Unas semanas antes de producirse el estreno de Ana Rosa Quintana en las tardes de Telecinco, con su programa TardeAR, Alessandro Salem, consejero-delegado de Mediaset España, concedió una entrevista al diario El País. En esa entrevista justificó la desaparición de Sálvame de la parrilla de la cadena e informó del nuevo guion que se iba a establecer en la programación de las tardes. “Cuando se habla de la franja de la tarde -dijo-, lo más importante es entretener. Un programa de tarde en una televisión en abierto como Telecinco no tiene que tener connotaciones políticas, tiene que entretener”. “¿No habrá política en el programa de tarde? ¿Tampoco habrá tertulias políticas?”, le insistió el periodista. “No habrá política. Absolutamente no. Ningún tipo de tertulia política”, respondió de forma contundente.
Ana Rosa Quintana / Mediaset |
La realidad fue bien
distinta. Ana Rosa Quintana entró en materia política como un elefante en una
cacharrería y colocó a Pedro Sánchez en el centro de la diana. “Con lo que está
pasando en España no podemos quedarnos callados”, llegó a afirmar. Incluso
confesó que había asistido a unas de las muchas concentraciones que convocaron
partidos ultras y de derechas contra el hoy presidente del Gobierno.
El día de la investidura de Pedro Sánchez montó un programa especial para darle “leña al mono”. Y, ciertamente, “leña al mono” dio, pero la audiencia le pagó con la misma moneda: un 7,1 % de cuota de pantalla y solo 600.000 espectadores
A la audiencia no le gustó mucho esta intromisión de la veterana periodista en los entresijos políticos, en donde se acompañaba habitualmente de comentaristas de ideas conservadoras o ultraconservadoras. El día de la investidura de Pedro Sánchez montó un programa especial para darle “leña al mono”. Y, ciertamente, “leña al mono” dio, pero la audiencia le pagó con la misma moneda: un 7,1 % de cuota de pantalla y solo 600.000 espectadores. Los otros días de la semana no es que le fueran especialmente brillantes en cuanto audiencia, pues muy difícilmente alcanzaba los dos dígitos, pero ese miércoles fue un plante en toda regla. Sonsoles Ónega, a la chita callando, dedicaba su tiempo a recoger a los telespectadores desencantados de Ana Rosa.
La veterana periodista no tiene un pelo de tonta y lleva ya muchos tiros pegados en la profesión. Por eso, no dudó en darle un vuelco a su programa, olvidarse de la política y dedicarse a hacer precisamente lo que Alessandro Salem le había dicho: “Lo más importante es entretener”. Y quien quiera política, que vaya en busca de laSexta, que para esas cuestiones nadie se las pinta mejor que ellos. La audiencia ha agradecido el giro de guión. Ahora, nunca ha abandonado los dos dígitos de audiencia y es frecuente verle derrotar a su oponente Y ahora Sonsoles. Sin ir más lejos, el viernes el programa de Ónega consiguió un 11,1 % de share frente al 10,9 % de TardeAR, pero en el horario de estricta coincidencia la victoria se inclinó a favor de Ana Rosa con un 10,9 % frente a un 10,8 %. El día anterior, jueves, 23 de noviembre, TardeAR alcanzaba máximo histórico en miles de espectadores con casi un millón, un share del 11,2 % y casi un 14 % en target comercial.
Además, es preciso hacer la observación de que mientras el programa de Ana Rosa Quintana tiene dos bloques publicitarios, el de Sonsoles Ónega sigue blindado sin un solo anuncio en sus 120 minutos de duración.
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