La locutora María Cazorla representa la imagen de Alhamilla Radio Mar con acento en el flamenco desde sus estudios en Huércal de Almería. A María Cazorla desde siempre le llamó la atención el medio radiofónico y descubrió la magia. Trabaja para una emisora local que tiene buena cobertura al adaptarse al mundo digital. “Buenos días, Almería y desde Almería, a toda la humanidad”, así comienza la sintonía de cada día.
María Cazorla, en el locutorio de Alhamilla Radio Mar / A. Torres |
“Mi objetivo es crear ilusión, optimismo y dar la mayor información posible en todos los ámbitos y, por supuesto, rememorar la importancia que tiene la copla en nuestro acervo cultural”. De ahí que viaje por un mundo global hiperconectado y donde le salen oyentes desde todos los rincones.
La idea de la emisora nació por el trabajo, dedicación y empeño de dos emprendedoras, Pilar del Barco Martínez y de María Cazorla. Las radios locales desarrollan un papel terapéutico. Personas mayores llaman y hay locutorio que les atiende y abre el micrófono al mundo. “Nuestra gente es el motor con el slogan que no se pierda lo nuestro”. No le pierde ojo a los momentos actuales, confiando en la democracia y el Estado de derecho.
Alhamilla Radio Mar sobrevive gracias a la enorme capacidad de María Cazorla. Se emociona hablando de su padre, tratante de ganado y de su madre, Dolores, que aguantó 30 años con una enfermedad de Hodking, fallecida en 1996, en aquella trágica de excursión a La Manga del Mar Menor donde murieron siete personas, todos vecinos de Fuensanta, barrio de Huércal de Almería. “Fuensanta no es un barrio cualquiera. Hemos hecho de la unión una bandera porque todo lo conseguido ha sido obra de los vecinos unidos”, dice orgullosa.
Casada, es madre de dos hijos y abuela de un nieto. El mayor de sus hijos,
Santiago, sigue la estela de la radio y a Cazorla le encantaría que tomara el
relevo. “Su programa de rock, Abracadabra, es muy bueno y espero que sepa
entender que la seña de identidad de la emisora es la variedad cultural y sobre
todo la copla”. Su otro hijo, Álvaro, es técnico de instalación de fibra
óptica.
La radio comenzó para María
Cazorla de casualidad. Acababa de morirse su abuela y escuchaba Alhamilla Radio
porque ponían coplas. “Como homenaje a mi abuela seguí pidiendo coplas hasta
que me llamó Juan Martín, locutor, y me invitó a visitar la emisora. El
director José Luis Moreno, un coco, que mostró pasión por la radio, me pidió
que le leyera el periódico y al momento me dijo que me fichaba y esa primera
relación se prolongó durante el periodo1993-2005. De ahí pasé un año con un
programa de coplas para Dipalme Radio, de la Diputación. Luego se inició una
experiencia en la televisión con Cadena Indal, donde José Luis Moreno siguió
confiando poniéndome al frente de los informativos dando la cara desde el
plató. La radio es magia, preserva tu intimidad y el anonimato. La televisión
te quita intimidad y nadie te señala por la calle. Llegó 2011 y me hice cargo
directamente de la emisora. Confieso que fue la audiencia la que me hizo volver
a Alhamilla Radio Mar”. Siempre le ha aparecido un oyente especial para que no
tire la toalla. “Una persona llamó asegurando emocionado que gracias a la radio
ha dejado de tomado las pastillas para la depresión. Eso es un chute de energía
impagable”.
La copla es historia y sociología. Se emociona y pone pasión la curtida locutora. “Retrata perfectamente la vida de la mujer, de la emigración, quién no ha llorado al escuchar El emigrante de Juanito Valderrama. Independientemente de todo eso, la Transición pensó equivocadamente que había que desechar todo lo anterior. Ha costado muchísimo esfuerzo en poner en valor no solo la copla sino la memoria. Recuerdo cuando en casa de mi abuela se ponía La Pirenaica o en la emisión en castellano de Radio París para enterarnos de lo que pasaba en la dictadura. Hay que preservar la memoria para que perseguir al que piensa diferente no se repita”.
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