La exitosa Cumbre de Madrid nos trae el
recuerdo del referéndum sobre la OTAN de 1986, con la peculiaridad de
Palomares y la cuestión de la valla de Melilla.
Antonio Torres, en el monte Gurugú / Fede Ríos
El “sí” ganó abultadamente en Palomares,
barriada marcada por lo ocurrido en 1966. El voto afirmativo a la permanencia
en la OTAN triunfó en Palomares con 332 votos de los 441 emitidos, lo que
significa el 75,28% de los sufragios, frente a los 94 votos negativos,
equivalente al 21,31%. Había interés por conocer la opinión de Palomares,
marcada por el accidente termonuclear. Recuerdo la crónica que escribí para El
País, en marzo de 1986, cundo ofrecí los datos del referéndum. María Alarcón,
presidíó la única urna instalada en el colegio público, situado a 60 metros del
lugar donde aquella mañana de enero de 1966 cayó el tren de aterrizaje de los
dos aviones que arrojaron bombas termonucleares y siete muertos. En esa campaña
por el voto, conviene subrayar lo que apunté: “En Palomares refieren a la falta
de agua y a la actitud de los exportadores, que no quieren oír de la etiqueta Palomares
en las cajas de tomates que salen de esta zona”. Antonia Flores, de de 26 años,
era la alcaldesa pedánea. Pedro Domingo Sánchez, de 65 años,
votó no. “Sánchez era el profesor de EGB que explicaba a los
alumnos de hace ahora 20 años la lección, en una de las enciclopedias al uso.
En cambio, Flores siguió las directrices de su partido, el PSOE, y votó sí,
igual que Andrés Fernández, alcalde de Cuevas del Almanzora, municipio cuya
corporación aprobó la desnuclearización de la zona”.
Monte Gurugú. Melilla
es nuestra vecina y con la que existe gran relación. está a media hora de
Almería y su frontera es la más vigilada del Mediterráneo. La OTAN era hasta la
guerra un organismo casi prescindible. Putin le ha dado foco. Los aliados
pactaron reforzarse frente a Rusia y anunciaron adaptarse a los retos del siglo
XXI como los ataques híbridos. Una reflexión sobre los que se quedan varados en
dudas con las mismas consignas sobre la nueva política de Defensa. Hay nuevos
desafíos en la geopolítica. No conviene simplificar la cuestión porque conviene
subir otro escalón para invertir en paz y defensa. Ya no vale decir “OTAN, no”
sino ofrecer alternativas en un mundo cambiante e hiperconectado. Nadie está en
contra de la paz.
A distintos gobernantes que he entrevistado
sobre la importancia de la Base Militar de Viator, casi siempre han afirmado
que es un asunto de Estado y de estrategia por la cercanía con el Magreb. En
relación con las muertes en la frontera y valla de Melilla nos sitúa el
escritor John Carlin, autor de El factor humano, libro llevado al cine sobre la
fascinante historia de cómo Nelson Mandela consiguió el milagro de la
reconciliación. “Somos los afortunados
de la tierra los que hemos vivido en los países ricos de Occidente durante el
último medio siglo. Ha sido el periodo más próspero, más saludable y más
pacífico de la historia humana. De repente mucho indica que este inusual estado
de relax va a cambiar, que no estamos lejos de volver al modo por defecto de
penuria y barbarie. Menos mal que tenemos las batallas sin sangre del deporte
como anestesia para olvidar, aunque sea solo por un rato, que las economías se
hunden y el mundo parece estar al borde de irse al carajo”. La inflación mes a
mes se eleva y nos va dejando más pobres. A todos.
Permanece en la memoria el instante cuando mis compañeros Francisco Flores,
Federico Ríos, Francisco Herrerías, actualmente en Interalmería y Javier García
de Telecinco, todos ellos con la empatía para emprender cualquier reto
periodístico que se propongan, reunimos unos euros para un joven con una pierna
escayolada, tras caerse en intento de asalto a la valla de Melilla. Tiendas de plástico para dormir debajo de los
árboles y siempre pendientes de redadas caprichosas, aunque tuvieron tiempos
peores cuando se les robaba y agredía con bandas organizadas, paramilitares, y
que la policía marroquí acabó felizmente. En nuestra retina quedan tenderetes
montados para pasar semanas de espera en el Gurugú, decenas de zapatillas,
pantalones vaqueros, sudaderas y ropa colgada. Me llamó la atención la
imaginación para pasar los días. Se hacían instrumentos musicales o
cuadriláteros para boxeo que servirían para mantenerlos física y mentalmente.
Sueños para huir del hambre y alcanzar un, teoría, un mundo más digno para ellos
mismos y sus familias. Huyendo del hambre y de las dictaduras. El pasado fin de
semana, declararon algunos sudaneses que les llevó días y meses de sufrimiento
hasta llegar a Melilla. La ONU y otros organismos han lamentado la violencia.
El silencio contribuye a la confusión. La Fiscal General del Estado, Dolores
Delgado, ha pedido que se investiguen las circunstancias de lo ocurrido en la
frontera donde fallecieron 23 personas, aunque las onegés elevan la cigra a 37.
Marruecos muestra su habitual silencio. En las últimas horas ha roto su apagón
informativo indicando que por un pasillo estrecho quisieron entrar casi 2.000
personas y muchos murieron asfixiados en la desesperada por salir.
A los periodistas que hemos estado en el monte Gurugú de Nador se nos parte el alma porque hay seres humanos que sobreviven entre violencia, hambre y sueños. El exdirector de contenidos de Canal Sur Radio, Francisco Flores, rememoró ayer algunas de sus experiencias en el monte marroquí desde el Real de Antas donde dio el pregón de las fiestas: “El Gurugu”, define Francisco Flores, “es la antesala a la frontera entre la vida y la muerte. Las noches en el Gurugú abrigan, día tras días desde hace décadas, heridas de largos viajes subsaharianos, violaciones, sueños, recuerdos, hambre, sed, lagrimas, violencia y miedo, mucho miedo. En Gurugú, miles de almas han querido ser invisibles para saltar la valla, lejos de la tiranía de gendarmes, en andamios de madera que sortearán las alambradas de las vallas de ciudad europea de África. El Gurugú es el trozo de tierra donde la vida y la muerte se encuentran en el silencio del dolor”. En igual sentido se expresó desde Aguadulce el exproductor de Canal Sur Radio, Federico Ríos, Ambos han viajado una decena de vecess. “He visto a jóvenes”, subraya Ríos, “que se han desplazado desde de Sierra Leona, en días con hambre y sin agua que cuando llegan al mote y se preparan para saltar se preguntan y ¿ahora qué. Ya no tienen nada que perder y se juegan la vida”. Hace 20 años recorrí el Gurugú que, lamentablemente, saltó a la actualidad.
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