Con relación a la equívoca información
transmitida bajo el título “Un auto judicial deja abierta la
puerta a trasladar el Pingurucho” y con el ánimo de aclarar a los lectores la situación
judicial real en que se encuentra el Pingurucho, paso a exponer los
siguientes argumentos:
1. Vaya por delante, con toda rotundidad, que el Auto del pasado 21 de septiembre del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) en absoluto habilita el traslado del Pingurucho. Se limita a inadmitir mi Recurso contra una decisión municipal implícita y no expresa de trasladar el Monumento de los Mártires de la Libertad de su idónea e histórica ubicación actual en la Plaza Vieja a otra localización urbana claramente impropia e inadecuada.
2. De hecho, el TSJA viene a reconocer que no existe decisión municipal explícita sobre el traslado del Pingurucho puesto que esa no era la finalidad concreta del acto suscrito por la Concejala de Urbanismo que recurrí, como tampoco estaba tal decisión en la Modificación del Plan General que pretendía eliminar los árboles de la Plaza Vieja felizmente anulada por tres sentencias del TSJA.
3. Sin embargo, el ambiguo acto de la concejala que recurrí daba pie (y a mí me dio pie) a preguntarse legítimamente: si la decisión de la concejala no comportaba la decisión municipal del traslado del Pingurucho, ¿para qué y por qué se iba a contratar por el Ayuntamiento de Almería un Proyecto Técnico a un arquitecto que tenía por objeto el desmontaje y traslado del mismo? Obviamente, la finalidad de la contratación no podía ser otra que el traslado del Pingurucho, pues se supone que no sería su almacenamiento ad eternum como ocurrió cuando se destruyó con la visita del dictador a Almería a mediados de los 40 del siglo pasado.
4. Mi responsable preocupación como ciudadano y urbanista por el traslado del Monumento sobre el que ya me he manifestado públicamente en múltiples ocasiones, me llevó a interponer el citado Recurso judicial contra una decisión cuya finalidad implícita no podía ser otra que un traslado que considero injustificado e ilegal, como ya expuse en escrito de 1 de junio de 2020 presentado ante el propio Ayuntamiento del que, por cierto, no he obtenido respuesta alguna. No obstante, el TSJA en el ejercicio riguroso de sus competencias, no apreció esta derivada que yo contemplaba en mi Recurso por no ser el concreto objeto de la decisión de la concejala, procediendo a su inadmisión, Auto que obviamente respeto y asumo responsablemente en su totalidad.
5. En cualquier caso, hay que recordar sobre la actuación municipal en el procedimiento judicial que ha terminado con el Auto citado, que en escrito de 24 de noviembre de 2020 el Ayuntamiento no mostró oposición alguna a mi petición de que se suspendiera cautelarmente el traslado del Pingurucho, episodio que creo que evidencia la sorprendente ausencia de criterio municipal y pone de manifiesto la confusión que reina en el Ayuntamiento sobre este tema.
6. Para finalizar y con el objetivo de que quede claro para la opinión pública, en la actualidad el traslado del Pingurucho se encuentra suspendido judicialmente, tanto como consecuencia del otro Recurso judicial concreto sobre este tema que he interpuesto ante el TSJ, como también por otro Recurso interpuesto por la Plataforma del Bicentenario de Los Coloraos. Ambos Recursos judiciales se están sustanciando en la actualidad en los Tribunales y, con el máximo respeto para los Órganos de la Justicia y para las diversas opiniones que puedan tener los ciudadanos a este respecto, tengo la esperanza, como seguro que la tienen muchos almerienses “de orden”, que dichos Recursos prosperarán adecuadamente, tal como lo hizo mi Recurso contra la Modificación del Plan General que pretendía el despropósito injustificado e injustificable de eliminar el centenario arbolado de la Plaza Vieja.
7. En definitiva, aún queda mucho camino judicial y mucho tiempo de debate social y profesional por recorrer hasta conseguir que la racionalidad histórica y urbanística triunfe y permita consolidar, de una vez por todas, la ubicación del Pingucho en la ubicación que le corresponde y que disfruta desde hace más de cien años, es decir, en la Plaza Vieja.
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