Luisa Isabel Álvarez de
Toledo lideró una manifestación a petición de los vecinos de Palomares.
Demostró que era una mujer vanguardista y cercana en plena dictadura.
Álvarez de Toledo, en Palomares (Diario16)
El 17 de enero de 1966 fue un lunes negro
para Palomares. Ese estigma no se lo quita la emprendedora barriada de Cuevas
del Almanzora que muestran un hartazgo mediático porque sobre sus producciones
se puede colar algún malentendido por tanta información medio ambiental,
jurídica o diplomática que puede saltar en cualquier momento. Dos aviones
militares norteamericanos, un B-52 y el avión nodriza que lo abastecía de
combustible en pleno vuelo, chocaron entre sí y cayeron a tierra en medio de
una gigantesca bola de fuego. De las cuatro bombas atómicas de hidrógeno que
portaba el B-52, dos se rompieron al estrellarse violentamente contra el suelo,
lo que provocó una grave contaminación de uranio y plutonio.
En homenaje al periodismo de aquella
época, rescatamos la figura André de Amo (Los Ángeles, 1942), hermano de Tito
del Amo al que seguimos añorando en Mojácar, el primero en dar la noticia de
que en el accidente de Palomares estaban involucradas armas nucleares.
Trabajaba para la agencia UPI. Cuatro días después del accidente,
The New York Timestituló en portada: "Estados Unidos admite buscar un
artefacto atómico" (U.S. said to hunt lost atom device), haciéndose eco de
la noticia que Del Amo plasmó en su agencia. El descubrimiento
se hizo gracias a la casualidad propia con la que el destino premia a los
periodistas tenaces. Tras visitar la zona, acotada, se ofreció para traducir a
unos lugareños el mensaje de un oficial americano: salgan de ese campo porque
hay peligro de radioactividad. Luego, astutamente, el reportero le preguntó al
oficial si la Fuerza Aérea Norteamericana estaba muy preocupada por las bombas,
a lo que ingenuamente, contestó: "¿Cómo ha sabido lo de las bombas? En
realidad, se han encontrado tres, pero hay una cuarta perdida". Esa
misma noche, el embajador norteamericano en España, Duke, envió un cable a
Washington preocupado por la información del corresponsal Del Amo y
lo que denominó “escalada del tratamiento mediático”. Ángel Roldán recuerda del
impresionante archivo de Medina Sidonia la actuación de la inteligencia
española en el suceso de Palomares. Como documentalista de Canal Sur, es una
autoridad en la conservación de imágenes, clasificadas. Demostró en La
Brújula, de Onda Cero Radio cómo el exSecretario de
Defensa norteamericano Robert S. McNamara utilizó el accidente de Palomares
como argumento de fuerza para eliminar los peligrosos vuelos con bombas
atómicas, y reemplazarlos por misiles balísticos intercontinentales.
Hartazgo
mediático. Una de las novedades de este año consiste en la
actualización literaria, Mi cárcel, de la experiencia real vivida en Palomares
por una personalidad arrolladora. Los vecinos sabían el poder mediático de una
monárquica contra la censura. La marquesa de los Vélez Luisa Isabel Álvarez de
Toledo y Maura, duquesa de Medina Sidonia (Estoril, 1936-Sanlucar de Barrameda,
2008), madre de tres hijos, conocida como la Duquesa Roja por su
militancia antifranquista en los años de la dictadura. “En 2002, Álvarez de
Toledo consiguió cumplir un objetivo acariciado durante años: editar un libro
cuya publicación había sido torpedeada por la dictadura en 1968. En el
libro Palomares contó su versión del accidente nuclear de
aquel enero de 1966. Tras desaparecer la dictadura, el libro fue publicado por
la UNED en 2002 y afirmó: "Las 80 personas contaminadas por la radiación
estaban en un pueblo rodeado y, gracias a que soy duquesa de Medina Sidonia y
que tenía pasaporte diplomático, pude entrar allí. Me convertí en su
representante y fui expulsada. Entonces me puse en contacto con Europe numéro
1, la radio francesa, y por primera vez di el mensaje que no habían podido dar
los encerrados en tres meses", cita recogida por Santiago
Belausteguigoitia, periodista de El País y del que tuve el privilegio de que me
entrevistara sobre Mujeres de palabra, mi libro sobre las pioneras del
periodismo audiovisual en Andalucía y en el que hice referencia a Palomares. La
actitud de Álvarez de Toledo a favor de los desfavorecidos era ya conocida.
Organizó, tras recibir cartas de petición de ayuda vecina, una manifestación y
un viaje a Madrid para que los agricultores pudieran reclamar indemnizaciones.
Fue juzgada y condenada a un año de cárcel, rebajada a ocho meses y una multa
de mil pesetas por el Tribunal de Orden Público en 1967.
El sobrenombre de la Duquesa roja lo
acuñaron a medias un corresponsal de la agencia Reuters y un redactor de Efe,
respondía Álvarez de Toledo cuando se le preguntaba por el origen de su apodo.
La aristócrata captó la atención de los medios internacionales tras ser detenida
en Palomares. ¿Esa quién es?, preguntó un periodista americano "¡Ésa… ésa
es una roja!".
La catedrática de literatura comparada en
Massachusetts y escritora Soledad Fox Maura (Nueva York, 1969) recupera en, Mi
cárcel, la experiencia de Álvarez de Toledo Maura, prima de la
madre de esta brillante autora, emparentada con personajes de la vida política
española, como Semprúm y Maura. Aborda una vida de una mujer comprometida,
enérgica, hija única, intelectual, autodidacta, y sin apego por lo material que
sorprenderá a más de uno. Palomares y sus protestas formaron parte de su
historia vital.
Calle Duquesa. En
noviembre de 2017, el alcalde de Cuevas del Almanzora Antonio Fernández Liria
inauguró en Palomares la calle “XXI Duquesa de Medina Sidonia”. Entre los
asistentes a la apertura de la calle estuvo el investigador, cineasta y
reportero Pepe Herrera, autor del libro más completo y documentado sobre
Palomares.
Vélez-Rubio, Chirivel, María y Vélez-Blanco recibieron en febrero de 2007 a Álvarez de Toledo, quien en su viaje emuló al realizado por su antepasado Antonio Álvarez de Toledo. Son localidades que formaron parte del marquesado entre los siglos XVI y XIX. El añorado alcalde José Luis Cruz Amario le entregó el escudo de oro de Vélez Rubio. A la marquesa de los Vélez se le recordó que su antepasado mandó construir en la capital velezana la iglesia de la Encarnación (1753-1769), monumento que visitó aprovechando su estancia velezana que le explicarían el añorado alemán Dietmar Roth que se enamoró de los Vélez y fue concejal de Vélez Blanco o el ojo de la zona José Domingo Lentico y su impagable Revista Velezana.
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