Había que hablar de la docuserie de Rocío Carrasco

Marián Lozano
@marian65x

El estreno en Telecinco, hace ahora 30 meses, de la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva produjo una gran conmoción en la sociedad española por la crudeza con la que se exponían supuestos casos de violencia de género, mediática, vicaria e institucional. La Universidad, que nunca se debe mostrar ajena a lo que ocurre en la sociedad de la que forma parte, también entró de lleno en el tema y fueron numerosos los trabajos que se elaboraron sobre este tema, tal y como hemos dado cuenta en un artículo de Emilio Ruiz firmado en La Opinión de Almería. Marián Lozano, alumna de la Universidad Rey Juan Carlos, también se ocupó de este conmovedor caso. En este artículo -que forma parte de su trabajo- explica cómo llegó a esa determinación.

Las oportunidades hay que aprovecharlas y dejar pasar una, bien sea por pasotismo, timidez o pudor, con la experiencia ya de los años vividos, no es que sea imperdonable, es incluso irresponsable. No hay necesidad de someterse al machacante lamento del ¿por qué no lo haría? o ¿y si lo hubiera hecho? Cuando el profesor Fernández Hoya nos planteó realizar un trabajo libre para la asignatura de Procesos de comunicación…, sin necesidad de formato académico, en el que tratáramos sobre un tema relacionado con la publicidad, la televisión, el cine o la producción musical, tuve claro al instante que esa era la ocasión.

Dicen que un grano hace granero y ese era mi objetivo, poner el grano en el lugar adecuado. No tenía en mente elaborar un gran trabajo, primero, por inexperiencia, y segundo, por la limitación temporal. De lo que no tenía ni una sola duda era del mensaje que deseaba transmitir y con qué intención, siendo consciente de que solo llegaría a una pequeña audiencia, pero la adecuada.

Tan solo en las cuatro o cinco primeras clases de esta asignatura no fueron pocas las ocasiones en las que el profesor, de forma intencionada, levantó el debate sobre el machismo en el mundo audiovisual, la mirada masculina en el cine y en la publicidad, la hipersexualización de las jóvenes en los realitys, el feminismo a medias de algunas divas de la canción y, por supuesto, el machismo desmedido en el reguetón. Y fueron en estos debates en los que se puso de manifiesto la influencia de las RR.SS. en un colectivo joven, ávido de conocimiento, pero también vulnerable y aún no selectivo con el origen de la información.

Se estaban reproduciendo muchas situaciones que, como usuaria activa de Twitter, me resultaban ya muy conocidas, diríamos que la red social se había trasladado al aula. Opiniones taimadas y otras más broncas. Mayoritariamente, buenas intenciones mezcladas con mantras procedentes de las organizaciones más conservadoras. En buena medida, confusión de conceptos. Minoritariamente una claridad absoluta sobre el rol de la mujer. Y residualmente el negacionismo presente más que nunca en nuestra sociedad.

Hablar de televisión y polémica y que no aparezca Telecinco es casi utópico y mi aula no iba a ser la excepción. Más cuando en Telecinco en ese momento se estaba emitiendo La isla de las tentaciones, uno de los pocos formatos de televisión que todavía hoy en día fideliza a una audiencia joven consumidora de plataformas como Netflix, Prime o HBO.

Y si me hablas de Telecinco, si me mencionas las contradicciones de la cadena, si me vendes que el modelo de lo que nos ofrecían en MyHyV ha marcado a una generación, si me cuestionas el testimonio de Rocío Carrasco, me estas tocando las palmas y no es que me ponga a bailar, pero se me mueven los pies debajo del pupitre.

Ojalá hubiera tenido la formación, los conocimientos y la experiencia de Ana Bernal-Triviño en ese momento para poder transmitir, de esa manera didáctica y a la vez llana con la que ella se expresa, todo aquello que en esos momentos era necesario aclarar. Pero llegado el momento, el discurso fluye solo, la carga de la razón se antepone a otras carencias, solo que el tiempo limitado siempre es un inconveniente.

No somos feministas solo de palabra, el feminismo hay que ejercerlo en nuestro día a día, en todos los ámbitos en los que actuamos. Sin grandes pretensiones y sin visos de adoctrinamientos pero con convicción.

El objetivo de este trabajo era profundizar en el tratamiento no siempre  responsable en materia de violencia de género, ni coherente con su propio “Código Ético”, de un medio de ámbito nacional, en este caso, la cadena de televisión generalista Telecinco.

En torno a la serie documental Rocío, Contar la Verdad para Seguir Viva, emitida en 2021, se produjo una polarización social que llegó a todos los estamentos sociales, sin diferenciación de edad, educacional o de estatus y también la demanda de los espectadores al medio así como grandes desencuentros entre profesionales del periodismo.

Rocío Carrasco, en la serie documental, tras veinticinco años de silencio, narraba sus vivencias en las que hacía constar su condición de víctima de violencia filio-parental, violencia de género y otras insertas en esta como son la violencia psicológica y la violencia vicaria; así como la violencia institucional y la violencia mediática.

La polémica y el cuestionamiento a la cadena de televisión parten del comportamiento poco coherente y errático de la misma al permitir que varios de sus programas, a través de sus presentadores, periodistas y colaboradores, emitieran juicios de valor en los que se cuestionaba a la víctima e incluso se negaba esta condición de victimario y se llegaban a poner en duda las distintas sentencias judiciales.

La fuerza y repercusión que puede tener el testimonio de un personaje relevante al hacer público un problema o apoyar campañas de concienciación social es incuestionable. Poseen millones de seguidores y disponen de los medios para llegar a un gran sector poblacional a través de una entrevista, la televisión o sus RRSS. En muchas ocasiones estas personalidades del mundo de la cultura, el deporte, el cine,  la canción o la televisión han ayudado a dar visibilidad a temas como la explotación infantil, xenofobia, bullying, sexismo, violencia, hambrunas, investigación y otros muchos temas de calado social.

En el caso de la serie documental ofrecida por Telecinco, esta alcanzó unas audiencias estratosféricas, tres millones y medio de espectadores, con un 33,2% de audiencia y casi cinco millones y medios de espectadores en su minuto de oro. Fue tal la repercusión y el impacto que las cifras de llamadas al teléfono 016 de atención a las víctimas de VG aumentaron un 42% en los días siguientes a la emisión y durante los meses que se mantuvo en antena. Podríamos afirmar que la emisión de la docuserie ha sido, sin pretenderlo en origen, la mejor campaña contra el machismo y la violencia de género que se ha llevado a cabo en nuestro país en los últimos años, superando a cualquier campaña institucional.

La serie documental, producida por La Fábrica de la Tele y dirigida por Anais Peces,  cierto es que contó con un impecable formato. La serie documental  parte con  temática inédita en la cadena Telecinco, muchos detalles fueron tenidos en cuenta y denota el esfuerzo  de la dirección, que no regateó a la hora de mostrar al público que todos los hechos contados por la protagonista habían sido contrastados y documentados. 

Por otro lado, en los debates que se llevaban a cabo posteriormente a la emisión de cada episodio en el que participaban periodistas y colaboradores especializados en corazón, siempre contaron con la presencia de profesionales de la abogacía, psicología o expertas en violencia de género con el fin de ratificar  o corregir, en su caso, cualquier tipo de declaración no precisa o incorrecta que pudieran alegar los periodistas presentes en el debate. Para el espectador, muchos términos jurídicos o específicos en materia de violencia de género pueden ser complejos y los responsables del programa vieron la necesidad de aportar una función didáctica que ha sido reconocida y bien estimada por todos aquellos que siguieron la serie documental.

Muchas  víctimas se vieron reflejadas en las vivencias de la protagonista, Rocío Carrasco. Otras muchas mujeres posteriormente se atreverían a dar a conocer su condición de víctimas, otras vieron cierta similitud entre  las situaciones narradas por Rocío y otras reconocerían a sus maltratadores en los comportamientos relatados. Cientos de agradecimientos  y de testimonios de víctimas recorrerían las RRSS durante los tres meses que duró la emisión de la docuserie. De este modo, Rocío Carrasco se convierte en referente nacional de las víctimas de violencia de género.

Periódicos de tirada nacional, revistas, emisoras de radio, digitales, informativos y programas de televisión, inmediatamente se hicieron eco del impactante testimonio de Rocío Carrasco y en pocas horas el mundo informativo se inundó de titulares y artículos en los que recogían la condición de víctima de Rocío. Horas y horas de artículos, de tertulias radiofónicas y de programas de televisión se hacían eco del impactante relato que Rocío, después de años de silencio, había expuesto ante todo el país.


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