La democracia, las libertades y el pluralismo político estuvieron a punto de saltar por los aíres en aquel trágico enero de 1977 repleto de asesinatos por parte de los ultras. Algunos de aquellos crímenes siguen sin esclarecer. Una de las víctimas fue Arturo Ruiz García de 19 años, estudiante y trabajador con vinculaciones familiares con la localidad de Bédar, el pueblo natal de su padre que fue secretario del ayuntamiento de varios municipios como Santa Fé, o el madrileño Guadalix de la Sierra, entre otros. El hermano de Arturo, Juan Manuel Ruiz fue en uno de los directores de la cárcel de Almería con más carisma y el primero que abrió con actos culturales la prisión a la ciudadanía. En Bédar residía María, Mariquita Fernández Cortés, tía de Eduardo Ruiz Fernández, el padre de Arturo: “Cuando venían a Bédar, la familia conocida por los Castilla, se hospedaban en la casa de mis abuelos Antonio Torres Alonso y Mariquita Fernández. Recuerdo un viaje a Alcantarilla donde se licenció Eduardo, un hermano de Arturo, quien nos enseñó toda la Base Aérea de Alcantarilla y la zona naval y los submarinos de Cartagena”, comentó a este periodista mi primo Antonio Torres Fernández, exdirector de la banda de música de Garrucha y de Bédar. Arturo murió cuando participaba en una manifestación pacífica reclamando la amnistía para los presos políticos de la dictadura aún encarcelados. Aquel 1977 estuvo marcado por la muerte de inocentes y con la legalización del PCE y el decreto de Suárez para acabar con la obligatoriedad de todas las emisoras de conectar con El parte de RNE, el único informativo de lo público y lo privado. La libertad estuvo secuestrada desde la Guerra Civil hasta el año 77 que se llevó la vida de muchos inocentes. Los padres de Arturo quedaron rotos y no les gustaba comentar con la familia el asesinato.
Arturo Ruiz, estudiante asesinado por los ultras de extrema derecha en 1977. Cadena SER |
Quien trabaja para que se conozca la
verdad sobre el asesinato de Arturo es su hermano Manuel
Ruiz (Granada, 1956) que vive en Granada, empleado en empresa de gas natural, y
tiene casa en Roquetas de Mar. “La máxima preocupación de mis padres era que a
sus hijos no les pasara nada. Transcurrido el tiempo, creo mi obligación es
sacar del olvido el asesinato de mi hermano Arturo. Cuando pienso en aquel 23
de enero de 1977 en el que un fascista asesinó a tiros a mi hermano pequeño
Arturo, no deja de impresionarme el cúmulo de paradojas que atraviesan los
sucesos de aquel mes nefasto y sus secuelas”.
El domingo habrá un acto
reivindicativo y una ofrenda floral en la Plaza de Soledad Torres Acosta (Plaza
de Arturo Ruiz) de Madrid, organizado por la familia de Arturo Ruiz, La Comuna
de presos y represaliados del franquismo. Dos días después, el martes habrá
otro acto en el Teatro del Barrio de Madrid. A los familiares de Arturo se
sumarán los familiares de los “abogados de Atocha” y los de la asesinada Mari
Luz Nájera.
Manuel lamenta, junto a sus familiares,
partidos y organizaciones que le apoyan, que no se ha hecho nada porque hay
pistoleros y cómplices que caminan sueltos. “A pesar del tiempo transcurrido no
se ha hecho justicia. Los diferentes gobiernos que han pasado por el poder les
puedo decir que han hecho dejación de su obligación de investigar y tratar de
hacer Justicia”.
El hermano de Arturo Ruiz, Manuel, en una cafetería de Almería / A. Torres |
Jueza Servini. Se
ha personado en la denominada querella argentina, prestando declaración ante la
jueza María Romilda Servini, María Servini, premio de la Fundación Abogados de
Atocha, una jueza lleva diez años de trabajo minucioso por buscar la verdad y
que ha tomado declaración ha autoridades de aquellos inicios como el ministro
Rodolfo Martín Villa, entre otros. “La sensación de ser escuchado por una jueza
que intenta hacer su justicia sobre nuestro caso y trata de investigar y
empatiza con nuestro dolor es una sensación gratificante. Todo ello justifica
el viaje de 10.000 kilómetros. En los últimos días, otras víctimas de la
Transición y nosotros estamos viendo con dolor y preocupación que la frase que
nos alienta de Verdad, Justicia y Reparación está en peligro por el avance de
la extrema derecha”. Creo que el Estado
debería reconocer que durante los años de Transición hubo episodios de
violencia en algunos casos terrorismo de estado y en el caso de Arturo Ruiz dar
las instrucciones para que se inicie una investigación sobre los hechos y dar
orden a la fiscalía para localizar al asesino que nunca se ha hecho”. “La jueza Servini nos recibió el día anterior a la toma de
declaración para tranquilizarnos y charlar con nosotros en todo momento con un
gran respeto. Una experiencia muy gratificante”.
