Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, el Gobierno andaluz del Partido Popular se ha vuelto a plantear esta cita con muy buenos propósitos, pero sin ninguna nueva medida o refuerzo de un servicio sanitario que se encuentra al límite de su capacidad. Que en las urgencias del Hospital de Torrecárdenas, por ejemplo, no haya un profesional de Psiquiatría de guardia y que sea el que está en planta el que tenga que abordar todas las situaciones que se le planteen, -‘cuando pueda’-, ya dice mucho de cómo están las cosas. De lo mal que están, se entiende.
Psicólogos y psiquiatras se ven desbordados en nuestra provincia de manera constante en un bucle que parece no tener fin y en el que ni los profesionales ni los pacientes se sienten respaldados o aliviados. Sólo hay que echar un vistazo a la sala de espera de la unidad de Salud Mental del centro de especialidades de la ‘Bola Azul’ para darse cuenta de la magnitud de un problema que es sanitario, pero que también lo es social y económico, puesto que muchas personas – las que pueden- tienen que acudir sin más remedio a la sanidad privada porque la pública no les atiende como necesitan.
La realidad de estos pacientes y la de sus familias llega a ser desesperante y dista mucho de la que dibuja el Partido Popular, que cinco años después de alcanzar el gobierno en Andalucía tan solo se ha limitado a gestionar los recursos extraordinarios que el Gobierno de Pedro Sánchez le ha transferido para reforzar la atención de la salud mental. La Consejería de Salud es consciente de que los casos relacionados con la Salud Mental se han incrementado tras la pandemia y que uno de cada ocho andaluces y andaluzas toma ansiolíticos a diario.
Llama la atención que aún no se haya puesto en marcha un plan de prevención y detección de suicidios con estrategias específicas dirigidas a jóvenes y menores. Esta medida es de vital importancia, ya que no existe en este momento un seguimiento del paciente que ha intentado suicidarse o que se autolesiona de manera periódica. Y si no existe no es porque los profesionales con los que cuenta la sanidad pública andaluza no lo consideren necesario, sino porque sencillamente no dan abasto ante el creciente número de casos.
La Junta debe incorporar también de manera inmediata a su cartera de servicios sanitarios a los profesionales en Nutrición, de manera que esta especialidad se pueda sumar a los equipos que atienden los trastornos de conducta alimentaria, que están causando verdaderos estragos entre las personas jóvenes. Además, es preciso, en este y otros casos, poner en marcha programas de acompañamiento para esa mayoría silenciosa de familias andaluzas que se sienten tremendamente solas cuando un hijo o una hija sufre una enfermedad mental. Esa es, sin duda, una de las peores situaciones a las que se puede enfrentar cualquiera: no comprender, no saber qué hacer o como ayudar a quien más se quiere.
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