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Nuevo libro de Manuel Arroyo, sobre la invasión de Ucrania

Antonio Torres
Periodista

El que fue primer director de Canal Sur Radio en Almería, Manuel Arroyo, ofrece claves para entender lo que está pasando en Ucrania.  Arroyo conoce el mundo internacional por haber sido el primer corresponsal de Canal Sur en Marruecos. Ahora nos sorprende con “Crónicas de la retaguardia: Las crónicas del primer año de la invasión de Ucrania”. Pide que se lea el libro con una mente abierta. En Almería una de las primeras consecuencias fueron los gestos de solidaridad y el envío de toneladas de ropa, medicina y alimentos desde Almería. Hay unos 1.700 refugiados ucranianos en Almería, 168.000 en España y más de ocho millones en Europa. En agosto del 2022, la Unión Europea autorizó la siembra de cereal en alrededor de 120 hectáreas de Almería -casi todas en la Comarca de los Vélez. Se trata de hacer frente al problema de desabastecimiento de cereal para alimentar al ganado a causa de la Guerra de Ucrania. El precio se ha incrementado un 47%. Almería, antes de la invasión de Putin, exportaba a Ucrania 630 Tm de hortalizas y 507 Tm de frutas, supone el 1% de la producción anual. La Comisión Europea ha anunciado este lunes una prórroga al veto temporal al grano de Ucrania.

Manuel Arroyo y su nuevo libro sobre la guerra de Ucrania / JPthumbnail

La Guerra de Ucrania, un mundo de geopolítica, muy difícil, marca la actualidad informativa por las víctimas que produce y la onda expansiva de consecuencias mundiales en un mundo hiperconectado. Ningún territorio es ajeno a las cuestiones económicas con mucha hambre y desolación, políticas, desplazamiento de personas, desigualdad y mil aspectos negativos más. En Almería ya vimos gestos de solidaridad y acogida tratados en estas páginas. 

Manuel Arroyo Durán, autor de una decena de libros, sabe de lo que habla, tal como reflejó en “Soldados de usa y tira: Crónicas de un soldado desde las entrañas del Rif”. En 2021 se cumplieron Cien años del mayor desastre militar sufrido por España. “Miles de soldados muertos regaron con su sangre las montañas del Rif, desde Annual a Monte Arruit, a Quebdani...Una mala estrategia militar, un ejército desordenado y mal pertrechado, unos mandos ambiciosos y corrompidos...la lista de causas y culpables es tan larga que atravesaba la columna vertebral del ejército de abajo arriba para llegar hasta el gobierno y al mismísimo Rey, instigador de una estúpida maniobra hacia ninguna parte. Y, a pesar de todo, pocos meses después, la misma dirección militar y el mismo rey fraguan otra vez una reconquista movilizando sangre nueva. 30.000 soldados son reclutados para reintentar la fracasada aventura de un monarca insatisfecho. Entre ellos, mi abuelo que años antes había sido declarado no apto temporal por estar al límite de los atributos físicos del soldadito español (150 centímetros de altura), ahora, con dos hijos en el mundo, una esposa y un trabajo es arrastrado a las entrañas de la Yebala, territorio hostil, primero del legendario El Raisuni y después del astuto Abd el Krim El Hattabi. Entretanto, mi abuelo materno, uno de los doce hermanos de una familia acomodada de Jerez de la Frontera, disfrutaba de los privilegios de los soldados de cuota. Hombre rico / hombre pobre, la eterna dicotomía acentuada en medio de una guerra en favor del que más tiene…”. 

Arroyo confiesa que tomó la decisión de ponerse a escribir el día a día de lo que pasa en Ucrania. “Lo hice porque quería ser dueño de mis propias interpretaciones para intentar no sucumbir a la propaganda, la manipulación o los silencios. Algo realmente difícil o casi imposible en un mundo globalizado y culturalmente colonizado -créanme- pero merece la pena intentarlo”. Ya vaticina en su libro una cuestión que sigue estando en la mayoría de periódicos del mundo. El pasado martes saltó a la actualidad el derrumbe de una presa. Arroyo precisa en sus “Crónicas de la retaguardia” que ya se estaba destruyendo con la algún bombardeo o destrucción de un puente de la presa de Nova Kajoyka con una cifra de desplazados a lo largo de 50 kilómetros enorme. El sábado, Jordi Évole afirmó que lo único bueno de una guerra en nuestro país es que, si a uno de los contendientes le diese por volar una presa, el agua no inundaría prácticamente nada, al tener los pantanos medio vacíos. 

La pasión de Manuel Arroyo por pisar la realidad es enorme y no duda en estar en Ucrania cubriendo la guerra, como enviado especial. Califica de choque de dos culturas, mezcla de historia, intereses y un pulso entre Occidente y Rusia.“Sabía a qué me enfrentaba, sabía que una de las primeras víctimas de cualquier guerra es la verdad, otras son las libertades -todas ellas. La censura limitará los movimientos y también las palabras, la libertad de expresión la decidirán los estados mayores de los ejércitos que también redactarán muchas de las informaciones, unas en forma de comunicados, las más como filtraciones enmascaradas. Sabía que tendría que consultar mucha información, contrastarla con diferentes medios y separar la noticia de la propaganda”. “Recordé entonces lo que contaba Félix Bayón (en su trabajo La Vieja Rusia de Gorbachov) de aquella mujer que le tocó la frente a su hijo cuando volvió de Rusia porque la España de Franco le había hecho creer que los comunistas tenían cuernos como los demonios descritos por la santa madre iglesia…”.

Recordé también las denuncias del politólogo Noams Chonsky (La Segunda Guerra Fría) sobre las tretas del Pentágono para sortear el boicot al que le sometían los medios de comunicación estadounidenses por la falta de credibilidad de su Estado Mayor. Recordé, en fin, mi humilde experiencia como periodista en un país, España, que experimentó un extraordinario proceso de transformación política o como corresponsal en Rabat, la capital de un reino que se resiste a abrirse a los suyos mientras coquetea con cualquiera de los mundos posibles”.

“Esta experiencia periodística ha sido enriquecedora, la personal terrible, la de sentir desde la distancia el sufrimiento de niños y adultos que, cada día, subían de grado como objetivos y dejaban atrás la manida terminología de “daños colaterales”. El resultado, más de 350 crónicas escritas cada madrugada, día a día, durante el primer año de esta tremenda tragedia humana”. “Hay una cita, cuyo valor crece al proceder de las reflexiones de un militar: “Jamás hubo batalla más apasionante que la batalla contra la guerra” (General Étienne Copel, ´Vencer a la Guerra´). 

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