Tras varios años de esperar el ferrocarril que Almería soñaba, por fin ha llegado. El tren ha estacionado delante del cartel de bienvenida en nuestra estación de hierro, cristal y piedra. Que preciosidad esta estación inaugurada en 1893 de estilo modernista, industrial con reminiscencias mudéjares. La estación, sin duda una de las más bonitas de España, está siendo piropeada por una multitud de almerienses: “¡guapa, guapa y guapaaaa!”. En los alrededores, las fuerzas de seguridad han tenido que cerrar los accesos debido a las miles de personas de la capital y de la provincia que se acercan a comprobar la maravilla y más sabiendo que ahora desde ahí mismo, van a salir también cercanías que nos llevarán a Poniente y a Levante y todo desde el mismo corazón de la ciudad. ¡Que alegría... Bienvenido caballo de hierro!
Almería, la joya del sudeste, la esquina tranquila donde el sol pasa el invierno, por fin ha visto cumplido lo que tanto anhelaba, y todo gracias a que políticos de todos los partidos, colores y cargos nos han dado la sorpresa del siglo. La noticia saltó a principios de año. Se desveló que la falta de diálogo, las mentiras, las excusas de plazos alargados en el tiempo, la falta de inversión y la pelea política, era un plan concebido para crear expectativa y tenernos “un poquito enfadados”, pero que toda la inversión estaba guardada en una grandiosa cuenta oficial, una hucha para ir pagando, en un profundo secreto de Estado, todo lo necesario: las obras, las expropiaciones, los proyectos…Todo lo que hacía falta se ha ejecutando sin que nadie lo supiera, todo lo han hecho para darnos una alegría... ¡Y qué alegría más grande!
...Y de pronto me desperté. Ayyyy. ¿Pero qué me ha pasado? ¡Vaya siesta más tonta! ¿Cómo he podido ensoñar con el tren, que tontería, no tendré yo más causas? !Ah!, Ya sé por qué.
Me enteré que el pasado sábado 18 nos visitó un tren histórico que la asociación Amigos del Ferrocarril de Madrid ha rehabilitado con material antiguo y lo pone en circulación con el nombre de Estrella Alcazaba. Es “un tren ochentero” (de cuando aún el Gobierno de turno no había desmantelado las cientos de estaciones de tren para primar el transporte por carretera). Movido con una máquina diésel 333, tiraba de cuatro vagones, uno de ellos, cafetería. En total, fueron unos doscientos viajeros que salieron de Chamartín a las siete de la mañana y llegaron a Almería a las 16:14. Desde luego, vinieron tranquilos y desacelerados, lo que ahora se llama “Slow live”. El Estrella Alcazaba recogió viajeros en Aranjuez, Linares y otras poblaciones.
Los 200 pasajeros vinieron a pasar el fin
de semana a Almería, pernoctaron en la ciudad y comieron y disfrutaron de
nuestra gastronomía. Se dejaron los cuartos, vamos… Y tranquilamente se volvieron
por el mismo camino a las 15:00 del domingo.
¿Se pueden creer
que no había ninguna autoridad recibiéndoles? Ninguna alfombra, ni fandangos,
ni vino español… !Nada! A los cruceros que llegaban al puerto se le hicieron
fiestas y bienvenidas, sabiendo que no dejan un euro porque vienen con todo
pagado o se van en autobús a visitar la ciudad de Granada. A los intrépidos
viajeros en tren, que sí gastan, pasean, comen y duermen en la ciudad, ¡que les
den!
Hay también un tren turístico de lujo, el “Al andalus”, que recorre toda Andalucía, excepto Almería. ¡Hay que traerlo!
Pensándolo bien, ya que no vamos hacia el
futuro, podríamos viajar hacía el pasado como con un Delorian. Podríamos
poner en valor la añeja publicidad de Renfe “papa ven en tren”, aunque ahora
los que vuelven son los hijos. O ya
que estamos tan indigentes, podríamos echarle más madera al asunto y tener las
agallas de llevar a todos los gobiernos al juzgado.
No sabemos donde estará nuestro destino
como provincia, solo sabemos lo que estamos perdiendo cada día sin un
ferrocarril digno. Ya no llevo la cuenta de cuantos retrasos llevamos y
cuales son los retos que nos faltan. Están, eso si, pendientes de ello las
distintas asociaciones de amigos del ferrocarril y la Mesa del tren, pero yo…
¡ya he perdido hasta el interés! No me
entero de las desavenencias del Gobierno con la Junta y de ésta con el
Ayuntamiento. No tengo ni idea y, lo que es peor, me aburre querer enterarme.
Pido disculpas por la broma del principio, pero hay que sacar el sentido del humor, al fin y al cabo de ilusión también se vive.
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