Escribir de la España vaciada es rescatar
relatos desde el interior de nuestra provincia y que han triunfado en otros
países. Nostalgia, frustraciones y sueños cumplidos.
Boda de los abuelos de Lola López en 1945 / Álbum familiar
El viaje sin retorno con el encargo a sus vecinos que le custodiaran su pequeño terruño y que se la dejaban esperanzados en volver a ella. Tierras de los pobres que habían marchado a trabajar a pico y pala, a puntero y barreno, abriendo los túneles de los Pirineos. Tristeza y una buena ristra de penas y llantos de miles de familias obligadas a abandonar su tierra.
“Me contaba mi padre que sus esposas se quedaban con sus
hijos en sus pueblos solicitando prestado, mientras que sus maridos volvían de
echar la temporada en las tierras de acogida de la emigración, al señorito
terrateniente, la damajuana de aceite y el costal de harina con lo que cocinar
las migas para sus hijos, y cómo el señorito le hacía firmar el papel de la
entrega. Una cruel astucia, una estratagema, del terrateniente diciéndole a la
pobre madre: Sí mujer, llévate lo que necesites y no
tengas penas, que como tú no puedes, yo me ocuparé de cultivar tus tierras. Y cuando volvía el esposo a su casa, con
los ahorrillos de las mil pesetillas de la sudor, e iba a pagar el aceite y la
harina, los productos que había solicitado la madre para engañar al hambre de
sus hijos, estos valían tanto que prefería el pobre picador entregarle sus
tierras, al avaro e insaciable, al ladrón, al vampiro alimentado con la sangre
de los pobres, los que contribuyeron, y bastante, a vaciar a esta España
nuestra, el pequeño terruño, la herencia de sus antepasados. Una triste
realidad de caciques”, rememora el maestro y exalcalde de Purchena Luis
Caparrós.
La autora del libro “An American Paella”,
mezcla de culturas, recopilatorio de entrevistas de emigrantes, especialmente
andaluces, es Gloría M. López (Winters, California, 1952), descendiente de El
Marchal de Lubrín por abuelo paterno y de Málaga por abuela. Recoge historias
de almerienses que emigraron a Estados Unidos como millones de personas de todo
el mundo a lo largo del siglo pasado. Son nietos o bisnietos que tienen relatos
llenos de ternura, nostalgia y con el punto realista de mirar al futuro con
familias enriquecidas por personas de otras continentes y culturas.
Gloria López |
El trabajo tiene el vigor de las historias
inspiradoras, veraces, experiencias y voces narradas de generación en
generación. Con apuntes a los reencuentros de los fines de semana para mantener
tradiciones. Ahí están los ejemplos españoles de la paella del fin de semana.
El título del libro es muy apropiado, que los abuelos vivieron en aquella
España de pobreza, silencio y emigración. La autora de An American Paella nació
y se educó en la pequeña ciudad agrícola de Winters, en el condado californiano
de Yolo me contó por correo electrónico. “Ahora cultivamos nueces. Esta parte
de California se parece mucho por el clima a Lubrin”. Ejerce con pasión y
sincero sentimiento del origen de los abuelos. “Está en mi corazón, alma y
sangre”, dijo Gloria López a Rocío Amores. Gloria admite que cada generación
que pasa pierde algo de la costumbre de los abuelos. Muestra con orgullo
aquello del “sueño americano cumplido”. Un sueño de recuerdos y experiencias.
En el epígrafe Inmigrantes españoles en
Estados Unidos del citado libro aparece un relato humano que va en la línea de
Gloría López por conservar la forma de elaboración del pimiento como en las
zonas de Bédar y Lubrín. “Hacia finales de abril,
Gloria López regala a amigos y vecinos docenas de pimientos que ella misma
cultiva en un pequeño invernadero que tiene al lado de su casa en Winters,
California. Son plantas muy especiales, ya que descienden directamente de
un puñado de semillas que trajo de España su abuelo, Rafael López, cuando
emigró a EEUU en 1920. A partir de ese año, el abuelo siempre guardaba semillas
de cada cosecha de pimientos para sembrar al año siguiente; su hijo,
Sebastián, padre de Gloria, hizo lo mismo durante muchos años. Y ahora, un
siglo después de la emigración de Rafael, es Gloria quien mantiene viva esta
hermosa tradición anual”. “Estas plantas”, afirmó Gloria, “son de semillas de
pimiento que trajo mi abuelo Rafael López cuando emigró de España en 1920.
Todos los años plantaba la semilla y cosechaba los pimientos, guardando semilla
para el próximo año. Entonces mi padre, Sebastián López, mantuvo la
tradición…”.
Son miles de emigrantes andaluces.
Barriadas enteras de Lubrín, Sorbas, Bédar, Turre, Los Gallardos abrieron
camino por la geografía de Estados Unidos. Primero a la isla de Hawái donde les
ofrecían recolectar caña de azúcar o piña. La isla tenía fama desde 1907 cuando
se invitó a andaluces a con paisaje gratuito, tal como se explica en el libro
Pioneras de la escritora y periodista Silvia Coma. Otros eran clasificados
desde pastores, leñadores, albañiles. Lo bueno de Hawái es que ofrecía casa y
enseñanza gratuita, pero las condiciones de trabajo, duros, y los salarios,
bajos. Los abuelos de Gloria como otros tantos supieron buscar mejores
oportunidades y dieron el salto a California.
Sangre
de Lubrín. Lejos de amilanarse, los intrépidos pioneros
comenzaron a trabajar con ahínco, en aquellos territorios, donde eran muy
apreciados, tanto sus conocimientos agrícolas, como ganaderos, señala desde
Lubrín el incansable en la promoción de su tierra Ignacio Mañas. “Son familias
admiradas. Fueron prosperando, llegando a estar codeándose con las mayores
empresas americanas, consiguiendo las más altas cotas de poder
empresarial. Un ejemplo de esa evolución y referente de estos aguerridos
colonizadores, es la familia Ramos, procedente del Marchal de Lubrín y que
actualmente son poseedores de la compañía Ramos Oil Co., que es una de las
mayores distribuidoras petrolíferas del país.
Talento y formación son claves para las terceras generaciones. Una evolución que se da en todos los ámbitos. Fueron tiempos difíciles y los que hemos tenido familia que emigraron por fuerza mayor lo sabemos. Por eso, nos da pena cuando se machaca al inmigrante cuando hemos sido tierra de emigrantes. Una vieja historia que no conviene olvidar. Son conscientes de que sus antepasados llegaron sin nada y con esfuerzo, sacrificio han ido formando familias que saben de donde vienen. En definitiva, que tienen los pies en el suelo y saben lo que cuesta todo.
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