La investigación de la
época, con una docena de testigos, pero que encontró muchos obstáculos,
identificó como autor del crimen a José Ignacio Fernández Guaza, un matón de la
ultraderecha de 29 años con vínculos con las fuerzas de seguridad. Al día
siguiente huyó al País Vasco y poco después, a Francia. Algunos medios lo
situaron en Argentina, luego se le perdió la pista. En 1977 solo fue
juzgado como cómplice, por proporcionarle el arma del crimen, el argentino
Jorge Cesarsky, vinculado al siniestro grupo paramilitar de extrema derecha de
su país Triple A, Alianza Anticomunista Argentina. Llegó a España en 1965 y
estaba bien introducido en los círculos franquistas. De hecho, tras el
asesinato fue seguido por algunos testigos y para su asombro se fue
directamente a una comisaría. Fue condenado a seis años de cárcel, pero
solo cumplió uno. Como ha recordado en el acto una de sus sobrinas, ´se
benefició de la ley de amnistía que Arturo Ruiz estaba reclamando´ cuando le
mataron”, según la información de Íñigo Domínguez
de El País.
Asesinato
de Atocha. Los ultras fueron protagonistas en la semana negra
de la Transición. Al día siguiente, en la manifestación de protesta por el
asesinato de Arturo Ruiz, la estudiante Mari Luz Nájera es asesinada por un
bote de humo lanzado por la policía antidisturbios. Esa misma noche se produjo
la matanza de los abogados de la calle Atocha. Una insoportable línea de
asesinatos que fue llevado al cine para recordarnos que hubo una trágica
Transición. El día 26 de enero de 1977 se produjo una movilización masiva en
Madrid con motivo del entierro de los abogados. El día 28, se proclamó el
estado de excepción, en unos tiempos de los últimos coletazos del lamentable
Tribunal de Orden Público (TOP)
Víctimas de ese periodo
histórico siguen luchando contra el silencio y el olvido. Solo buscan la
verdad. Confían que la Justicia les de explicaciones. Arturo Ruiz tenía cinco
hermanos y dos hermanas Elvira y Blanca.
Comunicado
familiar. La familia se pronunció: ”Como muchos otros
jóvenes, Arturo luchó contra la dictadura franquista para conseguir que se
instaurase una democracia en nuestro país. Y por esa lucha y esos ideales, como
tantos otros jóvenes anónimos, fue asesinado. Y decimos anónimos (aunque para
muchos no lo sean) porque en la mayoría de los casos, no han aparecido en los
libros de texto de la historia oficial.
La familia Ruiz García lleva
45 años reivindicando su memoria, la memoria de esos luchadores anónimos y
olvidados por los poderes del Estado, que es la memoria de esos años de lucha
contra la dictadura. Durante estos 45 años no se ha hecho justicia a pesar de
que la familia no ha dejado de pedir que se investiguen los hechos y que se
juzgue a los culpables. José Ignacio Fernández Guaza, autor material del
asesinato, se encuentra en paradero desconocido desde el año 1977 y en su huida
tuvo, que nosotros sepamos, el apoyo, como mínimo, de un miembro de la Guardia
Civil. Después de 45 años, el asesino de Arturo –como tantos otros–, sigue sin
rendir cuentas ante la justicia. Tras pedir justicia, de manera infructuosa en el
Estado español, nuestra familia acudió a Buenos Aires a interponer una querella
criminal contra los responsables del asesinato de Arturo. Únicamente allí en el
marco de la Querella Argentina atendieron nuestra petición de justicia, la
jueza María Servini ha dictado un auto en el que se solicita mas información
para el procesamiento de Rodolfo Martin Villa, a quien se está investigando
como uno de los responsables de este crimen, con el agravante de lesa
humanidad, que como tal es imprescriptible. Desgraciadamente, en los últimos
meses estamos viendo que Martin Villa tiene muchas influencias y cómplices
poderosos, de manera que en estos momentos asistimos, atónitos, a la defensa
pública que de este siniestro personaje han hecho, incluso algunos ex presidentes
de gobierno. La familia Ruiz García agradece a la justicia argentina la
voluntad de hacer justicia y la perseverancia en su investigación de este y
otros crímenes de la dictadura. Aunque hayan transcurrido 45 años, la huella
del vil crimen no se ha borrado y a pesar de las dificultades y en muchas
ocasiones de no haber encontrado el apoyo institucional esperado, confiamos en
que, de una vez por todas, a uno u otro lado del océano, se haga, por fin,
justicia.
Porque como cantó el
trovador argentino Víctor Heredia:
"Todavía cantamos, todavía pedimos, todavía soñamos, todavía
esperamos"
¡Viva Arturo Ruiz!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario