Historia de la vieja televisión con los bares como punto de encuentro

Antonio Torres
Periodista

TVE estrenó su programación regular en 1956, pero la señal para la provincia de Almería no llegó hasta años después y cambió las tradiciones de los pueblos. La programación en aquella época estaba dividida en la vespertina de 14.30 a 17 horas y en la nocturna de 20.30 a 24 horas. El Centro Territorial de TVE para Andalucía, situado en Sevilla, no fue inaugurado hasta julio de 1971, bajo la dirección de Francisco Narbona, el padre de la exministrina Cristina Narbona. Los centros territoriales fueron el germen de una limitada descentralización de la programación televisiva controlada por la dictadura.

En la imagen aparece el “padre” de la televisión en Los Gallardos, Juan Crespo Martínez (El Campico de Bédar, 1911-Los Gallardos, 1987) y su esposa Damiana Pérez Casquet, acompañados por vecinos y sus tres hijas, Isabel, Angelita y Amparo, una adolescente tirando cañas de cerveza. Eran otros tiempos. Faltan los dos hijos que se encontraban en esos primeros años 60 en la emigración, Alemania, como el añorado José María y su hermano Pedro, residente en Mojácar

El almeriense José Antonio Martínez Soler implantó en los años 80 el primer matinal de la televisión española, junto a José María Fraguas. La promoción de Almería le debe como pionero de la televisión matinal debido a que abría su programa con El Fandanguillo de Almería, una especie de himno de Almería, obra musical del compositor Gaspar Vivas Gómez (Almería, 1872-1936). Su estreno tuvo lugar a cargo de la bailaora, cupletista, Dolores Castro Ruiz (Córdoba, 1902-Sevilla, 1967), Dora la Cordobesita, en su presentación en el Café Nuevo, antiguo comercio de Marín Rosa y en la actualidad tienda en el Paseo de Almería. Dora la Cordobesita posó en varias ocasiones para el pintor Julio Romero de Torres

Una tarde de otoño de 1962 comenzó a verse la televisión en Los Gallardos, la tele de mi infancia con el fútbol y las series de Bonanza con Ben Cartwrigt, el patriarca de la familia, o Cheyenne, del género wéstern. Los niños para asistir teníamos que consumir un refresco Mirinda o una Pepsi que nos duraba más de una hora, o un botellín de Puleva de chocolate. Matías Prats fue estrella mediática en deportes, y padre de las noticias meteorológicas, El Tiempo, con Mariano Medina. De los periodistas admiré al onubense Jesús Hermida con la narración de la llegada del hombre a la luna, aunque para conocer detalles sobre las ejecuciones franquistas, el atentado de Carrero o aspectos del cambio que se avenaba había que recurrir a las emisiones de la BBC o La Pirenaica, en el aparato de Antonio Ortega “El Royo”, familiar de Fernando Ortega, el emprendedor que abrió almazara en Los Gallardos en 2012. La actual vivienda del diseñador Esteban Belmonte, cerca de Los pilares, fue la casa de Antonio Ortega.

En la cocina de mi casa sintonizamos Radio París y su programación en castellano de 22 a 23 horas. Desde Sorbas hasta Pulpí, incluyendo la cuenca del Almanzora y los Vélez, captábamos las imágenes que proporcionaba el centro emisor de la sierra de Aitana, en la Comunidad Valenciana y sus reemisores en el cerro Cucharón de Huércal Overa y el de Mojácar.

La televisión empezó a popularizarse gracias a la visión comercial de la familia gallardera del bar Crespo, regentado por Juan Crespo Martínez (El Campico de Bédar, 1911-Los Gallardos, 1987), padre del eternamente añorado José María Crespo Pérez, quien siguió el negocio del padre y lo convirtió en punto de encuentro de la comarca en aquel inolvidable establecimiento de la calle Mayor, donde paraba el coche de línea Almería-Murcia, el Alsina Graells. Aquella tarde hubo familias enteras y muchos niños ilusionados con la llegada de la televisión de la que se tenían noticias de que a lo largo de 1961 la televisión era mágica en el norte de la provincia. 

