El debate sobre el Estado de la Ciudad que hemos celebrado esta semana en el Ayuntamiento ha sido un acto de normalidad institucional que ha permitido al equipo de Gobierno escuchar y debatir con los diferentes grupos de la Oposición sus puntos de vista sobre el avance o retroceso de la gestión municipal. Gobernar es escuchar y es compartir.
Y por eso ahora, al llegar al tramo final del actual mandato, parece razonable preguntarse cuál es el estado de la ciudad de Almería, qué actuaciones nos sitúan o nos acercan a ese camino de mejora y crecimiento al que estamos ligados y comprometidos, y en qué puntos no se ha producido ese avance. Y creo que los almerienses han demostrado que no quieren que su ayuntamiento sea una caja de resonancia de consignas políticas, ni escenario de ensayos ideológicos.
Por eso gobernamos y gestionamos poniendo en valor lo mucho que nos une, orillando aquello que nos separa y esforzándonos a diario en demostrar que somos dignos de la confianza de los almerienses. En este sentido, quiero agradecer a los diferentes grupos municipales y a los concejales ahora no adscritos sus análisis y valoraciones del trabajo que venimos realizando, porque aunque lógicamente no terminemos de ver las cosas del mismo modo, entiendo que es necesario y positivo confrontar diagnósticos y apuntar posibles soluciones a los problemas.
Personalmente entiendo, asumo y agradezco la crítica, puesto que mi escuela personal y política dista bastante de aquellos que, como vemos a diario en otros gobiernos, creen que todo lo que piensan o hacen es siempre lo correcto, o siempre lo perfecto. Y no; en el equipo de Gobierno no somos perfectos.
Tengo que reconocer que en la gestión del Ayuntamiento ha habido, y probablemente habrá, desaciertos o propósitos fallidos. Gobernar es también tener la humildad necesaria para asumir que a veces emprendemos algún proyecto que no sale tan bien como creíamos o no era el que se necesitaba en ese momento. Por eso hay que solicitar la generosidad de los demás para tener la oportunidad de poder aprender de nuestros errores, porque esa es también una manera de seguir creciendo. No obstante, la proximidad electoral dejó su impronta llenando los discursos de la oposición de evidentes distorsiones llegando a describir una Almería a mitad de camino entre la catástrofe y la desgracia, olvidando que a los almerienses no nos gusta que siempre hablen mal de la ciudad en la que nos sentimos orgullosos de haber nacido.
Sin embargo, creo que en estos años sí se han alcanzado hitos positivos. Hemos conseguido para empezar, gobernar con estabilidad desde una minoría. Gracias la búsqueda del consenso, a la generosidad de los diferentes grupos o concejales y por la permanente aspiración del entendimiento y la prosperidad de nuestra ciudad. Y es que los almerienses queremos que el Ayuntamiento resuelva sus problemas y que no sea quien los cause. Hace nueve meses, al asumir la alcaldía de Almería, di un paso al frente por mi ciudad. Pero no lo di tan sólo en nombre del Partido Popular o de los que votaron a esas siglas. Lo hice y lo quiero seguir dando de la mano de todos los almerienses. Y pueden estar seguros de que, si sigo siendo alcaldesa, seguiré impulsando desde el Ayuntamiento una Almería que sea escenario de trabajo, de emprendimiento, de aprendizaje, de convivencia y de generación de empleo y riqueza. Y que siempre, con independencia de dónde nos lleven el tiempo o los votos de los ciudadanos, querré contar con todos los almerienses para alcanzar ese objetivo.
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