Una
exposición, Entre memoria y olvido, se ha clausurado en París sobre la figura
del almeriense Agustín Gómez Arcos, autoexiliado, una figura literaria en el
país galo.
Representación almeriense en la exposición / Dipalme
Tras la llegada de la democracia, uno de los escritores almerienses más ilustres, Agustín Gómez Arcos (Enix, 1993-París, 1998), vio cómo su obra, centrada en la memoria, tampoco encajaba en un país aún marcado por el trauma de la Guerra Civil. El alumno de Celia Viñas vivió una etapa compleja. El Centro Andaluz de las Letras (CAL) lanzará una exposición y un título de su colección Clásicos singulares.
Gómez Arcos fue desde el inicio de su carrera un escritor admirado y polémico. De origen humilde, comenzó a destacar pronto con sus obras de teatro que lo confrontaron con el régimen. Consciente de no poder desarrollar su obra en la España de la época, parte a Inglaterra antes de instalarse en París en 1968. Allí abrazó el idioma del exilio y comenzó a escribir en francés cosechando un enorme éxito.
Sus obras se representan en Europa y sus libros se traducen en todo el mundo. “Entre memoria y olvido”, a través de documentos y fotografías, busca recuperar la figura y obra del escritor, creador de una obra literaria menospreciada en parte por la dureza de sus temas, que esconden ideales de libertad, superación y esperanza.
Los personajes de Gómez Arcos, como Ana Paucha, María República y, en los últimos años de su vida, Marruecos o Pepito, hijo transexual de un militar franquista, se convierten en iconos de la libertad tras haber logrado imponerse al sistema que los oprime.
Por París han
pasado representantes de la Diputación de Almería, que contribuye con material
inédito que recibió de los herederos del intelectual almeriense. El diputado de
Cultura y Cine, Manuel Guzmán, me informó que firmará nuevos convenios con el
Instituto Cervantes para que la exposición recorra el mundo entero. “Tenemos el
compromiso de la digitalización e impulsar la edición de un catálogo sobre la
exposición para que llegue a toda la ciudadanía”. El alcalde de Enix, Álvaro
Izquierdo, y el director del Instituto de Estudios Almerienses,
Francisco Alonso, celebraron el convenio para que la obra siga viva.
En
su casa natal de Enix se lee una placa: “En esta casa nació Agustín Gómez
Arcos. Hombre libre”. Es oportuno citar a Antonio Gómez Delfa, sobrino del
escritor, por su generosidad con la aportación de fotografías y documentos. "El que fue presidente de la República, Mitterrand, admiraba a aquel autor español
que escribía en francés”.
Sobre
la exposición en el Instituto Cervantes de París: “Un homenaje, que centra su
figura como literato, como narrador de los perdedores, pero también como un
exiliado en Francia, un olvidado en España. Agustín Gómez Arcos. Entre
memoria y olvido cuenta con imágenes, ediciones de sus libros y
cartas. "Hemos recuperado fotografías personales en el archivo de la familia,
de amigos suyos, como el actor Antonio Luque, con el que se fue al exilio. Son
instantáneas que nos permiten descubrir las diferentes etapas de su vida como
emigrante. Él llegó a Francia para trabajar como friegaplatos y limpiando en
casas. Para llegar a ser el novelista conocido a finales de los setenta tuvo
que pasar una época de miserias", explicó la comisaria María Díaz
Valderrama. La exposición no coincide con ningún aniversario, simplemente se
realiza para recuperar la figura de un autor que es un nexo entre Francia y
España. "Cuando dices su nombre, hay títulos que la gente conoce, como Ana
no o El niño pan, que estuvieron en los planes de estudio de los 80 en Francia.
A día de hoy ha quedado en el olvido y hay títulos suyos que cuesta encontrar",
me subrayó María Díaz que informó que Gómez odiaba el adjetivo de maldito. “No
lo fue. Sus obras tuvieron éxito, fueron traducidas, llegaron a otros países,
como Estados Unidos o Israel”.
Desde
su casa de Uleila del Campo, Jacinto Soriano, catedrático de la Universidad de
la Sorbona que dirigió el Teatro Español de la Sorbona, calificó al autor: “La
voz de la memoria y rememora una anécdota que vivió. Una noche en la que un
editor asistió al montaje de algunas obras que representaban en el sótano de La
Escala, un bar de la calle Monsieur-le-Prince. “Se interesó por el autor de las
obras y quedó muy sorprendido cuando le dijeron que era el camarero que servía
las copas. Entonces le propuso escribir una novela en francés”, asegura
describiendo el origen de L'agneau carnivore, El cordero carnívoro, la gran obra
de 1975 y que tanto molestó a los que no creían en el nuevo tiempo que se abrió
en España.
La
directora del Centro Andaluz de las Letras (CAL) Eva Díaz Pérez anunció en
primicia que en 2023 lanzarán una exposición y un título de la colección
Clásicos singulares: “Gómez
Arcos es un autor excepcional, pero un escritor al que aún hay que rescatar.
Hay una asignatura pendiente con él. Es de alguna forma nuestro último exiliado
(ahora que está tan desprestigiada esa palabra). El autor escogió el
autodestierro por los problemas con la censura. Decidió borrarse en castellano
para resucitar en otra lengua, pasando de ser dramaturgo español a novelista
francés, y quedando por ello prácticamente inédito y olvidado en su país natal.
Además, la literatura de Gómez Arcos era incómoda en España ya que desvelaba
ambientes de miseria en su Andalucía natal y los mecanismos de tortura del
régimen franquista”.
El profesor José Heras Sánchez, biógrafo del autor, ha sido la persona que con más ahínco ha creído en la figura del autor de Un pájaro quemado vivo. Cuando Gómez Arcos presentó esta novela, tuve el privilegio de entrevistarlo en Diputación para RNE y El País, a mediados de los años 80 del pasado siglo. Me pareció una persona rigurosa y con un acento de desconfianza por todo lo que había sufrido con una sociedad hostil con su forma de ser. Quiero traer a estas páginas una tesis doctoral de 2011 realizada por Francisco Salvador García-Quiñonero Fernández, licenciado en filología Románica por la Universidad de Granada que se puede leer y consultar en Internet.
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