para muestra de la veracidad de lo anterior solo bastaría un botón, aquí van cuatro: a nivel internacional, el Ranking Académico de Universidades del Mundo, el más prestigioso, también conocido como el Ranking de Sanghai, (ARWU, son sus siglas en inglés), la de Almería entró el pasado año entre las primeras 1.000 universidades del mundo, ocupando posiciones destacadas en los ámbitos de Food Science & Technology (entre las 200- 300 primeras) y Agricultural Sciences (400); la UAL continúa en el World University Ranking con un posicionamiento relevante entre las universidades más jóvenes; en el ranking CYD se sitúan en segunda posición en un total de 11 sobre 17 indicadores con un posicionamiento superior a la media andaluza, destacando en los indicadores de fondos externos para investigación, titulaciones impartidas y tesis defendidas en otro idioma; y, como cuarta muestra, en el U- Ranking la UAL obtiene un indicador global de 1,1, superior al término medio de la universidades españolas, estando incluida en el grupo 5, donde solo aparecen otras dos universidades andaluzas: la de Granada y la de Córdoba.
¿Quiere decir todo lo anterior que tenemos la mejor universidad? No, ni mucho menos. Pero tampoco es menos cierto que esos cuatro botones abrochan el abrigo falso con el que se quiso vestir de desprestigio la universidad almeriense.
Desde esa experiencia, desde ese intento de desprestigio con que se intentó revestir a la UAL antes de que naciera, ahora tengo la percepción de estar asistiendo, con la aprobación de la facultad de medicina, al regreso de aquel viejo y falso argumento que nos condenaba a ser una colonia granadina. ¿Por qué no puede contar la UAL con una facultad de Medicina? ¿Dónde está escrito que en Almería no pueden formarse grandes médicos como en Granada, Málaga o Murcia? La respuesta a este y otros interrogantes me la dio hace algunos años un profesional de la medicina, la investigación y la gestión que ejerció en la provincia y ahora dirige varios centros sanitarios, y me la han reiterado esta semana otros grandes profesionales que continúan en el hospital de referencia de la provincia o en otros hospitales privados de Almería y de otras provincias: Si en Torrecárdenas somos capaces de formar a especialistas llegados para hacer el MIR- argumentan-, ¿cómo no vamos a estar capacitados para formar a quienes inician su camino para, dentro de unos años, ser especialistas?
Los profesionales de Torrecárdenas han formado durante los últimos años a centenares de especialistas que llegaron aquí para hacer el MIR y ahora están trabajando con cualificación excelente en otros hospitales españoles y extranjeros.
Almería es ahora una provincia distinta, muy distinta, a la de hace treinta años, y su hospital, también. Es cierto que faltan especialistas en algunas áreas; un déficit que, entre otras razones, podría achacarse al hecho de que, al no contar con docencia universitaria y, por tanto, con mayor inversión y desarrollo en investigación, su capacidad de atracción sea menor y, quienes podrían venir, opten por otras provincias donde sí se dan esas condiciones.
La llegada de la facultad de medicina no va a resolver los déficits sanitarios de la provincia, que nadie se lleve a engaño, pero si va a situar a Almería en una mejor posición asistencial y académica.
La UAL destaca en los circuitos universitarios españoles por la alta capacitación de sus egresados en Matemáticas, Ingeniería Agrícola, Informática o Derecho, ¿dónde está escrito y por quién que no pueda llegar a destacar también en Medicina?
Almería y los almerienses no son más que nadie. Pero tampoco menos. A ver si lo aprendemos de una puñetera vez.
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