El postureo de Los Coloraos

Manuel León
Periodista

Juan de Mata Prats diseñó en 1837, por mandato de Ramón Algarra, el primer monumento a Los Mártires de La Libertad, una sencilla columnita junto a un campo de chumberas, que fue colocada encima de los restos exhumados de la Iglesia de San Juan de esos valerosos hombres fusilados, que quisieron empezar en Almería la casa por la ventana en una guerra contra el rey más cobarde de la historia de España. Después fue un arquitecto murciano, José Marín-Baldo, con ayuda de López Rull, quien en 1870, por orden de otro Ramón (Orozco) alumbró un nuevo cenotafio con las cenizas de los mártires a sus pies, coronado por un ángel, que se colocó en la Puerta Purchena, entonces Plaza de Cádiz, junto al café Suizo; en 1901 se trasladaron por cuarta vez los restos de los 22 inmolados a la Plaza de la Libertad así como el Pingurucho al que Cuartara le cambió el ángel por una esfera con pinchos.

Pingurucho de Los Coloraos / Loa

Duró 43 años, ese monumento, hasta que el alcalde Vicente Navarro Gayacojonado por un jefecillo local de Falange, autorizó su derribo por si su visión pudiera zaherir al Caudillo, que, en ese primer viaje a Almería, ni siquiera se asomó al balcón de la Plaza municipal. Y en 1988 volvió a ser levantado un nuevo monumento, el actual, mucho más pretencioso y pesado, desacorde con una plaza recoleta, diseñado por Eduardo Blanes con mármol de Macael instalado por Camar.

Si se hace caso a los que saben, el obelisco debe permanecer en la Plaza Vieja porque, según Blanes y la familia de Camar, su traslado provocaría daños irrecuperables en el monumento. Porque eso es nuestro pingurucho: un Monumento, no un Lugar. El Pingurucho es un símbolo, un icono contra la tiranía. Ese es su valor. Da igual que esté en Polopos o en Guazamara. No puede ser Lugar algo que ha cambiado cuatro veces de lugar.

Parece que la nueva Ley de Memoria Democrática se hubiera hecho con calzador para proteger el Pingurucho de traslados, cuando ya no es necesario, cuando ya hace tiempo que quedó claro, de forma tácita, que no va a haber traslado al Parque, como el sanitario que va con el esparadrapo cuando ya ha sanado la herida. El monumento a Torrijos de Málaga siempre ha estado en La Merced y se puede entender como Lugar, pero nuestro Pingurucho, con tanta odisea homérica, no. Nunca debió abandonar la Puerta Purchena, puestos a elegir, su enclave más vistoso. 

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