Merece la pena plantearse cómo era el
trabajo informativo de las primeras campañas electorales frente a la inmediatez
del momento, con otros formatos y con difusión instantánea.
María Esperanza Sánchez / Foto de Paco Sánchez proporcionada por el autor del artículo
En redes, medios convencionales como la
radio y la televisión ya no ganan elecciones por mucho que algunos se empeñen.
Hay batallas anónimas, rastreras que se dan en mensajes que entran en tu
teléfono. Otros tiempos. Desde la llegada de la democracia y las primeras
campañas va un mundo. La entrevista que le realicé en directo a Adolfo Suárez y
a Calvo Sotelo para Hora 25 de la Cadena SER en la estrechísima cabina
telefónica del Gran Hotel de Almería hoy sería imposible por la cantidad de
intermediarios que rodean a cualquier autoridad. O aquella noche del 11 de mayo
de 1981 en el velatorio en Pechina de Juan Mañas, víctima del caso Almería,
cuando el entonces alcalde de Almería Santiago Martínez Cabrejas decidió
regresar a Almería en mi Seat 850, de copiloto, y en los asientos traseros los
periodistas José María Granados y Pedro Manuel de la Cruz. Gabinetes de prensa,
seguridad pública y privada, protocolo y caravana. Hay mil ejemplos más en la
memoria. La radio sigue renovándose y es parte de la memoria. Tiene razón Simón
Ruiz cuando afirma que la transformación es brutal y solo en los pueblos queda
la esencia de vivirse de casa en casa la campaña, el mitin y la pelea por el
voto. En las grandes ciudades todo es muy ligero y apenas la cartelería denota
algún movimiento.
La programación de
las televisiones, radios y páginas webs de los distintos medios de comunicación
incluye una cobertura especial con motivo de las elecciones municipales. Las
emisoras de radio privada estrenaron democracia, sus primeras elecciones, “acojonados”
con el prisma del estraperlo, el exilio y la censura que se vivió en España
hasta 1977 cuando Adolfo Suárez acabó con la obligatoriedad de conectar con las
noticias oficiales de RNE conocidas por El parte. La radio tampoco tenía nada que ver con lo que es a día de hoy con la
evolución de analógica a digital. Se emitían programas en los que la voz
cantante la llevaban los hombres y las locutoras, salvo excepciones, se
limitaban a ser voces de continuidad. Rememora una de las pioneras periodistas,
Áurea Martínez Navarro, que hubo gobernadores en Almería, como en todas partes,
que suprimían programas en aquella dictadura y la “nota oficial” marcó los
espacios informativos. En los primeros años setenta, la impronta informativa
con la que llegó un veinteañero Iñaki Gabilondo a Sevilla contagió a jóvenes
como Enrique García o Joaquín Durán, entre otros. Ahí estuvo María Esperanza
Sánchez y las primeras redactoras que fueron refrescando redacciones y
locutorios, especialmente desde que en 1971 la Universidad Complutense de
Madrid estrenó la Facultad de Ciencias de la Información. Afortunadamente,
desde hace varios años son muchas las que han roto el techo de cristal. En 2023
siguen siendo mayoría las mujeres que estudian y acaban las carreras de
Comunicación.
El régimen político
sabía lo importante que era la televisión y ofrecía primicias a aquellos
primeros telediarios y a los medios de referencia. De todas formas, durante las
primeras elecciones pluralistas los periodistas, generalmente pisaban la calle,
acudiendo a las sedes y a los grandes mítines que ahora son historia, salvo
algunas excepciones. Los periodistas comienzan a hacer las preguntas que
importan y los locutores se reciclan y hacen su especial “perestroika”, sin
ruptura. Qué diferencia con las organizaciones políticas de la actualidad que
ofrecen sonidos e imágenes, ya editadas y realizadas por los gabinetes y
técnicos de medios que eligen lo que les interese a los partidos. Todo sigue
siendo controlado. Planos cortos de jóvenes y evitar a los mayores en lo
posible para romper con la tradición y atraer a los que andan con otras
propuestas y enganchados a redes sociales. Los nuevos medios se convierten en
referencia y los periódicos convencionales se adaptan al sonido y la imagen
para enganchar a los menores de 40 años. La transformación es brutal desde los
tiempos del punto de encuentro de la mesa de camilla o el coche. Las emisoras
favoritas de tu pueblo ya pueden sintonizarse en todos los formatos y en
cualquier parte del mundo. Aparece en el ordenador, el teléfono con el podcast
o la radio de bolsillo. Cadena SER en Andalucía fue de las pioneras de los primeros
informativos regionales con participación de las ocho provincias y la
presentación de Enrique García. El buque insignia fueron en los inicios del
inicio democrático los programas Matinal y Hora 25.
El homenaje que le acaba de tributar Radio Sevilla a una de las pioneras, María Esperanza Sánchez Delgado (Salamanca, 1957), es muy hermoso. Sánchez ha desarrollado su carrera profesional en la Cadena SER donde se convirtió en la voz de Andalucía y de Sevilla en los programas de ámbito nacional. Desde hace unos días, tiene un estudio con su nombre en Radio Sevilla, que le rindió homenaje como una de sus periodistas más reconocidas, conceptuada como la voz del compromiso andaluz. Asistieron al acto Iñaki Gabilondo y Paco Lobatón, entre numerosas personas que le han acompañado a lo largo de su dilatada trayectoria profesional. El estudio desde el que cada día se emiten los boletines informativos lleva inmortalizada una voz llena de compromiso. Un reconocimiento que la homenajeada cree excesivo, porque ella, ha dicho, solo hizo lo que creía que tenía que hacer.
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