Alcaldes y presidentes de Diputaciones del Partido Popular se plantaban hace unos días en Bruselas para poner en escena un nuevo capítulo del vodevil que han montado con el reparto de los fondos de la Unión Europea para la recuperación. El alcalde de la capital almeriense, Ramón Fernández Pacheco, y el presidente de la Diputación de Almería, Javier Aureliano García, decidieron unirse al grupo de teatro y perder, de este modo, un valioso tiempo que podían haber empleado en impulsar proyectos competitivos, en lugar de ponerse en evidencia.
Escuchando hablar a los representantes del PP almeriense, cualquiera podría pensar que los fondos europeos se reparten de forma graciosa, aunque el asunto no tenga gracia alguna. Y es que estos fondos Next Generation, como antes sucedió con los fondos Feder y con los fondos Leader, se distribuyen mediante concurrencia competitiva. En román paladino: empresas y administraciones públicas presentan sus proyectos y el dinero se lo lleva el que más puntuación obtiene.
Así las cosas, de lo que tendrían que estar pendientes el alcalde de Almería y el presidente de la Diputación es de redactar proyectos buenos, los mejores posibles, y verificar que cumplan con los requisitos que establece Europa. Lo demás es ruido. Con su ridículo viaje a Bruselas, García Molina y Fernández Pacheco lo único que han conseguido es perder tiempo, un tiempo que es muy valioso.
En el caso del presidente de la Diputación, su dejadez a la hora de atender lo realmente importante no sólo está perjudicando a la institución provincial, sino también a los ayuntamientos, que se están viendo obligados a buscarse la vida para poder optar a los fondos de recuperación. Resulta llamativo, cuando menos, que la Diputación de Almería se haya sentado con los empresarios de la provincia para redactar el proyecto ‘Energía, Agua y Alimentos’, pero no haya ofrecido ningún soporte a los municipios para que ellos también puedan concurrir a estos fondos. Hasta tal punto ha llegado el desamparo que muchos ayuntamientos se han visto obligados a contratar a consultoras para que los ‘ayuden’ con este trabajo, gastando un dinero que bien podría haberse destinado a otra cosa.
La Diputación, la casa de la provincia, el ayuntamiento de los ayuntamientos se ha desentendido de su función más básica, de los principios que rigen su acta fundacional, para emprender un viaje a ninguna parte con el único objetivo de atender los intereses electorales de Pablo Casado en una suerte de injustificable deslealtad hacia los almerienses y las almerienses.
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