Como consecuencia de la guerra de Ucrania,
durante el último mes hemos asistido a una escalada de precios imparable. Según
los datos del INE, el conflicto armado ha catapultado los precios un 9,8%
respecto del año pasado, la cifra más alta desde 1985. Un incremento que, tal y
como apunta el comparador Acierto.com,
agrava todavía más una crisis que viene arrastrándose desde el inicio de la
pandemia y que lleva azotando el bolsillo de los consumidores desde entonces.
Pero, ¿qué pueden hacer exactamente para reducir sus gastos?, ¿han
cambiado los patrones de consumo de los españoles? La plataforma experta en
ahorro analiza estas y otras cuestiones.
La escalada de precios
Así, el dato de inflación interanual que
se ha conocido este miércoles es 2,2 puntos porcentuales superior al de
febrero, cuando ya el IPC se había situado en el 7,6%. Una evolución que se
debe, según los expertos, a las subidas generalizadas en los componentes con
los que se calcula el índice –combustibles, alimentos, bebidas no
alcohólicas…–.
Las previsiones no son nada buenas si tenemos en cuenta el contexto. Por
ejemplo y en cuanto a la alimentación, España, deficitario en cereales, compra
a Ucrania el 27% de sus importaciones de maíz y el 68% de las de girasol. De
hecho, este país es uno de los principales exportadores de trigo, semillas de
girasol y aceite, maíz y patatas, todos ellos ingredientes básicos en los
alimentos procesados. En cuanto al maíz y al trigo, hay que tener en cuenta
que, desde septiembre, ya había subido la harina en torno al 30% o 40%, algo
que complica todavía más la situación. Por supuesto esto está afectando a todos
los productos derivados.
El impacto de los costes de la energía y los carburantes –que también
batieron récords históricos– en la cadena de distribución y los parones en la
industria son otros factores que no pueden perderse de vista en la escalada de
precios general.
El desastre de la guerra también impactará al mercado inmobiliario y
es previsible que se retraiga la demanda –lo que, al mismo tiempo, detendría la
escalada de precios de vivienda usada en venta y alquiler–. El encarecimiento
de la energía –gas, petróleo, electricidad– conlleva una subida de precios de
materiales por su producción y transporte, como decíamos. Ser propietario
también será más caro como consecuencia de los precios de los suministros.
Ahorrar más de un 50% es posible
Para paliar los efectos de este
encarecimiento y aunque durante los últimos días el Gobierno ha pactado las
ayudas a los combustibles y al alquiler, Acierto.com recopila una serie de
premisas que podemos poner en práctica para ahorrar.
Por ejemplo y en cuanto a la cesta de la compra, la crisis de 2008 llevó a
muchas familias a comer alimentos más baratos, altos en calorías y menos
nutritivos. Sin embargo, es posible reducir los gastos alimentarios de
otra manera sin poner en riesgo la salud. Por ejemplo, eligiendo alternativas
al aceite de girasol y volviendo a cocinar. Esto incluye apostar por la cocina
de aprovechamiento y comer menos proteínas de origen animal.
Planificar las compras es importante, analizar la oferta de los diferentes
supermercados –y solo disfrutar de las que afectan a alimentos que realmente
necesitamos–, aprovechar las tarjetas y planes de fidelización, ir al
supermercado sin hambre, optar por productos de temporada, elegir marcas
blancas, fijarse en el precio por kilos… son otras recomendaciones. Emplear
apps de chollos o de ahorro específicas también puede ayudar. El ahorro de
poner en práctica estos consejos puede alcanzar los 2.000 euros anuales.
Comparar es otra de las recomendaciones de Acierto.com. En ciertos productos,
como es el caso de los seguros –algunos de ellos obligatorios– es posible ahorrar
hasta un 50%. Por suerte, hasta el 93% de los encuestados por la entidad,
dice comparar precios online antes de comprar.
En cuanto a los consumos energéticos, se estima que el 30% de la factura
energética de los hogares se corresponde con pérdidas. Esto quiere decir que es
posible optimizarla aislando correctamente la vivienda. Bien sea a través de la
instalación de las ventanas adecuadas, de persianas, cortinas o estores,
etcétera.
Los electrodomésticos, junto con la calefacción, suponen el mayor gasto de la
factura de la luz de los españoles, de ahí la importancia de optar por aquellos
que consuman menos y por usarlos bien –lavar la ropa a 40 grados en lugar de a
60, ajustar la temperatura del frigorífico, instalar aireadores de grifos y
duchas reduce el consumo a la mitad–. Hacer un uso responsable de la
energía puede ahorrarnos hasta 1.000 euros al año.
Además, es importante aprovechar los recursos de la propia casa: si es una
vivienda luminosa, intentar sacar el máximo rendimiento a la luz natural.
Contratar un seguro de hogar que cubra los electrodomésticos en caso de avería
por un fallo eléctrico es otra forma de ahorrar a la larga.
Hacer un uso racional de los vehículos (cuyo uso individual se disparó
después del parón de la pandemia) será también fundamental para ahorrar. Y, en
definitiva, apostar por el sentido común en términos generales. No obstante,
habrá que esperar para saber cómo evoluciona la situación y cómo actúan los
consumidores. Todo sin perder de vista que la educación financiera en
España continúa siendo una de nuestras asignaturas pendientes.