José Manuel Pérez Tornero, de RTVE a la UNESCO

Antonio Torres
Periodista

Ofrecemos las primeras declaraciones de José Manuel Pérez Tornero, un intelectual y referente de la comunicación en Europa, tras su dimisión en septiembre del pasado año de la presidencia de la corporación pública RTVE. Quiso evitar la contaminación política y buscar un modelo tipo BBC. Sigue confiando en el potencial de la televisión pública frente a los que la menosprecian.

José Manuel Pérez Tornero / RTVE

De RTVE a la UNESCO, un cambio, ¿no? 

Sí. Cambio de escala. ¡Ahora, mundial!  Pero como ya había trabajado para UNESCO es volver a casa, recuperar proyectos, amistades…  

¿De qué tarea te ocuparás?  

De buscar respuestas globales a cuestiones claves: ¿Cómo regular la inteligencia artificial? ¿Qué hacer con la desinformación y la crisis del periodismo? ¿Cómo construir una esfera pública democrática? Etc. O sea, la alfabetización mediática e informacional. Se trata de buscar consenso entre científicos y expertos para crear marcos conceptuales desde los cuales lanzar políticas públicas en diferentes países 

Has dicho “crisis del periodismo”.  

Sí, una crisis que hace muy peligroso el ejercicio de la profesión, y pone en riesgo la vida de los periodistas. Una crisis que obliga a luchar por la libertad de expresión y el derecho a la información en muchos países… 

También hay crisis en las democracias. 

Sí. Derrumbe del modelo de negocio y precariedad laboral. También, mediatización de la política en un ambiente de polarización.  Mediatización porque los políticos tratan de politizar el periodismo y ciertos poderes tratan de usar los medios para intervenir la política (mediante un periodismo panfletario). En ambos casos, el periodismo pierde. 

A propósito, antes de estar en la UNESCO, renunciaste a la presidencia de RTVE. ¿Por qué? 

Era cuestión de defender la independencia de la corporación y la mía propia. Renuncié cuando vi que el consejo de administración -y quienes le soplaban a los consejeros en los oídos- habían abandonado el espíritu de consenso e independencia por el que habíamos sido elegidos todos. En esas condiciones, yo no podía seguir representando una ficción ante la opinión. Eso sí, dejé sentadas las bases de un cambio de modelo necesario, que deseo que no se pierda. 

¿Por qué se abandonó el espíritu de consenso? 

Alguien debería responder por eso… Tal vez, alguien nunca creyó en el consenso. Tal vez, por la polarización política. El hecho es que las frecuentes divisiones que aparecían en el gobierno -o, incluso, dentro de los partidos- desembocaban a menudo en el consejo, y hacían imposible la gobernabilidad… ¡Y en esas seguimos! porque convertir una presidencia interina en perenne no ha sido ni será la solución.  

¿Sigue creyendo en la independencia de la pública? 

Sí, como aspiración. Sé que es una utopía, pero razonable y realizable. A veces, se avanza y otras se retrocede, pero hay que seguir. Un día, España tendrá la radiotelevisión pública, independiente y pluralista que se merece. Hay mimbres profesionales y cívicos. Lo que hay que superar es la toxicidad de que los poderes políticos o económicos pretendan tutelar la información.  

Recuerdo que Pablo Iglesias celebró su renuncia y le acusó de facha.  

Una exageración. ¿No? Con todo respeto, Iglesias fue hiperbólico y faltó a la verdad. Si no recuerdo mal, lo dijo como propietario de una cadena privada con sus intereses correspondientes. Ahora bien, para que se entienda bien: siempre me opuse a la parcelación de la televisión pública, y a su reparto entre partidos. Esto lo viví hace mucho en la RAI -cuando colaboraba con Umberto Eco en sus servicios de investigación- le llamaban lottizzazione. Los partidos se repartían hasta las cadenas, como si fuera un botín. Fue algo funesto y corrupto. Soy contrario a ese reparto de programas, cadenas, tertulianos, periodistas, como algunos pretenden. 

¿Qué recuerda de su paso por RTVE. 

Fue una experiencia profesional viva e interesante. Recuerdo el esfuerzo de la cobertura de la invasión rusa de Ucrania (que obtuvo un premio Ondas), la erupción en la Palma, la cumbre de la OTAN, la crisis de Ceuta; el éxito de Eurovisión y del Benidorm Fest; el impulso al deporte femenino, a la cultura, al cine español… 

¿Sinsabor? La mezquindad de que alguien, mintiendo, perjudicara la reputación del equipo de presidencia. Una patraña que me recordó el escándalo de Pilar Miró. Forzaron su dimisión acusándola falsamente. Sufrió un calvario mediático y un acoso judicial. Pero los tribunales la exculparon. ¡Nada nuevo bajo el sol! Moraleja: luchar por la independencia de la radiotelevisión pública tiene sus riesgos, y su valor… 

Hubo críticas sobre presuntos excesos en gastos de representación. 

Otro absurdo, y perfectamente desmontable. Nadie ha encontrado nada incorrecto en ellos. Le aseguro que, nunca estos gastos han sido en RTVE tan exiguos, tan austeros y tan justificados como en mi mandato. Insisto, no hay nada de nada incorrecto en ellos. Todo fake news.

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