Diego Haro Carretero (Los Gallardos, 1948), vecino de la calle Nueva, fue uno de los testigos de la llegada de la televisión y la experiencia la compartió con los lectores de la revista La Cimbra que dirigió Emilio Ruiz: “Una tarde, ya oscureciendo”, escribió Haro Carretero, que fue la persona que me preparó para el examen de acceso al Instituto de Vera, “hay una inusitada expectación en el bar Crespo. Unos operarios van y vienen de un lado para otro. Suben al tejado. Miramos y vemos que instalan una especie de raspa metálica. Se trata de una antena de televisión como las que habíamos visto en alguna fotografía o dibujo. Y caemos en la cuenta. Están poniendo una televisión en el bar. Traen una caja de cartón bastante grande con las consabidas flecas hacia arriba y la palabra frágil en varios sitios. De ella sacan una caja de color marrón oscuro con cristal gris en uno de sus lados, así como varios botones: es un televisor. Lo conectan, y el cristal se ilumina, pero no se ve nada, sólo unos puntos luminosos que se mueven constantemente. Un operario permanece en el tejado y el otro junto al aparato. Éste le dice algo al del tejado y después de varias veces ocurre el milagro: unas diminutas figuras empiezan a moverse y a hablar en un raro castellano: después sabríamos que hablaban en mejicano. Así empezó a verse la tele en Los Gallardos”. El aparto jue comprado a Juan Antonio Fernández, propietario de una tienda de electrodomésticos en Cuevas del Almanzora y en Antas.

El bar de Baltasar siguió la estela de la moda y compró otro aparato de televisión. Fue el segundo televisor que llegó al pueblo, gracias a la iniciativa de Baltasar Ramírez, tío de Segundo Ramírez Pérez, que años después fue alcalde democrático de Los Gallardos. Pedro Morales Piñero (Los Gallardos, 1950), casado con Isabel Rosa, la hija menor de Baltasar, recuerda que era un niño cuando el hijo de Baltasar, Segundo, se desplazó hasta Águilas para comprar el televisor marca Askar y que Miguel Campoy, “el electricista”, se convirtió en representante de esta marca en aquel 1961.

A la poblada Alfaix, según los testimonios de dos vecinos de esta barriada gallardera, Estanislao Campos Ramos (Los Gallardos, 1947) y Juan Antonio Crespo Cano (Los Gallardos, 1955), los primeros televisores fueron comprados por Gloria Alarcón, “la molinera”, y por Rodrigo Díaz, “el de las vigas de cemento”. El número de vendedores fue creciendo con los turreros, el fotógrafo Pedro Ruiz, “el gurullo” y el vivaz Felipe Gómez. 

Diego Haro reflexionó sobre las consecuencias de la llegada de la televisión: “Entre las cosas que se perdieron o transformaron, citaremos el paseo por la carretera los domingos después de misa y las reuniones de vecinos en las noches de verano, donde se pasaba revista a la actualidad, así como las tertulias en la puerta del bar”.

La cafetería Simón de Los Gallardos reúne a decenas de ingleses, mujeres de pamelas y de gala, cada vez que se produce un enlace o acontecimiento de la corona británica o cuando hay un partido internacional. La televisión lineal sigue reinando con las retransmisiones deportivas en directo, los telediarios y los programas de entretenimiento, realities. La televisión se mantiene en alza junto a las grandes plataformas. El streaming es una tendencia imparable y las televisiones que no se adapten con la renovación tecnológica morirán. Merece la pena recorrer la historia desde aquella génesis ocurrida con el motor de la BBC o cómo se pudieron transmitir los Juegos Olímpicos desde Berlín en 1936 y las persecuciones que realizó la dictadura nazi de Hitler. Pese a todo ahí están los documentales sobre las cuatro medallas de oro conseguidas por Jesse Owens, estadounidense de origen afroamericano. 

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