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¿Por qué se queda Pepe Añez sin medalla de oro de la provincia?

Manuel León
Periodista

El próximo domingo, en el combativo pueblo de Pulpi, estarán los últimos presidentes de la Diputación, menos uno; en las tablas del espacio escénico del municipio de la geoda, Luis Rogelio, Usero y Amat recibirán en su cuello la medalla de oro de la institución provincial, pero faltará una insignia. Sería más cómodo no escribirlo, pero no sería justo: el domingo todos los presidentes democráticos que de la Diputación han sido, desde José Fernández Revuelta a Gabriel Amat, pasando por Azorín, Luis Rogelio y Usero  tendrán su condecoración áurea flotando en el pecho, menos uno.

José Añez / Foto: Diputación de Almería

No conozco a Pepe Añez y me importa un bledo lo que haya sido de su vida. No sé si fue buen o mal presidente de la Diputación, pero lo fue, tanto como los demás, desde 2003 a 2007. No ha sido incluido en la lista de nominados en el Día de la Provincia, sin que nadie haya explicado el por qué -ni PP, ni PSOE ni Vox, que aprobaron la moción por unanimidad, borrándolo del mapa- de esta amnesia para con el antiguo dirigente ejidense.

Es como si la Damnatio memoriae de los romanos (la condena del recuerdo) se hubiera cebado con aquel intrépido psicólogo que llevó del brazo con galanura a la estelar Claudia Cardinale. El premio lo otorga  la institución, no un partido y él la dirigió, de una u otra manera, durante cuatro años.

Pepe Añez acopia en su biografía una doble expulsión: primero, la de su pueblo natal tragado por las aguas, Benínar; y después, la del PP, para crear, tras ello, el PAL junto a su capitán Enciso y sus lugartenientes Torres, Balastegui y Díaz. Fue concejal de El Ejido desde 1995 con el PP y en 2003 fue investido presidente en Navarro Rodrigo abriendo un cisma bizantino entre los populares ejidenses y los de la capital capitaneados respectivamente por Enciso y Luis Rogelio, pasando entonces a ser presidente en el grupo de No Adscritos.

Después apoyó a Usero y volvió a su municipio, hasta que en 2011 abandonó la política definitivamente. De él sabemos ahora que suma 68 años, que se dedica a cuidar de sus nietos y que tiene todo el derecho del mundo a tener una medalla, porque no se puede borrar a un hombre como si se derribara una estatua. 

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