No hay calificativos para definir el engaño de Juan Marín en torno
a los Presupuestos de Andalucía. Han quedado evidenciados sus verdaderos
intereses y los cálculos electorales que ha admitido tener por encima de los
intereses de la sociedad andaluza. Pese a conocerse sus intenciones, que él
mismo desveló en un reunión, Moreno Bonilla ha enmudecido; no dice nada acerca
de los espurios intereses de su socio de Gobierno.
Juan Marín y Moreno Bonilla son de esos políticos que se dedican a
dar lecciones continuamente y que, en la práctica, hacen lo contrario a lo que
promulgan. La gravedad de sus afirmaciones, la constatación de esta farsa
urdida para el engaño masivo de los andaluces, el juego trilero de PP y
Ciudadanos para no aprobar unos presupuestos que son el mecanismo fundamental
para que una administración pueda crear empleo, riqueza, generar estabilidad,
confianza, nuevas inversiones y contrataciones. Después de estas escandalosas
afirmaciones no puede permanecer todo como si nada.
Esa forma de actuar, de pensar y de darle la vuelta para
engañarnos a los ciudadanos no tiene recorrido y supone una ofensa y un insulto
a los andaluces y a sus sectores económicos y productivos que necesitan de un
presupuesto para seguir avanzando y creciendo con más fondos y recursos para
sanidad, educación, dependencia, infraestructuras, ayudas al empleo y, en
definitiva, para prepararse para recibir los fondos europeos que tanto se
necesitan y que, ahora, con la farsa de Marín y Bonilla, corren un serio
peligro.
Es falso que los gobiernos en años electorales no aprueben
presupuestos. Todo lo contrario. Se apresuran a dejarlos aprobados, no
solamente por lo que de fuerza y estabilidad supone para esa administración
contar con nuevas partidas e inversiones, sino porque las elecciones, y la
constitución posterior del parlamento o pleno retrasa un semestre la capacidad
para generar nuevas infraestructuras, nuevas contrataciones y nuevos proyectos
además de los que se financian plurianualmente y vienen de años anteriores.
Marín ha hecho un gran daño a Andalucía y Moreno Bonilla lo agrava con su silencio cómplice. Su gestión se torna más oscura aún después de conocerse que han querido engañar a los andaluces y al interés general de nuestra comunidad autónoma demostrando que no les importa dinamitar Andalucía siempre y cuando se mantengan sus intereses personales intactos.
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