El Partido Popular andaluz anda nervioso. No hay más que ver los movimientos dubitativos y, hasta, altaneros, del portavoz del Gobierno andaluz, Elías Bendodo, y del alcalde de Almería Ramón Fernández-Pacheco, ahora portavoz regional. La falta de apoyos parlamentarios ha sumido al ejecutivo de Juanma Moreno en una parálisis legislativa que está provocando deficiencias graves en la gestión de los recursos públicos, en las inversiones y en la futura ejecución de los fondos europeos.
En este último asunto es donde el presidente andaluz está mostrando su cara más radical y desleal con nuestro país y con los andaluces. Al igual que su jefe de filas, Pablo Casado, Juanma Moreno se ha ido de tour a Bruselas a sembrar dudas sobre el reparto autonómico de los fondos europeos que el Gobierno de España ha puesto en marcha y sobre la transparencia en la ejecución de este dinero que debe transformar nuestra economía.
La Comisión Europea es un organismo bastante más serio que el disloque del ejecutivo andaluz. De ahí que Moreno Bonilla hiciera el ridículo más absoluto y volviera con un varapalo y herido en el orgullo, tras comunicar la Unión Europea al Partido Popular, por segunda vez, que España está cumpliendo los objetivos marcados por el plan de recuperación y que las dudas sembradas por los populares son infundadas.
Es una actitud cínica y electoralista la del presidente de la Junta, pues sabe perfectamente que Andalucía es la Comunidad Autónoma más beneficiada por estos fondos, con 1.915 millones de euros. No debería seguir Moreno Bonilla los pasos radicales de su compañera Isabel Díaz Ayuso ni de Pablo Casado, empeñados en confrontar con el Gobierno de España a costa del futuro de los españoles. ¿Por qué no está centrado en gastar bien esos fondos? ¿Por qué no se dedica a buscar la manera de conseguir la recuperación económica de nuestra tierra?
Andalucía lidera, tras Ceuta y Melilla, la tasa de paro, que ya se sitúa en el 20.18 por ciento, con 821.800 parados. Estas cifras le deberían preocupar y ocupar al presidente andaluz, que está últimamente más centrado en la preparación del adelanto de las elecciones regionales y en hacer de comparsa de Pablo Casado en la campaña electoral de Castilla y León, que en los problemas de los andaluces.
Y es allí precisamente a donde se fue mientras el Parlamento de Andalucía debatía, en un pleno monográfico, la situación sanitaria en nuestra comunidad. La ausencia de Moreno Bonilla, al igual que hizo Mariano Rajoy en la moción de censura de 2018, dejó en evidencia el desprecio del presidente andaluz al Parlamento, al personal sanitario y a los andaluces.
La sanidad pública andaluza está en alerta. No es algo que los socialistas digamos, es algo que usted que lee estas líneas sabe perfectamente: los centros de salud están colapsados, no se consiguen citas médicas en menos de 10 días, las bajas por COVID19 a través de Salud Responde no son eficaces, y no funciona el sistema de rastreo. Además, el estrés sufrido por el personal sanitario les está poniendo en una situación de riesgo que podría haberse aliviado si la Junta no hubiera despedido a 8.000 sanitarios. Y fondos para reforzar la sanidad tiene porque Andalucía ha recibido más de 2.300 millones del Gobierno central y dispone de 2.600 millones de superávit. Dinero hay, pero es evidente que Moreno Bonilla ha decidido dejar caer la sanidad pública para favorecer la privada.
¿A qué juega Moreno Bonilla? Los andaluces debemos decir basta ya a tanta mentira y a tanto interés partidista. El presidente andaluz ha perdido el apoyo parlamentario y ni tiene presupuestos ni proyecto para sacar a Andalucía del abandono y hacer que progrese. Los tres años del “gobierno del cambio” han sido los del abandono de los servicios públicos, ésa es la pura verdad.
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