El
chabolismo es un asunto de toda la sociedad. Las diferentes administraciones
deben trabajar para acabar con el chabolismo, planificar el crecimiento de los
invernaderos, falta de vivienda y alquileres caros.
El asentamiento de El Walili ya es historia / GB
La población
inmigrante empadronada en Almería supera las 170.000 personas. Sobresale
especialmente la fuerte representación de la inmigración africana tanto
marroquí, el origen mayoritario con mucha diferencia, cómo del África
Subsahariana. La estructura por sexo refleja una población algo masculinizada,
pero en la que la mujer ha ido ganando peso, sobre todo a raíz de la crisis, y
actualmente se sitúa en torno al 45%. Esto se debe en buena medida a la fuerte
presencia africana, donde suele haber un predominio claro de los varones, Sin
embargo, se trata del grupo en el que más ha avanzado el porcentaje de mujeres,
que ha pasado del 22.7 % en 1998 al 33.5% en 2021. Esto indica una tendencia a
un equilibrio por sexo y a la creciente presencia de familias facilitada por
una autoridad en inmigración. Tras el desalojo y derribo del asentamiento
chabolista de inmigrantes de El Walili (Níjar) pregunté sobre cómo acabar con
las chabolas que siguen en los municipios agrícolas al catedrático de la
Universidad de Almería, Pablo Pumares, madrileño que lleva 28 años en
Almería. Pumares afirma no tener la solución, pero de inmediato te dirige a
todas las administraciones para que construyan viviendas sociales y a los
propietarios de fincas agrícolas para que dispongas de residencias dignas para
los trabajadores que son la clave del milagro económico almeriense. “Es un
asunto de toda la sociedad a sabiendas de que el desarrollo agrícola debe
contemplar residencias dignas para los que vienen de fuera de Almería a
buscarse la vida”.
La
inmigración procedente del extranjero en la provincia de Almería ha sido una
constante desde los años 90. Su huella es ya profunda, constituye el 22 % de la
población y el 39 % de los nacidos tiene un progenitor extranjero, pero también
constituye la mano de obra imprescindible de un sector clave de la economía
almeriense. “La presión que sufren los agricultores en un marco de gran
competencia internacional, y la necesidad que tienen de trabajadores foráneos
crea un clima de tensión de entre grupos que no facilita las actuaciones para
mejorar las condiciones de vida de los inmigrantes. Sin embargo, la presión
internacional y la progresiva toma de conciencia de que no se puede dejar que
la situación se deteriore más alumbran la posibilidad de cambios”. Son
reflexiones recogidas de un amplio y detallado trabajo del citado Pablo Pumares
y de Beatriz González-Martín de la Universidad de Almería para la rigurosa
publicación Mediterráneo Económico que dirige el periodista Manuel Gutiérrez
Navas. Cuando el desarrollo agrícola comenzó con la imaginación de los
agricultores y productores almerienses tuvimos durante mucho tiempo reportajes
veraces de jornaleros recogidos como ganado en rotondas.
El faro para combatir la pobreza extrema de la provincia de Almería la tuvimos con retrato de Juan Goytisolo en Campos de Níjar. La evolución, modernización y transformación de la provincia es espectacular. A sabiendas de que queda mucho, muchísimo, camino por acabar con las chabolas, la pobreza y el analfabetismo.
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