Los caprichos del PP de Almería frustrados por los jueces

Miguel Cazorla
Portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Almería 

El equipo de Gobierno del PP debería hacerse mirar que sus planes para remodelar la Plaza Vieja, arrancando los ficus centenarios y dejando la plaza baldía, hayan sido frustrados por un tribunal por tercera vez consecutiva. Máxime cuando, anteriormente, otro juzgado dictaba medidas cautelares para detener el traslado del monumento a ‘Los Coloraos’. Nosotros lo hemos venido advirtiendo desde el minuto uno: la cabezonería —no se puede llamar de otra manera— del anterior alcalde, Ramón Fernández-Pacheco, y de la concejal de Urbanismo, acabaría paralizada por un juez. El tiempo da y quita razones, aunque admito que me hubiera gustado equivocarme. En cualquier caso, el tiempo perdido por culpa de esa tozudez, al final, corre a cuenta de los de siempre: los almerienses. Y el tiempo (y el dinero público) es la cosa más valiosa que uno puede malgastar. 

El PP no ha querido nunca atender a las asociaciones vecinales y culturales, ni a los partidos de la oposición que rechazamos ese modelo de Plaza Vieja sin árboles y sin ‘Pingurucho’. Por no querer, ni siquiera ha querido escuchar a los almerienses, tal y como propusimos desde Ciudadanos, para celebrar una consulta popular y conocer así la opinión al respecto de la gente. La alergia del PP a la sociedad civil y a la participación ciudadana es algo de sobra conocido. En su día, propusimos también un Plan Director de Arbolado, como tienen en ciudades vecinas, que evitaría situaciones indeseables como esta; tan cierto como que, una vez más, no se ha querido hacer nada. 

También es bien conocida la desastrosa política medioambiental llevada a cabo por Ramón Fernández-Pacheco mientras ha sido alcalde —con la concejal de Sostenibilidad Ambiental del PP aplaudiendo con las orejas—. Tildar su gestión de muy deficiente es quedarse corto. Ahí queda la errática gestión del agua, autorizando la puesta en marcha de más bastidores de la desaladora pese a la existencia de informes técnicos que advierten de cómo ello esquilma el acuífero de agua dulce de Almería, y sin hacer nada para garantizar que todo el agua que entra a la desaladora lo hace desde el mar, y no que hasta una cuarta parte de la misma proceda, como ocurre ahora, de un acuífero sobreexplotado. ¿Otros ‘logros’ en materia de medio ambiente? La proliferación de auténticos vertederos improvisados en barrios y parajes de nuestro término municipal; la existencia de vertidos de aguas fecales en pleno centro (desembocadura de la Rambla), la depuradora de Cabo de Gata que colapsa cada verano, contaminando una reserva de la biosfera en pleno Parque Natural; ver cómo se secan los humedales de Las Salinas, o cómo se realizan podas injustificadamente agresivas, o cómo vuelan los graneles sólidos desde el Puerto de Almería hasta el barrio de Pescadería, o cómo se eternizan las actuaciones para acabar con los pozos negros de la Fabriquilla… 

Y, ¿cuál ha sido el premio recibido por todo ello? Su nombramiento como flamante consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Aun con todo, le deseo lo mejor en su gestión por el bien de los andaluces, y de los almerienses en particular. 

Vuelvo a los árboles de la Plaza Vieja. Haciendo una breve cronología, el PP ha ignorado la participación ciudadana; ha desoído hasta 117 alegaciones, incluyendo las del Colegio de Arquitectos, Colegio de Ingenieros Técnicos Agrícolas, la asociación multisectoral de jardinería andaluza, cuatro asociaciones vecinales, incluyendo la del Casco Histórico, sin dejar de lado los distintos colectivos ecologistas y culturales; y pese a rechazar esas 117 alegaciones, se ha corregido a sí mismo en lo tocante a la edad del arbolado, que es muy distinta de la que se ha intentado vender a la opinión pública. Donde decían que apenas sumaban 20 años de vida, resulta que suman hasta 118 años. Y luego está la Comisión Provincial de Patrimonio, que rechazó (en septiembre de 2018) el traslado del arbolado de la Plaza Vieja. Entonces, la concejal de Urbanismo dijo que aquella decisión respondía más a motivos políticos que técnicos, una opinión que no ha mantenido ante la decisión que el mismo organismo (dominado ya por otro color político) tomó en diciembre de 2019, cuando se manifestó en el sentido contrario. 

Y yo me pregunto: si los ficus de la Plaza Vieja son tan malos para posibles yacimientos arqueológicos en el subsuelo, como el equipo de Gobierno ha llegado a sostener —algo que colectivos de jardineros andaluces han negado en su alegación—, ¿lo son también en el Paseo de Almería o los del Parque Nicolás Salmerón? ¿Los arrancamos también? 

Vivimos en Almería, una de las ciudades con más horas de sol al año, de modo que debemos velar porque nuestras plazas cuenten con zonas de sombra suficientes, y no por lo contrario, es decir, por plazas diáfanas y sin apenas vegetación. Ojalá algún día apostemos de verdad por una ciudad más amable, más verde, en definitiva, por una ciudad mejor, y no por los caprichos de algunos que en nada benefician a Almería, como ha ocurrido en el Paseo, con el agua desalada, con la noria, con el declive comercial y con tantos otros desaciertos.

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