El seminario busca inquilino

Álvaro Hernández

La Voz 

La amplia deuda de la diócesis de Almería tiene tiene, como posible solución, la también amplia cartera inmobiliaria de la Iglesia almeriense. No en vano, durante la reunión con el clero mantenida ayer en Aguadulce, el obispo planteaba a los más de 70 sacerdotes allí reunidos que no considera que la Diócesis esté en bancarrota: al fin y al cabo, el valor de las propiedades supera con creces el dinero que se adeuda.

El problema es el mismo que señalaba hace años la ‘celebritie’ Carmen Lomana sobre sus amigos ricos: propiedades hay, pero falta ‘cash’. Y a ver de dónde sale ahora. El milagro económico para tapar el butrón de  24 millones pasa por cocinar una receta que tiene más años que las teorías de Adam Smith: gastar menos e ingresar más. Y rezar un poco, la verdad sea dicha.

Lo de gastar menos no tiene mucho misterio. Resulta mucho más interesante jugar a pensar cómo puede rentabilizar la Diócesis ese patrimonio inmobiliario. Descartando el cierre de la Casa Sacerdotal (residencia de sacerdotes mayores y familiares) o la venta de cualquier inmueble (para no desprenderse del patrimonio), queda la posibilidad de alquilar lugares interesantes como el seminario de Almería (cerrado para ahorrar costes) o el del tribunal eclesiástico, en plena plaza Bendicho.  

Para el primero ya ha habido algunas ‘novias’: al menos una empresa hotelera se habría interesado por el edificio del seminario. Con instalaciones de lujo (siempre habrá que agradecerle a González Montes el mimo con el que acometió ingentes y costosas reformas en ciertos edificios que cuentan ahora con materiales de exquisita calidad), un hotel de muchas estrellas no sería mala idea. 

También ha habido al menos una universidad interesada. Por ahora, no ha cuajado nada. Puestos a soñar, una empresa que quiera poner sus oficinas en Bendicho sería otra posibilidad. Todo sea por saldar una deuda cuyo plazo no es eterno: por primera vez en siglos de historia, la Iglesia tiene que mirar el reloj en Almería.

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