Antonio Bisbal Durán (1905-1975) fue el patriarca de una familia que hizo historia boxeando. Es difícil encontrar un caso parecido, el de un padre y sus cinco hijos que se dedicaran a un deporte con tanta pasión que hicieron de él una manera de entender la vida. Antes de que apareciera en escena la figura del cantante David Bisbal, nieto de Antonio, nombrar el apellido Bisbal en Almería era hablar de boxeo.
Antonio Bisbal, en el centro, rodeado de sus hijos, el día que le fue concedida la Medalla al Mérito Pugilístico en 1972 / La Voz |
Antonio Bisbal fue el primero, el que sembró en sus hijos la pasión por el boxeo, una semilla que fue brotando en cada uno de sus hijos. Tenía una carpintería en la calle Solano, detrás de la Plaza de Marín. Era un local situado en el bajo de un caserón antiguo donde olía a viruta y a cola, con las paredes cubiertas de calendarios y estampas de boxeadores de la época. En un rincón, colgado de una repisa, había un aparato de radio en el que escuchaban el Parte de Radio Nacional y las retransmisiones de los combates de boxeo. Alrededor del transistor se reunía medio barrio cuando había una pelea importante.
Era un buen carpintero que siempre tuvo vocación de boxeador aunque nunca llegó a subirse a un ring a pelear, aunque sí lo hizo para organizar combates, ya que como parte de su profesión se dedicó a montar muchos de los cuadriláteros donde se celebraban peleas.
Esta desbordada afición se la fue transmitiendo a sus hijos: Antonio, Miguel, Francisco, Juan, José y Dionisio, que de niños jugaban a intercambiarse golpes debajo de los soportales de la Plaza Vieja. En ese ambiente de callejones, de niños que inundaban las aceras de día y de noche esquivando el hambre con una pelota en los pies y dos guantes de boxeo, nacieron y se criaron los ‘Bisbales’.
Dionisio, el menor, recuerda que sus hermanos lo llevaban de la mano al Cerro de San Cristóbal, donde subían los jóvenes del barrio a entrenarse.
Eran los buenos tiempos del boxeo en Almería. En una sociedad sobrada de miserias, con familias viviendo en habitaciones y la sombra de las cartillas de racionamiento amenazando el pan de cada día, los niños soñaban con ser boxeadores para ganarse unos duros. Había mucha juventud que no tenía trabajo ni posibilidades de estudiar. Gente que vivía en barrios marginales que veían en el boxeo un camino por donde poder progresar socialmente. De estos barrios surgió el boxeo.
En la carpintería de Antonio Bisbal se respiraba el boxeo y se leían en voz alta las crónicas de los grandes combates que se publicaban en el Marca. El local se llenaba de amigos que acudían religiosamente para enterarse de la última pelea del campeonato mundial o simplemente para conocer qué había pasado en la última velada de Madrid. Tal vez, esa espina que llevaba clavada por no haber podido ser boxeador, se la sacó con sus hijos. Él los orientó y él les ayudó a dar los primeros pasos, cuando por las tardes acudían al local de la perrera municipal, a las espaldas de la terraza Moderno, y entre los carros de la limpieza y las escobas de los barrenderos se enfundaban los guantes y se ponían a pelear. Aquellos entrenamientos rudimentarios terminaban con una ducha con la manguera de agua fría.
Uno de los días más felices en la vida del patriarca de la familia Bisbal fue cuando en 1961 su hijo José consiguió en Madrid el título nacional del peso Gallo de boxeo aficionado. Aquella hazaña fue considerada como una victoria de toda la ciudad, por lo que unos días después, cuando el joven boxeador regresó a su tierra, media Almería se dio cita en la estación para recibirlo como un héroe. Iban todos los coches de caballos que había disponibles en una cola gigantesca, y todos cargados de aficionados con pancartas.
Otro día inolvidable en la vida de Antonio Bisbal Durán fue el 26 de abril de 1972. Se celebraba en la Plaza de Toros de Almería el Campeonato de España de Boxeo Aficionado y antes de que empezaran los combates, con un recinto que presentaba un lleno a rebosar, el mundo del boxeo le rindió un cariñoso homenaje al patriarca, que fue condecorado con la medalla al mérito pugilístico en reconocimiento a toda una vida dedicada a este deporte, siempre desde la sombra.
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