Siempre he pensado que la política no es hacer lo que uno desea, sino desear lo que uno debe hacer. Y creo que no hay mejor manera de explicar lo que he vivido y sentido en estos últimos días tan intensos y llenos de emociones cruzadas. Como todos sabéis, he aceptado la propuesta del Presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, para ser Consejero de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Economía Azul en su gobierno, por lo que he tenido que renunciar al cargo que siempre estará unido al terreno de mis afectos, de mis sentimientos y de mis raíces, que es ser Alcalde de mi ciudad. Era lo que tenía que hacer. No interpreto este nombramiento como una oportunidad, sino como un deber.
Siempre he pensado que Almería es la mejor ciudad del mundo, aunque haya muchos almerienses que lo pongan en duda. Y eso es porque seguramente esas personas no han tenido las mismas oportunidades de conocer Almería como las he tenido yo en estos siete años como Alcalde. Nunca pensé que llegaría a ser Alcalde de mi ciudad, igual que lo fueron mi abuelo y mi bisabuelo antes que yo, y por eso cada mañana me he levantado agradecido y dispuesto a dar lo mejor de mí a una ciudad a la que se lo debo todo.
Yo no nací en Almería porque en septiembre del año 1983 mi padre, médico militar, estaba destinado en Barcelona. Aquí llegué con siete años y sólo salí de aquí para estudiar en el extranjero durante un año de la carrera, que por supuesto, estudié en la UAL. En mi proclamación como Alcalde, en noviembre del año 2015, asumí el firme compromiso de servir a los intereses generales de la ciudad de Almería con el afán de favorecer las oportunidades de los almerienses a hacer realidad sus aspiraciones y proyectos, y a que nuestra ciudad creciera a través de un desarrollo integral, solidario, sostenible e inclusivo. He escuchado y aprendido de sus sectores productivos, de sus colectivos vecinales y profesionales, tratando de aprovechar esa fuerza como un valor activo para seguir haciendo de Almería lo que siempre he pensado y he sentido: la mejor ciudad del mundo.
Hoy, cuando vuelvo atrás la mirada, no puedo sino sentir orgullo y agradecimiento por las muchas y buenas cosas que entre todos hemos conseguido. Y creo que no me equivoco si digo que a la hora de hacer un balance de todo ese trabajo podemos hablar de más aciertos que de desaciertos, que como en toda obra humana sin duda ha habido. Siempre he querido lo mejor para Almería, a la que he dedicado mi vida entera y a cuyo servicio he puesto todas mis capacidades, mi ilusión y mi trabajo. Por eso estoy convencido de que la alcaldesa en funciones, María Vázquez, la primera mujer al frente del Ayuntamiento, encarna con inmejorables garantías la estabilidad, la templanza, el diálogo y la cercanía que va requerir el tiempo que viene. María tiene además el consenso y el respaldo del Partido Popular, el partido que mejor representa y defiende los intereses de Almería, y que bajo la presidencia de mi amigo Javier Aureliano García ha vuelto a dar estos días una enorme lección de generosidad y de sentido común.
Por mi parte, afronto con enorme ilusión el cargo de Consejero en el Gobierno de Juanma Moreno en la Junta de Andalucía, en el que por primera vez habrá dos almerienses: Carmen Crespo y yo mismo. Os aseguro que nos esforzaremos para transformar toda esta confianza en inversiones, apoyo y respaldo firme al progreso de Almería para consolidar así el proyecto de futuro de lo que hoy somos: una gran ciudad.
Finalmente, quiero expresar mi gratitud a Almería, que es mi lugar favorito en el mundo. El punto central de mis ilusiones, mis recuerdos y mi alegría. Almería es la ciudad de mi alma. La ciudad donde descansan las cenizas de mi padre, donde me hice un hombre, donde conocí y me casé con Dácil, donde han nacido nuestros dos hijos y donde un día espero que lejano, también quiero descansar para siempre. Cierro mi etapa en la Alcaldía con dos certezas: que tenemos en marcha un proyecto de ciudad muy sólido, apasionante y abierto, y que el futuro al que nos dirigimos está en las mejores manos. Yo dejo la Alcaldía, pero no dejo a Almería, pues nadie se puede desprender de aquello que forma parte de uno mismo.
¡Muchas gracias Almería! Ha sido un honor.
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