Es tan efímera la actualidad que en pocas horas se ha pasado en este país de hablar de las miles de personas que se manifestaron en Madrid contra Isabel Díaz Ayuso (PP) y en defensa de la sanidad pública a poner el foco en los defectos jurídicos de la ley del ‘solo sí es sí’, sobre la libertad sexual, que defiende a capa y espada Irene Montero (Unidas Podemos).
Lo contaba en su editorial de ayer Angels Barceló en la Cadena SER. Apenas queda tiempo para la reflexión. Y eso, en mi opinión, no es nada bueno en unos tiempos en los que 280 caracteres en un tuit resumen una posición determinada.
La suerte que tenemos en Almería es que nuestras inquietudes, nuestros anhelos, nuestras quejas, duran mucho más en el panorama informativo. Sin ir más lejos, este jueves se volvió a hablar de la llegada del AVE en un foro con unos 1.600 empresarios de toda España en Barcelona. En la Ciudad Condal, el presidente de la asociación valenciana AVE, Vicente Boluda, se jactaba de que gracias a la presión de las patronales – y a la de la sociedad civil en general – se están consiguiendo avances en el Corredor Mediterráneo. No es para menos. En esta isla llamada Almería rara es la semana en la que el AVE no es protagonista. Rara es la semana en la que no nos olvidamos del tapiado de los túneles en la época de Mariano Rajoy ni del trasvase de agua del Ebro que quedó guardado en un cajón con José Luis Rodríguez Zapatero.
Mantener la llama viva de la reivindicación es una buena receta, pero mejor sería que la capacidad de movilización de la sociedad almeriense en su conjunto fuera mayor. ¿Cuántos de los 1.600 empresarios que participaron ayer en la cumbre del Corredor Mediterráneo llegaron a Barcelona desde Almería? Apenas dos decenas. Una cifra casi idéntica a la de quienes se manifestaron hace años a las puertas de la Estación Intermodal por la supresión del tren nocturno a Madrid. Así nos va.
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