Mangata es una
palabra sueca, sin traducción al castellano, de la que hablaremos más tarde. También es el título de la segunda novela de Estefanía Ruiz (Almería,
1986), editada, al igual que Los secretos de la cortesana, su exitoso debut
literario, por Suma, sello de Penguin Random
House. Si aquella estaba ambientada en el Madrid del siglo XVIII, esta, un thriller erótico, transcurre en la actualidad y se
desarrolla en su tierra, de la que presume como orgullosa embajadora.
Estefanía Ruiz, con su reciente obra, 'Mangata' / Suma |
¿Cómo nace ‘Mangata’?
De un sueño, al igual que Los secretos de la cortesana’ Concretamente en
los 55 minutos de una duermevela en un vuelo Almería-Madrid. Suelo soñar en
tercera persona y lo hice con una chica. En cuanto me desperté lo apunté y supe
que ahí estaba la idea de mi siguiente libro.
¿Qué le sucede a ese
chica?
Tiene unas vivencias en la isla de Alborán. Días atrás había estado
hablando con mi hermano de que mucha gente no conoce esta isla, no nos solemos
acordar de ella. Tenía todo eso en la cabeza.
¿De dónde viene el
título?
Es el camino de luz que hace el reflejo de la luna llena en el mar. La luna
llena está muy presente en la novela. En Agua Amarga cuando sale el paisaje es
impresionante. Y he querido trasladar esa energía al libro.
Y no es la única
referencia que hace a Almería.
Sí, la historia comienza con la boda de la protagonista, Jara, que nunca
llega a producirse porque su futuro marido, hijo de un importante farmacéutico
almeriense, la deja plantada y no aparece. Toda la primera parte transcurre en
la capital, en Cabo de Gata, en el Faro de Mesa Roldán, en mi Agua
Amarga. Mis amigos, que tienen mucho arte, salen en el libro. Hablo de
gente y de comercios: Loreto Martínez, Lausset, la confitería Capri, la
floristería Flowers, Ocio Manualidad, la diseñadora Srta.
Chaotic...
Y todo con aires de
thriller.
Jara nunca ha sido aceptada por la familia de él, de alta alcurnia
almeriense. Y cuando la boda no se produce, ellos empiezan a culparla de
la desaparición. Para escapar del miedo que siente, Jara regresa a la casa
donde vivía de pequeña con su padre y ahí encuentra una carta. Ese el comienzo
del thriller.
En Los secretos de la
cortesana, el erotismo estaba presente en el descubrimiento de la sexualidad
de su protagonista, Julia Ponce de León. ¿Dónde aparece en Mangata?
Si allí hablaba del descubrimiento del placer en las mujeres, aquí he
querido normalizar el deseo, algo intrínseco que llevamos los seres humanos.
Quería que se presentara como algo normalizado: igual que los personajes pasean
por la Rambla, los muestro teniendo relaciones sexuales como una parte más de
lo que nos define como personas.
La novela lleva poco
más de un mes en la calle. ¿Qué le transmiten los lectores?
Estoy flipando. Es verdad que Los secretos de la cortesana era más densa:
500 páginas, histórica, costaba más. De Mangata me dicen que están en la
oficina deseando llegar a casa para ponerse a leer o esperando a que los niños
se duerman para coger el libro. Cada vez estamos más pegados a las pantallas,
tenemos un exceso de eventos, vamos siempre corriendo, así que sentarnos a leer
es casi un privilegio. Y que te digan que han devorado tu libro en tres días,
lograr eso, es algo increíble.
Portada del nuevo libro de Estefanía Ruiz |
¿Tiene más lectoras
que lectores?
No me paro a pensarlo. ¿Cien años de soledad es un libro masculino o
femenino? Tengo amigas a la que les encanta el thriller y amigos a los que les
encanta la novela romántica. La literatura depende más del gusto que del
género.
¿Ha soñado con ver
Mangata en pantalla?
Al año se publican unos 90.000 libros, una barbaridad. Que hagan una serie
de tu libro es un sueño, aunque complicado. Pero me encantaría. Y si se rodara
en Almería sería lo máximo.
¿Y con crear una saga?
Esta es una historia que empieza y acaba. Es algo que aprendí de Los secretos
de la cortesana, que dejé el final abierto y los lectores te preguntan. De
hecho, la segunda parte saldrá en 2024.
Vaya ritmo que lleva.
Sí (ríe). Es señal de que confían en una. Es impresionante y me siento
halagada de que una editorial tan grande como Penguin, que publican a autores
como Elísabet Benavent, Javier Castillo o Juan Gómez-Jurado, apuesten por mí,
que soy tan pequeñita.
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