El agua es fuente de vida, por eso, cuando hablamos de ella nos
referimos a un recurso primordial y vital para la humanidad y para nuestro
planeta. Todos necesitamos de ella y también de ella depende gran parte de la
riqueza que se genera a nuestro alrededor. La agricultura o el turismo, principales motores de la economía de
nuestro entorno, tienen en el agua su principal activo, y constituyen
verdaderas fuentes de riqueza, capaces de revertir de un modo positivo en la
economía de la zona. El llamado “milagro
de Almería” tiene su inicio en una experiencia innovadora surgida
en Vícar, allá por el año 1970, cuando se aplicó por vez primera en la
península el riego por goteo a los cultivos en la finca Las Fresas, en nuestro
término municipal.
Una novedosa idea que permitió un
aprovechamiento excepcional del agua, que cambió de un modo radical nuestra agricultura tradicional y que ha sido
clave en el desarrollo y el espectacular crecimiento de nuestro sector agrícola y
por ende de nuestra economía.
Pero aquella gota que lo cambió todo hay que conservarla y mantenerla, y para ello es imprescindible llevar a cabo una gestión sostenible que permita administrar adecuadamente los recursos hídricos, tanto subterráneos como superficiales, en base a un correcto equilibrio entre las necesidades de la sociedad y las propias del medio ambiente natural. En nuestra realidad más cercana, la de la Comarca del Poniente almeriense, el agua es un bien tan escaso como imprescindible y su gestión se convierte en un asunto prioritario, teniendo en cuenta la crítica situación de sus acuíferos, declarados sobreexplotados desde 1995.
Para el principal pilar económico
de la provincia, como es la agricultura intensiva, el agua resulta vital y
siempre que hagamos un uso racional del agua, ello repercutirá positivamente en
la sociedad, para seguir siendo nuestra fuente de vida y el manantial de
nuestra supervivencia económica. Para ello, el uso eficiente del agua es determinante, por lo que debemos
poner en marcha aquellos recursos tecnológicos que nos lleve a cumplir ese
objetivo y recuperar el acuífero.
Por eso, en Vícar, redoblamos esfuerzos por hacer un uso responsable de este bien escaso, apostando por un consumo racional del agua, utilizando más del 50% de la procedente de la Desaladora del Campo de Dalías para el uso doméstico, de modo que el agua de los pozos se emplee exclusivamente para el mantenimiento de nuestra agricultura, con el objetivo de mitigar en lo posible el déficit hídrico de nuestro campo, que se sitúa en torno a los 200 hectómetros cúbicos, al menos hasta que las nuevas técnicas de desalación, permitan abaratar los costes del agua desalada.
Todas las líneas de investigación tienen que ir dirigidas a optimizar la obtención del agua y conseguir en un horizonte a medio plazo, la eficiencia permanente en el consumo, mediante la utilización de nuevos recursos energéticos, que hagan compatible un uso responsable del agua, con unos costes de producción asequibles, preservando en todo momento el medio ambiente y el equilibrio de nuestro entorno natural.
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