En las últimas semanas circula el rumor de que, si la aritmética electoral lo impone, y como en el caso de Castilla y León, el PP se viera obligado a compartir Gobierno con Vox en Andalucía, los dirigentes del partido ultraderechista exigirían gestionar la consejería de Agricultura y Medio Ambiente. Vaya por delante que a este rumor no le otorgo ninguna verosimilitud. Juanma Moreno nunca cederá una Consejería tan importante en la estructura económica de Andalucía a un partido distinto al suyo. Una Consejería que gestiona ámbitos tan extensos y complejos como la agricultura, la pesca, el medio ambiente o las negociaciones con el Gobierno central y las autoridades de Bruselas exige un trabajo al que los dirigentes de Vox no están acostumbrados. Si su máximo dirigente no tiene en su hoja de cotización ni un solo día de trabajo más allá de la política, difícilmente quienes le siguen van a aceptar con entusiasmo gestionar áreas de Gobierno que impliquen más esfuerzo que la proclama. Por si alguien lo duda ahí está el ejemplo del vicepresidente sin cartera -y sin obligaciones ni responsabilidades- que ha nombrado Mañueco en Castilla y León.
"Los mismos que verían perturbada su cuenta de resultados si hubiera triunfado Le Pen son los primeros en aplaudir a sus aliados en España"
Desde que el partido de Abascal ocupa un espacio importante en el escenario de la política nacional, ¿alguien podría recordar cuántas iniciativas han presentado en el Parlamento andaluz sobre agricultura sostenible, economía circular, desarrollo de estrategias en innovación e investigación para producir más en menos espacio, optimización de los recursos hídricos, complementación de las diversas fuentes que puede aumentar estos recursos mediante la combinación de ciclos combinados y complementarios, la Política Agraria Común (PAC) o el apoyo a las OPFH? Ninguna.
"El partido de Abascal solo ha mostrado interés por la entronización de la tauromaquia y la elevación a los altares de la caza"
Frente a ese laberinto en el que se exige para transitar por él con éxito grandes dosis de inteligencia, negociación y esfuerzo, el partido de Abascal solo ha mostrado interés por la entronización de la tauromaquia y la elevación a los altares de la caza. Aunque volvieron (la extrema derecha nunca se fue) a la primera línea de la política casi cuarenta años después de “La Escopeta Nacional” de Berlanga, el tiempo para ellos se ha detenido en aquella montería en la que el marqués de Leguineche ponía el cortijo y el empresario catalán el dinero.
Lo lamentable de esta situación es que en la provincia en la que es más importante, más urgente y más necesaria la puesta en práctica de medidas que proyecten su estrategia productiva en el tiempo que se avecina, sea donde Vox ha cosechado su mayor caudal de votos. El Ejido, Vícar, La Mojonera o Roquetas son bolsas de votos importantísimas para Vox. Su política de, ante problemas complejos, responder con soluciones simples les ha dado un resultado extraordinario. Es la estrategia del populismo elevada a la máxima potencia por la ignorancia.
Si el partido de Abascal consiguiera mediante la presión la Consejería de Agricultura en Andalucía acabaría imponiendo la vacuidad de sus tesis-insisto: no se le conoce ninguna opinión más allá del repudio a los inmigrantes. ¿Alguien con un mínimo sentido común puede argumentar qué aportaría al sector agroalimentario almeriense?
La política obliga a quienes la ejercen a navegar entre las contradicciones y a convivir con la decepción. Así lo han hecho con mejor o peor fortuna todos los consejeros y consejeras de Agricultura de la Junta desde la llegada del Estado autonómico. Lo que no alcanzo a entender es cómo quienes aspirarían a un gobierno integrado por cazadores, toreros, terratenientes y capillitas podría gestionar un sector económico en el que ni la bandera ni el patrioterismo sirven para nada. Por eso es difícil entender que tenga tanto apoyo entre un sector que, si algún día se impusieran sus tesis, acabaría provocando un daño insoportable y definitivo para el futuro. La imagen de Olona, aspirante a vicepresidenta de la Junta, con Marine Le Pen el pasado domingo en Paris habría que enseñársela a los miles de agricultores que votan a Vox en la provincia y decirles que, si hubiera vencido a Macron, uno de sus principales objetivos -y así lo ha dicho públicamente- sería proteger a los agricultores franceses dificultando las exportaciones de otros territorios como Almería o Murcia. Va a ser fantástico ver como en campaña, los mismos que verían perturbada su cuenta de resultados si hubiera triunfado Le Pen son los primeros en aplaudir a sus aliados en España.
No lo llego a entender. Cómo no entiendo que el PP calle ante esta realidad y no plante cara a un discurso tan vacío como perturbador para los intereses de la agricultura almeriense. El miedo paraliza y los populares han entrado en esa espiral sin darse cuenta que en la provincia su adversario es el PSOE y su enemigo Vox.
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