Por segunda
semana consecutiva DeViernes dedica su espacio, casi al completo, a
la entrega por fascículos de la entrevista que Ángel Cristo Jr. ha concedido al
programa sustituto del Deluxe. A cambio de tanta cháchara, el hijo de Bárbara Rey habría percibido 120.000 euros, según ha confesado Lydia Lozano a Pilar Vidal en el pódcast Drama Queen, de ABC.
Telecinco
está jugando a algo que no es nuevo en la cadena: poner un cóctel muy peligroso en
manos de cronistas de corazón. Y lo hace tratando en el foro menos adecuado temas que están a la cabeza de las grandes preocupaciones de los españoles, como son los asuntos relacionados con la violencia machista, las relaciones de poder, la salud mental y las
adiciones.
Ángel Cristo Jr., en Telecinco / Mediaset |
Sería, ya no
una hipocresía, sino una mezquindad, juzgar a Ángel Cristo por gestionar un
sustancioso caché, cuando todos los personajes que pasan por un plató para
hablar de su vida o de la de los demás lo hacen. Su propia hermana y su madre
han firmado suculentos contratos con la misma cadena. Ángel Cristo está en su derecho
de cobrar y de hablar. Cuestión diferente es que nos preguntemos el porqué
endurece sus argumentos y el notorio afán de venganza pública que parece
mostrar hacia su progenitora.
En
esta entrega Ángel afirma que sigue queriendo a su madre, un sentimiento que
se suele mantener en las relaciones filio-parentales, incluso a pesar de
desavenencias complejas. Pero en este momento es complicado aceptar esta
declaración de Cristo como una declaración sincera, escuchando sus duros
reproches.
"Llama la atención el hecho de que su madre o su hermana jamás han pronunciado una sola crítica hacia él y por la que él ahora tuviera que defenderse"
Procede
insistir en que no se trata de dudar del sufrimiento que le haya podido generar
vivir en una familia golpeada por la violencia de género. Solo que llama la
atención el hecho de que su madre o su hermana jamás han
pronunciado una sola crítica hacia él y por la que él ahora tuviera que
defenderse.
No podemos
negar la credibilidad a nadie por el tiempo que tarde en hacer público un
testimonio. Cada uno habla cuando quiere o cuando lo necesita, y no hace falta que nos lo recuerden algunos avispados colaboradores, que
intentan obtener rédito en este momento con el testimonio de Ángel Cristo,
haciendo comparativas con otros relatos que en un pasado reciente se han
ofrecido en la cadena y que nada tienen que ver con la situación del ahora
protagonista.
Bárbara Rey
también ha marcado sus tiempos a la hora de hablar, a pesar de haber ido
soltando píldoras sobre su romance, no tan secreto, en los últimos 20 años.
Pero lo que nunca escondía la madre de Ángel Cristo Jr. fue la violencia ejercida
por el padre de sus hijos contra ella, desde el primer día de su convivencia.
Bárbara Rey tuvo una infancia compleja, como ella misma ha relatado, desarrollándose en un hogar con una madre con problemas de salud mental. La vedette tuvo que escapar de un ambiente dañino para una joven adolescente llena de sueños, entre otros, triunfar en el mundo del espectáculo. Pero es bien sabido que detrás del cegador mundo de los focos de los platós, de los destellos de las lentejuelas, de las fiestas exclusivas y de las alfombras rojas, no siempre todo es brillo y no en pocas ocasiones se abre paso la oscuridad y la miseria humana. Con 26 años, la estrella de Totana había alcanzado su meta y mucho más, convirtiéndose en una de las caras más reconocidas del espectáculo de finales de los setenta.
Es en esa
época cuando la actriz inicia una historia de amor de poder desigual. Ser la amante
del Rey de España puede parecerles a muchos una aventura que solo afrontaría
una mujer ambiciosa. Pero que levante la mano quien le hubiese negado una cita
al hombre más poderoso de la nación. De los sentimientos, del miedo, del
chantaje y de la compensación económica que surgieron de esta relación ya todo
está contado por la propia protagonista.
"Con la sombra de la violencia de género acechando, no suena extraño que una madre acabe haciendo a sus hijos transmisores de sus temores e inseguridades"
Tampoco Bárbara ha negado su adicción al juego, incluso llegando a afirmar que podría haber dejado mucho más de dos millones de euros en manos de la banca de los casinos a los que era asidua. Que siempre se refugió en sus hijos y que a éstos intentó ofrecerles la mejor vida también lo ha contado la artista en cada entrevista que ha concedido. Seguramente, como en otro muchos hogares monoparentales, con la sombra de la violencia de género acechando, no suena extraño que una madre acabe haciendo a sus hijos transmisores de sus temores e inseguridades, incluso implicándolos en los problemas derivados de su adicción al juego y en los de su aventura amorosa royal. En una conducta alterada, como era la que ella vivía, no es sorprendente que Bárbara buscara el apoyo de su hijo mayor, pero aun menor para comprender y vivir situaciones que no le corresponderían por edad. Los hijos de los maltratadores, lamentablemente, son también víctimas y acarrearán secuelas psicológicas durante toda su vida.
Ángel, al
que nunca Bárbara expuso ante los medios, más allá de las fotografías
familiares de las exclusivas que ofrecía en su revista de cabecera, es un
hombre hoy en día responsable de todos sus actos y libre para decidir sobre cómo, cuándo y dónde quiere hablar y sobre qué.
Estas declaraciones de Ángel coinciden, llamativamente, con el éxito de la serie Cristo Rey, en Netflix. Sin entrar en argumentos de si pudieran esconder alguna cuita de terceros hacia Bárbara Rey, lo que no deben, en ningún caso, es dar pie al machaque sistemático semanal que ejerce la cadena sobre ella. Ni por ser víctima del machismo, ni por haberse enfrentado, con más o menos acierto, por venganza o por despecho, por necesidad o por puro lucro, a un Jefe de Estado protegido por un entramado establecido posiblemente con medios públicos.
DeViernes se convirtió ayer en el segundo programa más visto del prime time de la televisión, a pesar de retroceder 1,3 puntos respecto a la semana pasada. Tuvo un 12,7 % de cuota y fue seguido por 1.127.000 espectadores. El liderazgo de la noche fue, una vez más, para La Voz, que consiguió un share del 14,8 % y 1.326.000 espectadores.
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